Friday, September 14, 2012

Mons. Wensky: "La Virgen Mambisa ha sabido sufrir con su Iglesia cuando el oscurantismo marxista la hería y diezmaba, y supo estar al pie de la cruz de sus hijos, mientras morían fusilados gritando Viva Cristo Rey"

 
 
 
 
Fotos/ BlogGaspar, El Lugareño.

Homilía predicada por el Arzobispo Thomas Wenski en la fiesta de Nuestra Señora de la Caridad, marcando 400 años de su hallazgo y presencia en la historia y la vida del pueblo cubano. American Airlines Arena, Miami, 8 de septiembre de 2012


Queridos hermanos y hermanas, ¡ha llegado por fin el esperado día!--la gran celebración de amor y fe, que a lo largo de todo un trienio preparatorio se ha venido gestando para honrar a nuestra Madre del Cielo, María de la Caridad.

Es ésta una tarde feliz porque, unidos en la fe, festejamos los 400 años del hallazgo de su bendita imagen en aguas cubanas. Son cuatro siglos de presencia de Santa María de la Caridad en la historia y la vida del pueblo cubano; de presencia amorosa en medio de su pueblo y en el corazón de todos sus hijos que, dentro de la patria o dispersos por el mundo como nunca antes, no han dejado jamás de experimentar la maternal asistencia y la intercesión protectora, de la que con cariño y confianza también llamamos Cachita.

Hace cuatro siglos vino a nosotros desafiando las olas del mar y la tormenta, para acompañar a sus hijos en todas la tormentas de su historia, personal y nacional; para consolar a los que sufren, alentar a los desanimados, y llenar de confianza y fortaleza a todo un pueblo. Ella nos escogió. Ella vino a buscarnos para llevarnos a Cristo. De la espuma del mar se fue a las montañas y a los llanos; a los campos y ciudades, a los bohíos y a las casas de ricos y pobres, porque sabe que todos tenemos necesidad de su Hijo y de ella.

Se fue a la manigua para alentar los deseos y afanes de libertad de los mambises. Ella sostuvo a Céspedes, Gómez, Agramonte, y a Antonio DE LA CARIDAD Maceo y Grajales, el Titán de Bronce, y también a los más humildes soldados que lucharon por la libertad de Cuba. Llegó la Virgen marinera para echar su suerte con los pobres de la tierra; para animar a los que sufren, para alentar a los desanimados, para llenar de confianza y fortaleza a todo un pueblo. Ella ha sido siempre nuestra mejor evangelizadora, la gran convocadora, la madre fiel que siempre ha estado allí, para cubrir con su manto nuestro corazón adolorido.

Y nunca ha dejado de acompañarnos, ni en los momentos de sacrificio y coraje junto a los mambises, que dieron su sangre para conseguir la ansiada independencia, ni en los tiempos de bonanzas, turbulencias y esperanzas de la joven república.

Pero también la Virgen Mambisa ha sabido sufrir con su Iglesia cuando el oscurantismo marxista la hería y diezmaba, y supo estar al pie de la cruz de sus hijos, mientras morían fusilados gritando Viva Cristo Rey. Así estuvo, en medio de las alambradas de tantas prisiones y de los campos de trabajo forzado de la UMAP.

Siempre ha estado con sus hijos, lo mismo en años pasados que en tiempos recientes. Y estuvo presente en las estampitas que ocultaban en los armarios, aquellos que se vieron forzados a sobrevivir negando en público su devoción, así como también en las medallas al cuello de los que, con la frente en alto, transmitieron, transmiten y siguen legando a hijos y nietos, el preciado don de la fe.

Presente en la isla y en el destierro, continúa prodigando su amor de madre, hoy como ayer, en las prisiones que no acaban de vaciarse y en medio de las mujeres que caminan reclamando libertad. Presente acompañando a todos los que, dentro y fuera de Cuba, luchan por el respeto a la dignidad humana y labran un futuro de libertad, justicia y paz. Así nos acerca ella al día, en que el amor a su Hijo será el cimiento eficaz para que, como le pedimos siempre, todos los cubanos seamos hermanos. Y por supuesto que hoy sigue siendo "causa de nuestra alegría", inundando de gozo los corazones de incontables hijos que pudieron recibirla y saludarla, cuando en su reciente paso por cada rincón de la Isla demostró que sigue siendo, y será por siempre, la Madre de los Cubanos. (leer texto completo)

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