Tuesday, December 11, 2012

Homilía de Mons. Juan García en la Misa por los 100 años de la diócesis de Camagüey

Catedral de Camagüey
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Homilía de Monseñor Juan García Rodríguez, arzobispo de Camagüey
Misa por los 100 años de la diócesis de Camagüey


10 de diciembre de 2012, Plaza de la Caridad.



Queridos hijos e hijas:

Damos gracias a Dios Padre por habernos pensado y creado por el amor de nuestros padres para una gran misión.

Damos gracias a Dios Padre por regalarnos personas tan buenas a lo largo de estos 100 años de la diócesis de Camagüey. Cada comunidad está invitada, desde hace muchos años, a escribir la historia de su iglesia para alabar al Señor por tantas personas maravillosas y poder imitarlas.

Damos gracias al Hijo de Dios hecho hombre, Jesucristo, por enviarnos a los obispos Valentín Zubizarreta Unamunsaga, teólogo y maestro de la fe; a Enrique Pérez Serantes, misionero de innumerables bateyes, cuyo catecismo todavía se guarda en muchas casas; a Carlos Riu Anglés, constructor de templos en muchos pueblos pequeños y a Adolfo Rodríguez Herrera, Pastor, Profeta, Santificador, Puente, consolador, Orante, Poeta y en estos momentos Siervo de Dios.

Damos gracias al Espíritu Santo por haber inspirado a la Iglesia, sin contar la actual diócesis de Ciego de Ávila, la construcción de templos y capillas en número de 77, 25 escuelas religiosas, 2 hogares de ancianos y 2 de niños. Lamentablemente la Iglesia ha perdido en la actual diócesis de Camagüey unos 33 lugares de culto sin ley de expropiación, 25 escuelas religiosas y 4 hogares de amparo. En esta ciudad las iglesias han sido motivo importante para que Camagüey fuera declarada Patrimonio Cultural de la humanidad. Damos gracias a Dios por quienes construyeron estos templos, los reparan y los cuidan para no se destruyan ni pierdan su belleza.

Damos gracias al Espíritu Santo por haber ungido a los sacerdotes que nos bautizaron, nos confiesan, nos dieron la primera comunión, ungen a nuestros familiares y amigos enfermos, nos casaron por la iglesia y nos han acompañado en las alegrías y las penas a lo largo de la vida.

Damos gracias también por los sacerdotes que marcaron nuestra historia en la diócesis. Agradecemos al Beato Eusebio del Niño Jesús el haber escrito la vida del P. Valencia. Felicitamos a la Comunidad de Nuevitas por haber escrito la vida del P. Amaro y revivir su pasión pastoral. Lo mismo deben hacer las restantes comunidades con sus sacerdotes cuyo testimonio sacerdotal permanece presente. Roguemos al dueño de la mies que nuestros seminaristas de San Agustín y San Carlos imiten a tantos sacerdotes ejemplares de ayer y de hoy.

Damos gracias a Jesucristo por los diáconos que nos ayudan a vivir la liturgia, la misión y la caridad.

Damos gracias a la Virgen que se ha hecho presente como Madre de la Luz de Cristo desde hace casi 500 años y que también camina en esta Iglesia como Madre de la Caridad durante 400 años. Ella nos ha mostrado su amor materno a través de las monjas, quienes son las mujeres más bonitas que hay aquí, sin dudas porque Jesucristo se enamoró de ellas y las eligió como esposas. Ellas han marcado y marcan nuestra niñez, adolescencia, juventud y ancianidad.

En esta diócesis de Camagüey está viva y fresca la huella del P. Valencia cuya misión pastoral estaba sustentada por tres principios: construir un monumento a la fe, un templo; construir un monumento a la esperanza, una escuela; construir un monumento a la caridad, un hospital. Esto lo logró frente a la Plaza de El Carmen donde está la Iglesia de El Carmen, la antigua escuela de las monjas ursulinas y el Hospital de mujeres, del cual solo quedan muros exteriores. Por eso en su tumba hay tres imágenes que simbolizan la fe, la esperanza y la caridad.

Como expresión de memoria agradecida y deseo de continuar la obra de Jesucristo, que cumplieron tan santamente los que nos antecedieron, nosotros queremos construir monumentos a la fe, lugares de alabar a Dios y escucharlo en todos los asentamientos humanos de Camagüey. Ante las dificultades de construir nuevos templos, el Espíritu Santo nos ha sugerido las casas de misión, lugar donde se proclama la palabra de Dios, se enseña el catecismo y la práctica de la misericordia y en su momento se celebran los sacramentos. Agradecemos la generosidad de las personas que prestan sus casas y las convierten en casas de Dios.

Queremos construir un monumento a la esperanza, una escuela de la fe, una catequesis donde enseñar el evangelio. Si todos los pueblos de Camagüey conocieran y vivieran el evangelio, el catecismo, los 10 mandamientos ¡qué felicidad! ¡qué alegría! Imagínense todos los padres y madres, abuelos y abuelas respetados y tratados con cariño por sus familias. Imagínense que nadie mate a nadie, ni haya suicidios. Imagínense que todo padre y toda madre protejan al fruto bendito que vive en el seno materno como hicieron nuestros padres con nosotros. Porque de lo contrario si nuestra madre se hubiera hecho el aborto, primera violación de los derechos humanos, nosotros no estaríamos aquí. Imagínense que los novios, cumpliendo los mandamientos de la ley de Dios, vivan la virginidad y los esposos la fidelidad. Es la manera más segura de evitar las enfermedades de transmisión sexual, algunas incurables y otras mortales. Imagínense que no haya ladrones, ni mentirosos, ni personas envidiosas. Si enseñamos el catecismo en las iglesias, casas misión, escuelas religiosas para quienes lo deseen y a través de la radio y de la televisión, podríamos con creatividad y perseverancia, avanzar en este camino de esperanza. Gracias a todos los catequistas por sembrar semillas de esperanza.

Queremos construir monumentos a la caridad. Hoy en la actualidad, guiado por los Hermanos de San Juan de Dios, la Iglesia tiene el Hogar de Ancianos Beato Olallo Valdés que es al mismo tiempo sala de fisioterapia por donde han pasado desde hace doce años 307 904 pacientes a quienes se les han aplicado 1 065 207 tratamientos. La misma Iglesia está construyendo el Hogar de Ancianos Monseñor Adolfo, lamentablemente paralizado en este momento. Pero la caridad no puede detenerse en una iglesia y pueblo amparados por la Virgen de la Caridad que une en el amor a los que auxilian y padecen. El Beato José Olallo Valdés, beatificado en este templo cielo abierto, nos alienta a vivir las obras de misericordia con todas las personas que nos rodean, visitar y cuidar enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar hospedaje al peregrino, vestir al desnudo, visitar y auxiliar al preso, rogar por los difuntos. Así vivió el Beato Olallo Valdés en medio de la guerra de los diez años y en las epidemias. Gracias a todos los que practican la caridad. Son felices y hacen felices a los demás e invitan a los que están en conflicto a vivir esta caridad entre ellos.

El artículo 8 de la Constitución de la República de Cuba afirma: “El Estado cubano reconoce, respeta y garantiza la libertad religiosa”. Y el artículo 18 de la declaración universal de los derechos humanos, cimentada en la naturaleza humana y en el evangelio de Cristo dice:

Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, mediante el culto, la celebración de los ritos, las prácticas y la enseñanza.

Con la puesta en práctica de estos artículos por las instancias sociales y gubernamentales, nuestra Iglesia puede continuar más adecuadamente su misión evangelizadora, educativa y caritativa y hacer de esta tierra la más hermosa que ojos humanos han visto por la fe, la esperanza y la caridad.

San Antonio María Claret, Beatos José Olallo Valdés, José López Piteira, Ciriaco María Sancha, José María Celaya Badiola, Dionisio Ullivarri, José Calasanz, Eusebio del niño Jesús y Juan Pablo II, que bendijeron, con su presencia santa, la Iglesia y el pueblo camagüeyano, rueguen por nosotros, ahora, a lo largo de nuestra vida y en nuestro camino hacia la casa donde ustedes habitan con El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo.

San Pío X, las diócesis de Camagüey y Matanzas, que instituiste por inspiración del Espíritu Santo, no las dejes sin tu intercesión desde el cielo.

Es esta ahora nuestra oración personal y silenciosa.

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