Friday, January 18, 2013

Los imbéciles (por Félix Luis Viera)

En Cuba les dicen comemierdas, en México pendejos, en España gilipollas. Es lo mismo. Al menos en el mundo occidental ellos —y ellas, para estar a tono con las nuevas especificaciones de género, reclamadas sobre todo por las feministas– forman una gruesa capa que aplasta a quienes no somos imbéciles (Según la RAE: Imbécil: alelado, falto de razón). 

Pero hay que ser tolerantes, le decía yo al respecto hace poco a un amigo que tocaba el tema. Sin ellos, los que se consternan con las telenovelas, los que se despepitan por las revistas del corazón, por las películas de Hollywood, los libros de autoayuda, por las más fútiles canciones pop, los que se dedican a escribir mierdas en Facebook, ¿qué nos haríamos nosotros, cuya minoría, debemos estar subsidiados?

Entendamos. Si en este planeta no hubiese tantos comemierdas que degustan y se dedican a lo antes dicho, ¿qué sería de nosotros, de dónde saldría el dinero para subvencionar la ópera, el ballet clásico, la literatura potencialmente trascendente, etcétera?

Es decir, son los pendejos los que nos alimentan. Tomémoslo en cuenta, no vayamos contra ellos. Pensemos además: ¿no sería excesivamente aburrido el mundo si solo estuviera compuesto por personas inteligentes, cultas o aspirantes a serlo, fanáticas de las bellas artes, la buena literatura, el ajedrez, la cuántica, la buena ortografía, la música culta? Sería terrible, del carajo; un mundo monolítico, inmetible. Y más: ¿alguien imagina el colapso económico que se produciría en el planeta, si los gilipollas desaparecieran mañana? Señoras, señores, atiendan: solamente el desempleo, en 24 horas llevaría a la extinción de la humanidad; porque le economía mundial se nutre, en suma medida, de los comemierdas. 

Otro detalle a tomar en cuenta: los comunistas quisieron acabar con la bobería, el consumismo, Batman y esas cosas. Y ahí tienen que los otrora soviéticos estaban furiosos porque en sus repúblicas no había nada de esto, lo cual muchos, enfurecidos, expresaron en entrevistas que se publicaron en 1991 y 1992. O sea, este tema es complejo. Complejo.

Por lo pronto, o en definitiva mejor dicho, estemos claros en que una parte y la otra debemos convivir. Respetemos a los comemierdas. Sin ellos no seríamos nada.

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