Tuesday, February 26, 2013

Las mujeres tienen el derecho de ser putas (por Félix Luis Viera)

Hay un movimiento internacional contra la trata de personas, que hace hincapié en lo que esta calamidad representa para las mujeres menores de edad, reclutadas en uno y otra latitud de pobreza extrema, para convertirlas en prostitutas, esclavas sexuales. Esto es correcto, es una infamia que esto ocurra.

Quiero aclarar, antes de continuar, que me refiero a, como diría el maestro Robertón Pérez, “putas de las que cobran, no de las que traicionan”. Dicho lo cual, aviso que las organizaciones y autoridades le dan demasiada relevancia al tema de las sexoservidoras (como les dicen ahora; una definición que, por lo que veo, sigue discriminando a las mujeres, “servidoras”), a tal punto que la emprenden contra estas mujeres que se ganan la vida, y a veces la muerte, en lo que dicen que es el oficio más viejo del mundo, con lo cual no estoy de acuerdo: el oficio más viejo del mundo es mentir, que sí, es un oficio. Bueno..., la emprenden, decía, sobre todo por acá por Latinoamérica, contra estas mujeres, como si ellas fueran victimarias, no víctimas. Esto lo llevan a cabo fundamentalmente ciertas señoras de la alta sociedad, a las cuales les repugna en demasía la prostitución (o acaso, nadie sabe, temen a perder a sus maridos debido al llamado de una puta cariñosa). Estas señoras y aquellas organizaciones civiles, claman por la decencia: la prostitución debe ser erradicada, es un mal social, afirman (en esto se parecen un poco a los comunistas). Pero no aclaran cómo se van a ganar la vida los millones y millones de putas, por obligación, que subsisten por estas tierras.

Dije putas por obligación, porque hay otras que lo son por profesión y vocación quizás. Conocí a una de profesión, que trabajaba a domicilio, en la colonia Narvarte del DF., fue mi vecina. Rubia, esbelta, joven, con un Chevrolet bastante nuevo, cobraba caro, según me habían dicho otros vecinos. Al fin pude hablar con ella: 

“¿Por qué te dedicas a eso?”.

“Es el mejor trabajo que pude encontrar, y además... me emociona”.

“Te emociona... ¿Y has pensado en ese día en que tus carnes se aflojen, en que ya no sirvas para nada como objeto... y sin haber amado nunca...”

“He amado, he amado a mis padres”.

“A tus padres... Bueno..., ¿pero de qué vivirás, digamos, a partir de los cuarenta o cuarenta y dos años...? ¿Qué trabajo crees que podrías encontrar entonces?”.

Pareció reflexionar durante los diez o doce segundos que demoró en responderme:

“Bueno... llegado ese momento, me meto a feminista”.

Continuará

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Félix Luis Viera (Santa Clara, Cuba, 1945). Poeta, cuentista y novelista. Ha publicado los poemarios: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac*, 1976, Ediciones Unión, Cuba), Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba), Cada día muero 24 horas (1990, Editorial Letras Cubanas), Y me han dolido los cuchillos (1991, Editorial Capiro, Cuba), Poemas de amor y de olvido (1994, Editorial Capiro, Cuba) y La patria es una naranja (Ediciones Iduna, Miami, EE UU, 2010, Ediciones Il Flogio, Italia, 2011); los libros de cuento: Las llamas en el cielo (1983, Ediciones Unión, Cuba), En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983. Editorial Letras Cubanas. Reedición 1986) y Precio del amor (1990, Editorial Letras Cubanas); las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la UNEAC 1987 y Premio de la Crítica 1988. Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (1995, Ediciones Unión, Cuba), Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002, Editorial L´ Ancora del Mediterraneo, Italia, 2005), la noveleta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997. Reediciones 2003 y 2005) y El corazón del Rey (2010, Editorial Lagares, México). Su libro de cuentos Las llamas en el cielo es considerado un clásico de la literatura de su país. Sus creaciones han sido traducidas a diversos idiomas y forman parte de antologías publicadas en Cuba y en el extranjero. En su país natal recibió varias distinciones por su labor en favor de la cultura. Fue director de la revista Signos, de proyección internacional y dedicada a las tradiciones de la cultura. En México, donde reside desde 1995, ha colaborado en distintos periódicos con artículos de crítica literaria, de contenido cultural en general y de opinión social y política. Asimismo, ha impartido talleres literarios y conferencias, y se ha desempeñado como asesor de variadas publicaciones.

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