Gilda Calleja, traductora de este artículo al español
y Yoani Sánchez . (Foto enviada al blog)
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por Gordiano Lupi
Publicado originalmente en Neewsweek
Publicado en el blog con autorización del autor
Conozco virtualmente a Yoani Sánchez desde hace cerca de cinco años, gracias a una amiga cubana, Andria Medina, que vive en Italia y cuando escribe un blog firma como Gaviota. Un día me pasó un enlace a un sitio desconocido: Generación Y y me invitó a leer un post titulado Las dos Habanas escrito por una tal Yoani Sánchez. Inmediatamente me di cuenta de que estaba frente a una cubana valiente, nada apática, inconformista, que dice las mismas cosas que siempre he pensado durante mis viajes y largas permanencias en Cuba. En un primer momento me pareció imposible que la que escribía aquel blog fuera de verdad cubana. Dudaba si habría algo detrás, un apodo, un agente del gobierno, un truco del castrismo. ¡El poder de la propaganda! No podía creer que en Cuba hubiera alguien con el valor de narrar la vida cotidiana del presunto paraíso tropical (¡del que todos quieren escapar!) sin hablar de clichés.
¿A pesar de todo, empecé a traducirla, con pasión, para un sitio de internet italiano: www.tellusfolio.it, una revista telemática de Valtellina, dejando a un lado mis propios libros, dedicándome en alma y cuerpo a aquellos relatos que me recordaban mi Cuba, sobre todo La Habana pobre que conozco tan bien, una ciudad que no huele precisamente a Chanel número 5, ni a queso parmesano, sino a alcantarillas y desesperación. Incluso por eso la amo. Y lucho por ella, porque las cosas puedan cambiar algun día. Para mí, traducir a Yoani Sánchez y a otros bloggeros, como Orlando Luis Pardo Lazo, y además a escritores como Heberto Padilla, Virgilio Piñera, Guillermo Cabrera Infante, es el único modo en el que puedo contribuir a la construcción de una Cuba libre.
Un día Yoani Sánchez me escribió una carta, con sencillez, para pedirme que colaborara traduciendo su blog, ocupándome de la versión italiana del mismo. Para mi aquello fue un sueño hecho realidad, y Mario Calabresi lo concretó aún más al pedirme que gestionara el blog en el sitio de internet de La Stampa. Contribuir a difundir la verdadera cara de Cuba es la tarea que me he propuesto, y lo sigo haciendo con la ayuda de mi amigo Massimo Campaniello, creador de la revista digital Nuova Cuba (http://nuovacuba.wordpress.com/).
Y ahora estoy aquí, a la espera de conocer a Yoani, después de casi seis años de colaborar con ella en la distancia, compartiendo sus ideas palabra a palabra, traduciéndola diariamente, hasta el punto de ser capaz de saber cómo respondería a una pregunta insidiosa. A decir verdad, yo no sería tan diplomático como ella. Ni tampoco tendría su carisma. A cada uno su propio papel, como dirían los latinos. A Yoani la leen regularmente en todo el mundo, excepto en Cuba, donde su blog está bloqueado. Y si no lo estuviera, sería igualmente imposible para los cubanos seguirla, porque no se permite la conexión doméstica, a no ser para alguien que pertenezca al aparato —por ejemplo, Silvio Rodríguez— y una hora de conexión en un punto establecido de internet cuesta US$10. Una suma ingente para un cubano. En cualquier caso, el grupo de blogueros difunde sus ideas a través de CD, lápices USB, páginas impresas. Yoani se conoce por la prensa y la televisión cubana, que la citan, peyorativamente, y la definen como mercenaria. En Italia tengo el honor de haber contribuido, y no poco, a darla a conocer, también gracias a La Stampa de Mario Calabresi, siempre sensible a una voz libre. Es imposible volver de Cuba y no conservar un profundo sentimiento de tristeza y de desilusión ante el descubrimiento de lo que pudo haber sido y no fue. En Cuba existe un capitalismo de estado que mantiene la economía firmemente en sus manos y al pueblo le tocan las migajas. El doble sistema monetario somete a la población —mucha de la cual vive en edificios en ruinas—, exhausta para lograr poner comida en la mesa y tiene que escoger entre comer a duras penas o vestirse con lo mínimo. El único modo de sobrevivir es robando del Estado, en el mercado negro, o sumergiéndose en la ilegalidad ligada al turismo (prostitución, venta de productos falsificados, alquiler de casas y de taxis en negro...). Yoani lo sabe y lo escribe todos los días para recordarle al mundo que las cosas no son como dice la propaganda.
No está sola en su lucha. He conocido a José Conrado, párroco en Santiago de Cuba, uno de los firmantes de la carta al Congreso de EEUU donde se pide una limitación del embargo y su progresiva desaparición, al igual que la reducción, para los ciudadanos estadounidenses, de limitaciones en los viajes a Cuba. Yoani Sánchez y Reinaldo Escobar también la firman, porque saben que el fin del embargo significaría el final de las excusas del gobierno cubano y la demostración de su total ineficacia. El embargo le corta el oxígeno al pueblo, no al poder, por ende ya es justo que termine porque sería el primer paso para promover el cambio. La intervención de la Iglesia católica es importante porque puede favorecer el cambio en Cuba hacia la democracia y hacia el respeto de los derechos humanos. Hay otros jóvenes valerosos que están luchando, como Eliécer Ávila, Rosa María Payá, Guillermo Fariñas, Berta Soler, junto a historiadores disidentes como Elizardo Sánchez. Pero sobre todo está ahí Yoani Sánchez, nuestra Godot, que esperamos ansiosamente en su primera visita a Italia.
De todas las cosas que hago en Italia para promover el conocimiento del proceso de cambio en Cuba, creo que Yoani Sánchez-Esperando la Primavera representa una herramienta importante para conocer los últimos seis años de la historia de Cuba, a través de la vida de un blog, Generación Y, que ha ayudado a cambiarla.
No se pueden encerrar las ideas en una cárcel, como alguien ha dicho. Y de eso Yoani es la demostración viviente.
Traducido del italiano por Gilda Calleja
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