solutio
Es pues, evidente, que el alma humana es de tal modo
que, si sirve a aquello para lo que existe, viva alguna vez
dichosa, libre en verdad de la misma muerte y de toda
otra molestia.
ANSELMO DA AOSTA
De ambos caminos el polvo en el costado,
el latido en la sien; de uno y de otro
deudor y de ambos muerto o bendecido;
en el reencuentro yace sosegada
el alma, el trascendido cuerpo que nada teme,
que nada debe,
para el abrazo apresta
la sustancia que en cierto modo fue.
Nada comienza, no es este el día soñado de los hombres,
el día o la hora en que desamparadas criaturas
volverán a los libros,
a la palabra escrita.
En tanto habrá servido
parte de vos a vuestro humilde anhelo,
y algo que no recuerdas
a ejercicios diversos que es mejor olvidar;
así habrá sido la existencia que negaras
y la existencia toda que presientes.
No es este el día, la hora común,
que no hay lugar al desagravio; equívoco o duda
no has de ver, que nada apreciaría
uno u otra, si allí os reconocieran,
y vos tan sólo existes
en la verdad en la que nunca has muerto.
Que si del alimento liberado, de la sed que le abrasa,
de todo esfuerzo o vana idolatría,
y el pez ya no le elude, y el árbol no le ofrece
su inútil sombra acá y en nada siente
el miedo de la ausencia, el vacío mortal de la renuncia;35
es pues razón de dicha tal estado
y de este abrazo eterno
un puente, de su paso segregado, reunido en sí y eterno
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