Wednesday, August 28, 2013

Cerrado por derribo (por Carlos A. Peón-Casas)

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Aunque no sea exactamente el caso, el añoso y ya casi cinco veces centenario casco histórico de la otrora ciudad de Santa María del Puerto del Príncipe, nuestra siempre y nunca bien ponderada ciudad camagüeyana, puede hacerle muy bien la alusión al título que le pedimos prestado a Sabina.

Intentar acceder a ese corazón neurálgico de la otrora villa desde cualquiera sea el punto geográfico, es hoy por hoy un escabroso asunto que topa de pronto con enormes zanjas que acomodarán a las más disimiles tuberías contentivas del agua, la luz, las líneas telefónicas a la vieja usanza, o cualquier otra de las “redes” de variopinta condición; abiertas como brechas insalvables a lo largo de las vías; o como trincheras de una guerra que se libra con bastante desgano, por cierto, para dotar a la ciudad de un aire de modernidad añadida a su ya cinco veces centenaria edad; renovación que a pesar de las buenas intenciones que la animan, nos parece, va a desdecir bastante de su añeja condición, bien ganada por cierto, como ciudad colonial de muchos y valiosos quilates.

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La acometida de las reparaciones se practican, además en multitud de “objetos de obras” de sobrada complejidad, en una impensable simultaneidad, que vuelve a recordarnos el tema de las batallas más míticas, con el consabido detrimento de que al luchar en muchos frentes a la misma vez, se corre el riesgo de perder al final la guerra; léase en su lugar, la fecha tope, ya casi inminente del próximo 2 de Febrero, día del onomástico fundacional de la otrora villa, máxime si cuando escribimos estas líneas estamos finalizando el mes de agosto de este 2013.

Al lugareño de a pie, amén de las incomodidades que suscitan las no poca calles cerradas, los desvíos inevitables del tránsito rodado, y el forzoso deambular entre el polvo y el lodo consecuente de los trabajos reconstructivos y las desacostumbradas lluvias de este verano, le asaltan de pronto las dudas más perentorias: si acaso la anunciada conclusión de tales reparaciones son para este próximo y ya inminente primer quinto centenario, o para el sexto o el séptimo…

Como consuelo final, este cronista sugiere aceptar la idea, de que las celebraciones ya ad portas de la mítica fundación Puerto Principeña en la otrora comarca del cacique Camagüebax, acaecerán en un ambiente muy similar al de la aquella primera vez, en que los fatigados castellanos,- luego de la inevitable estampida de los predios de Caonao, sitio de la segunda locación de la villa después de Punta del Guincho,-plantaron la famosa Cruz Grande, a medio camino entre el Tínima y el Hatibonico, y se dispusieron a crearlo todo de la nada, y forjar nuevos sueños y esperanzas en esta bendita región.

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