Foto/Blog Gaspar, El Lugareño
"La Sal de los Muertos" presentada por Pro Teatro Cubano en Akuara Teatro
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Vigencia de la Crueldad:
Antes, Ahora y Siempre
por Matías Montes Huidobro
Publicado originalmente en el Programa de la obra "La Sal de los Muertos"
Agradezco al autor comparta este texto con los lectores del blog.
Entre 1960 y 1961 escribí dos obras que nunca se llegaron a representar en Cuba: La sal de los muertos y La Madre y la Guillotina, ambas dentro del marco del teatro de la crueldad, y sobre dos funestos componentes de la historia nacional: la avaricia republicana y los paredones de fusilamiento del castrismo, ambas sobre el discurso de poder: el del dinero y el de la tiranía. La Madre y la Guillotina ha tenido más suerte que la primera, con varios montajes en español y en inglés. La sal de los muertos ha permanecido atrapada en las redes de un discurso histórico y teatral, y no es hasta ahora que sube a escena.
Aunque en particular esta última es un ejemplo representativo del teatro de la crueldad, quiere ser mucho más que eso: un ejemplo clave de la crueldad histórica cubana. Escrita en Cuba en los albores de Playa Girón, las “Palabras a los Intelectuales” y el cierre de “Lunes de Revolución”, representa un análisis demoledor y metafórico de la República, que conocí en sus entrañas. Pero un número considerable de hombres ilustres y de leyes positivas en el orden civil, no justifican la corrupción, el latrocinio, la violencia, la pobreza y la avaricia, en el contexto de un toque de Midas detrás del cual subyacía la podredumbre intrínseca del dinero. Jorge Mañach lo dijo: “Cuba es una de las llagas de América. No una herida solamente: una llaga –con todo lo de pertinaz, quemante y sórdido que tienen esos estragos en carne viva, así sea la carne de un pueblo.” (“El drama de Cuba”, publicado en Bohemia, enero 11, 1959). Como clamaba Gustavo en la Tembladera de José Antonio Ramos: “¡Dinero! ¡Dinero!”, la avaricia era un síntoma funesto de la Republica, que con el paso del tiempo Virgilio Piñera convertirá, en Una caja de zapatos vacía, en “¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!”, síntesis demoledora del discurso histórico de la codicia y de la tiranía.
La sal de los muertos era una obra idónea para estrenarse en Cuba (a pesar del discurso subversivo subyacente) en el momento de su escritura, en el cual los dramaturgos cubanos nos empeñábamos en el análisis demoledor del pasado inmediato. Entre 1959 y 1961, estrenaba y publicaba una obra detrás de la otra: Los acosados, Las vacas, La botija, Gas en los poros, El tiro por la culata. La que ahora se estrena, me la confiscaron y por poco la pierdo. Si bien la escribí sin imposiciones de ningún tipo, no podía seguir haciéndolo cuando la consigna normativa “con la Revolución todo y contra la Revolución nada”, atentaba contra la libertad de expresión y determinó que me fuera de Cuba. Las consecuencias fueron nefastas para la obra, que seguramente se hubiera llevado a escena de no haberme ido, y pasa a someterse al discurso de la crueldad del teatro del exilio que la ha postergado por más de medio siglo.
No obstante lo dicho, no es el pasado, sino el aquí y ahora, lo que está en juego y le da vigencia. El mundo, y entre ellos los cubanos, parece seguir en las mismas. En una estafa de la que da noticia “El Nuevo Herald” el 4 de marzo del 2010, encabezado por un titular que decía “Acusan a pareja de Miami por fraude millonario”, se deja constancia de un matrimonio que utilizando “un esquema clásico de operación tipo pirámide de Ponzi que asciende a unos $135 millones”, había dejado en la calle y sin llavín a decenas de “inversionistas viejos y vulnerables”, en su mayoría cubanos, “que confiaron en ellos los ahorros de su vida”. “Es el pequeño Madoff de Miami”, indicó una de las víctimas, refiriéndose al carismático financista multimillonario de Nueva York, condenado a 150 años de cárcel por un esquema de pirámide con el cual estafó a miles de inversionistas en más de 68 millones de dólares. Y como si fuera poco, los Madoff configuraban una familia mal llevada salpicada con La sal de los muertos. Según cuenta Wikepedia, “el 11 de diciembre del 2010, en el segundo aniversario del arresto de Madoff, encontraron muerto a su hijo mayor, Mark, de 46 años. Este y su hermano Andrew denunciaron las estafas de su padre después de que él mismo les revelara la forma en que ganaba tanto dinero. El cuerpo de Mark fue hallado, colgado con una correa de perro, de una tubería del techo, con señales de suicidio”.
Pero lo cierto de la situación es que la vigencia de la obra reside en la permanencia de la tiranía y los abusos del capital, particularmente en el caso cubano que, con un cuchillo, divide a un pueblo en dos orillas. Esto hace que la crueldad siga en pie, configurándose un círculo vicioso que no termina nunca, donde una crueldad sustituye a la otra. Si Tigre representa la crueldad de un discurso de poder del capital, en el proceso se gesta una batalla campal en la cual Lobito, de la misma o peor calaña que su abuelo, propone una depravada avaricia revolucionaria donde un mal engendra otro, que es peor todavía. Y es en estas circunstancias que el personaje de Caridad esta en escena como posible luz al final del camino, particularmente destacada en este montaje, donde se entretejen elementos de violencia y sangre de la tragedia griega, el expresionismo y el film noir, dentro de una trayectoria de la crueldad ubicada en Cuba en 1958, pero que, estoy seguro, mantiene su vigencia estructural y temática.
Ya el ensayista Arístides Falcón lo había considerado en su enjundioso libro El teatro de la crueldad en Matías Montes Huidobro, cuando afirma que “casi todas las intervenciones de Caridad parecen responder a una realidad atemporal, la cual no deja de ser vaticinadora, hasta el punto de declarar que conoce una salida de escape de la terrible realidad en la que se vive. Predice lo que será la realidad cubana en su querer huir […] Específicamente el soliloquio y el monólogo de Caridad están llenos de deslumbrantes visiones y de premoniciones atemporales que, a la vez, parecen vivir en ella”. “Su nombre recuerda a la Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba […] Se debe resaltar que Caridad en su monólogo utiliza explícitamente, ya casi al final, uno de los símbolos más antiguos de las viejas cosmogonías, el de la imaginería cristiana de la trinidad, recomendados por Artaud.” “Entre el terror de quedarse atrapados en esa realidad horrenda de muertes y la desesperación de la huida, Aura y Lobo [… ] tal vez esperan una absolución milagrosa que los salve en la huida o de esa vida canibalística en que viven”. En otras palabras, a pesar del monstruoso paraje de la crueldad, quizás sea la Virgen de la Caridad la única opción que nos queda.
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“La sal de los muertos”, se presenta en escena en Akuara Teatro
(4599 SW 75 AVE, Miami Fl. 33155) en una producción de “Pro Teatro
Cubano”, dirigida por Christian Ocón, durante tres fines de semana los
sábados (a las ocho y treinta de la noche) y los domingos (a las cinco y
treinta de la tarde) los días 27 y 28 de julio, 3, 4, 10 y 11 de
agosto (informes y reservaciones, 305 640 2422).
Reparto: Christian Ocón, Orquídea Gil, Ivette Kellems, Orestes Graupera, Liset Jiménez y Yoelvis Batista. Asistente de dirección: Carlos Laso. Escenografía y ambientación. Christián Ocón, Maquillaje/Vestuario: Alejandro Galindo. Luces y sonido: Mario García Joya. Con la participación de Lilliana Espeleta, Martha Lizana, Octavio Gallardo. Con el apoyo de Akuara Teatro.
Boletos: $20.00. Descuentos para seniors, grupos de más de seis y estudiantes con ID $15. Informes y reservaciones; 303.640-2422; 786-38-3203; 786-487-8119.
Reparto: Christian Ocón, Orquídea Gil, Ivette Kellems, Orestes Graupera, Liset Jiménez y Yoelvis Batista. Asistente de dirección: Carlos Laso. Escenografía y ambientación. Christián Ocón, Maquillaje/Vestuario: Alejandro Galindo. Luces y sonido: Mario García Joya. Con la participación de Lilliana Espeleta, Martha Lizana, Octavio Gallardo. Con el apoyo de Akuara Teatro.
Boletos: $20.00. Descuentos para seniors, grupos de más de seis y estudiantes con ID $15. Informes y reservaciones; 303.640-2422; 786-38-3203; 786-487-8119.
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