Imagen de la Virgen de la Candelaria.
Catedral de Camagüey
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La legendaria Puerto Príncipe, al igual que otras villas fundacionales cubanas, ha tenido el orgullo de sus procesiones religiosas, que siguen trascendiendo la espesura de los años, y recreando el fértil imaginario religioso de sus pobladores.
Antológicas son en el antiguo terruño las del Santo Entierro, cada Viernes Santo; y la del Re-encuentro entre el Cristo Resucitado y la Virgen el Domingo de Resurrección, que tuvieron su añorado renacimiento, a instancias de nuestro venerable y perseverante obispo Adolfo Rodríguez en el año 1999, luego de su proscripción como hechos litúrgicos por casi tres décadas. Igual suerte había corrido antes la dedicada a la Virgen de la Caridad, que volvió a hacerse realidad en 1998, primero tímidamente alrededor del templo, y luego, y hasta hoy, en su extensión casi original.
Sin embargo, la de la Virgen de la Candelaria, patrona de la ciudad y bajo cuya temprana advocación se fundó la primitiva villa de Santa María del Puerto del Príncipe en 1514, no corrió igual suerte que las anteriores, y será justamente este próximo 1 de Febrero, cuando vuelva a recorrer las calles de la ciudad, en un inédito y dilatado recorrido que nadie puede asegurar sea el originario, acompañando el jolgorio de los primeros 500 años de existencia de la otrora villa principeña.
Pero lo que pocos lugareños saben es que la procesión, de la que no parece ahora mismo haber ninguna evidencia en el imaginario religioso local, pudo al parecer haberse extinguido en las celebraciones citadinas mucho antes que la región fuera reconocida como diócesis, y tuviera su primer obispo en 1915; años antes incluso del advenimiento del siglo XX; remontando sus celebraciones a mediados del siglo XIX, si acaso el hecho no dejó de verificarse mucho antes.
De tal asunto tengo el testimonio de un historiador local, el Sr. Enrique Palacios, una autoridad en temas de la historia eclesiástica de la otrora villa, y quien, a mi muy modesto ver y entender, no se le ha hecho cumplida justicia por sus largos años de paciente y fructífera labor al frente de los archivos de las parroquias de La Soledad y El Cristo, respectivamente.
Palacios es de la opinión que la ya mentada procesión se circunscribió a los tempranos años decimonónicos; y que a partir de entonces, y ya en los años de la primera república y en los años sucesivos, se circunscribió solamente a una ceremonia intra-eclesial al estilo de un solemne Te Deum .
Ya en los años cincuenta, la celebración al uso, ubicaba la entronización de la efigie de la Virgen en los balcones del edificio de la Alcaldía, desde donde se le tributaba cumplida y respetuosa deferencia celebrativa, un hecho del que queda la evidencia en alguna foto ya amarillenta por los años.
Igualmente Palacios cita desde su imperturbable y fabulosa memoria, alguna celebración añadida en el atrio de la Iglesia catedralicia, justo en el costado del templo que mira al Parque Agramonte, hecho del que este cronista recuerda igualmente haber visto una foto tomada durante una de aquellas, en el gobierno episcopal de Mons. Carlos Riu Anglés, el tercer obispo camagüeyano.
La procesión por venir, reeditará sin dudas una tradición muy principeña, en honor de la Santa Madre del Cielo bajo la advocación de la Virgen de las Candelas, patrona de las Islas Canarias, y su recuerdo será parte impertérrita de la memoria de aquellos tempranos pobladores de la otrora comarca, que quisieron que los cubriera con su bendición en estas tierras de Dios, que a cinco siglos de distancia, vuelve a reconocer y testimoniar el apego inefable a sus mejores valores y tradiciones cristianas.
En la otrora villa principeña, hoy Camagüey, a los 29 días del mes de enero de 2014.
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Publicado originalmente en este blog en Febrero de 2014.
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