Estas dos últimas son graves, ¿eh? pero no tan peligrosas como la primera. ¿Por qué? Les explico. La calumnia es pecado mortal, pero se puede aclarar y llegar a conocer que aquella es una calumnia. La difamación es pecado mortal, pero se puede llegar a decir: “pero esta es una injusticia porque esta persona ha hecho aquello en aquel tiempo, después se ha arrepentido, ha cambiado de vida”. Pero la desinformación es decir la mitad de las cosas, las que son para mí más convenientes y no decir la otra mitad. Es así, de lo que se ve en la televisión o aquello que se escucha en la radio no se puede dar un juicio perfecto, porque no se tiene los elementos y no se los dan. De estos tres pecados, por favor, huyan. Desinformación, calumnia y difamación. (ver Texto completo del discurso del Santo Padre a los miembros de la Asociación 'Corallo',
en Zenit)
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