Otra instantánea que ya hace época, un retrato ya en sepia de lo que el fotógrafo califica en Inglés, sobre la propia foto como Commercial Street. Pero a los efectos del retrato, la toma se hace desde la antigua Plaza de la Soledad, mirando a la calle de la Reina, hoy República, y no a la que apropiadamente llevara el apelativo de la calle del Comercio durante todo el período colonial: la de Maceo, aunque es bien sabido que la actividad de negocios y otros rubros del mismo tenor ya tenían también acomodo en la primera citada desde tiempos atávicos.
La datación de esta añeja toma, de la que puede haber otras parecidas, más o menos hechas desde el mismo sitio, y que han proliferado últimamente en carteles alegóricos a nuestra asuntosa villa principeña y sus primeros 500 años, se remontaría presumiblemente a los últimos años del siglo XIX, o a los primeros del XX.
Un detalle es singular para tener en cuenta, la presencia de los cables de la red eléctrica, a lo largo de la calle de la Reina, y el dato sabido que en Puerto Príncipe desde 1890, existió “una planta propiedad de la Empresa de Alumbrado Público…Su presidente, el español Blas Casares…”(1)
De cualquier manera, y por el look de aquellos principeños que aparecen en el retrato, y por la presencia de los antiguos carruajes y volantas, estamos hablando sin dudas de tales años, con más probabilidad específica a los que correspondieron a los de la Intervención americana, de cuya época proliferan por allí, un sinnúmero de viejas fotos como a la que aludimos hoy.
Sin dudas, se trata de otra foto que nos devuelve en el espejo de la memoria ancestral, el ya inmemorial acento de la otrora ciudad principeña, sólo retenida, por la magia que toda imagen fotográfica guarda, la misma a la que cantó el poeta: “Ya de las cosas aquellas/que cuentan viejos ufanos/sólo, en los tiempos que andamos/quedan tus mujeres bellas”(2)
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Notas
- Índice Histórico de la Provincia de Camagüey. 1899-1952. Academia de Ciencias de Cuba. Instituto Cubano del Libro. La Habana, 1970. p.9. Un detalle interesante se acota allí mismo, y alude al precio del servicio de alumbrado público en el año de 1898, que debía pagar el Ayuntamiento, por cada foco y ascendía a 1.20 oro español. El servicio, que ese año y desde abril era extensivo a los particulares, duraba hasta las doce de la noche.
- Fragmento final del poema ¡Adios, Camagüey de ayer! Del poeta local Medardo Lafuente.
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