Cuando nos conocimos, allá por 1966, ni imaginábamos lo que más tarde seríamos, aunque quien escribe, tempranamente (con 13 o 14 años), ya tomaba en serio la poesía, como asimismo poco después —durante mis estudios de pre en Holguín— fue el embullo por la batería (para abandonarla tras la primera clase por el abrumador ruido que no soportaba) y, posteriormente, ya en la Escuela Nacional de Teatro (ENA), por ser un asiduo cinéfilo adoptado y adaptado por la Cinemateca de Cuba, llegaría el igualmente breve entusiasmo por la dirección de cine, que me llevaría, incluso, hasta a hablar sobre el tema con el entonces joven realizador Humberto Solas, cuando había filmado el cortometraje Manuela y preparaba su largometraje Lucía.
Justo en ese tiempo de la ENA, nos conocimos Rodolfo y yo. Ambos con nuestro también condiscípulo Bruno de la Portilla, en muchas noches nos escapábamos de la escuela para —mediante un fabuloso magical mistery tour cercano a The Beatles— llegar y penetrar en la Cinemateca, fabuloso recinto de la cámara oscura, donde disfrutaríamos de la amplia producción fílmica conservada en los archivos de la institución,
En ese tiempo nunca olvidado, ir a la Cinemateca era como asistir a un estreno de la entonces mítica y hoy desaparecida Compañía Teatro Estudio, o cruzar el umbral de la Biblioteca “José Antonio Echeverría”, de Casa de las Américas, a la postre poseedora de una gran atracción para mí por las novedades latinoamericanas que llegaban, como ¿posible? manjar…, siempre que no fueran los incomparables libros de mi preferido Guillermo Cabrera Infante, que jamás estuvieron al alcance de los estudiantes de la ENA, “ignorados y olvidados”, para decirlo con un infaltable título del infalible ensayista colombino Jorge Zalamea.
En esos años de atisbos, descubrimientos y revelaciones, este cronista —antes, ahora y siempre un ávido lector— tomaba en préstamo títulos de autores del Boom quienes, en extenso e intenso listado, iban formando y transformando el gusto literario y estético del entonces estudiante de la ENA, quien lo trasmitía a su condiscípulo (que no era un Pérez cualquiera, pues el talento y un definitorio humour ya eran sus cartas de presentación, virtudes que, en consecuencia, prefigurarían su destino literario).
Ya graduados de la Escuela Nacional de Teatro, un buen día supe, por la prensa escrita, que Rodolfo Pérez Valero había merecido el más importante Premio del género literario por su primera novela No es tiempo de ceremonias.
La alegría la compartí con mutuos ex condiscípulos de la ENA y, entonces otra vez, condiscípulos, pero ahora de la Escuela de Letras de la Universidad capitalina, donde estudiábamos Licenciatura en Literatura Latinoamericana, con otros colegamigos de años y sueños, que hoy, como el cronista, residen en este enorme y acogedor país: los también escritores y periodistas Manuel Gayol Mecías y Mercedes Eleine González, como otros infaltables, tales Irma Pujol, Marta Gómez de Melo y Wilfredo Ramos.
Mas, de ningún modo olvido en ese tiempo a un entonces joven profesor de Filosofia que, siempre controvertible o —empleando un vocablo a la postre esgrimido por la futura Gerontocracia para acusar a quienes, como “el Profe”, eran polémicos—: “contestario”, nos convencía justamente por su agudeza y cultura: Enrique Paterson, a quien hoy Mayra y yo disfrutamos a menudo en el programa “A Fondo”, conducido por el no agudo periodista uruguayo Pedro Sevcec.
Mas tras ese primer volumen, vendrían otros del género policial, en el que Rodolfo se destacaría para convertirse en uno de los mejores narradores contemporáneos del tema policial en lengua española, al punto de que sería reconocido por figuras de la talla del notable escritor mexicano Paco Ignacio Taibo II, quien con no poca razón definiría al narrador cubano como “El gran cuentista del neopolicial latinoamericano”.
Mas, añadiré el texto completo de Paco Ignacio II, porque su juicio valida, como insuperable testimonio, el quehacer del destacado narrador cubano. En consecuencia, lo cito in extenso, pues, las palabras del prestigioso autor azteca corroboran el sólido legado narrativo del autor que se iniciara en estas lides en el ya muy lejano 1974, con aquella primera novela No es tiempo de ceremonia, texto que marcara pauta en Cuba, donde lo policial alcanzara en esos años una amplia repercusión editorial, incluso en otros países latinoamericanos y europeos. Pero, en fin, leamos a Paco Ignacio:
Conocí a Rodolfo Pérez Valero en los intrincados momentos en que formábamos la Asociación Internacional de Escritores Policíacos. Era una apuesta interesante que tropezaba con todos los obstáculos de la guerra fría. Él fue el impulsor junto a Molina de aquel encuentro de La Habana que terminó en el cuarto 611 del hotel Capri donde cinco autores se sumaron a los dos cubanos (Chavaría de Uruguay, Prochazka, checo, Semionov, ruso y dos mexicanos: Ramírez Heredia y yo) para crear la AIEP. Rodolfo practicaba en esos años una versión cubana del whodoneit, que había funcionado entre los lectores locales de una manera sorprendente. Agudo, inquisitivo, trabajador metódico, fue el alma de la revista Enigma, una de las aventuras editoriales más divertidas que recuerdo. Nos reunimos en medio planeta y al final, varias veces pasó por mi casa. Nos vimos mucho en aquellos años y cambiamos mil y una conversaciones, por otro millar de dudas y bien pocas certezas. Estuvimos juntos en los grandes debates de la AIEP, cuando logramos que el voto fuera secreto, o cuando la organización creció más allá del millar de miembros. Nos divertimos rehuyendo manipulaciones e intentos de hacer negocios medio turbios con nosotros como pantalla. Cuando dejó La Habana y se instaló en Miami, pensé que iría a dejar de escribir. Que para él se habían terminado las letras. Un escritor hispano en los Estados Unidos, a no ser que forme parte del gran espectáculo y el marketing, es totalmente inexistente. Perdida la compulsión y el premio de los lectores cubanos, enormemente limitado el tiempo libre, obligado a la cacería del dólar para la supervivencia, de una manera diferente a la habanera, la literatura pasaría a formar parte de lo prescindible. Yo me equivocaba. Tras una breve sequía, lentamente, sus nuevas historias, en forma de cuentos, comenzaron a asomar la cabeza. Y me dejaron sorprendido. Rodolfo conservaba un gusto por la experimentación que tenía desde sus primeros relatos recogidos en los libros: Para vivir más de una vida y Descanse en paz Agatha Christie; pero había algo más, mucho más. Cada cuento era una pieza maestra, que lograba una técnica narrativa diferente. Cada cuento contenía un hallazgo. Entre los narradores policíacos latinoamericanos, el cuento no ha sido afortunado. Si excluimos dos o tres de Ramírez Heredia y algunos de Eduardo Antonio Parra, los narradores del negro buscan la longitud de la novela que les permite desplegar tramas y personajes, ciudades y paraísos pervertidos. Rodolfo en cambio tiene esa agilidad de la trama corta que le permite amarrar en media docena de cuartillas una anécdota y sus historias eran cada vez más ingeniosas. Usó como plataforma y motivación para romper el aislamiento el Concurso de cuentos de la Semana Negra de Gijón, que cumple ahora 22 años. Y ahí siempre variando de seudónimo, comenzó a ganar el concurso, compitiendo año con año contra varios centenares de cuentos de primeras plumas del género negro de España, Cuba, México, Colombia, Argentina, Chile, Venezuela. El resultado no puede dejar de ser calificado como sorprendente: Al paso de los años, ha ganado 5 veces el premio y obtenido una mención de finalista. Desde "Lección 26", que juega con la idea de la variedad wagneriana de los finales, pasando por "Las reglas del juego ", donde Rodolfo suelta el ingenio, hasta el genial "Sinflictivo" que demuestra como un burócrata de izquierda y uno de derecha se parecen como dos gotas de agua. Rematando con dos obras maestras: "Dioses y orishas" y "Querido subcomandante Marcos", donde hay un verdadero combate por la creación de un lenguaje nuevo. Con este libro, donde se reúnen experimentos realizados a lo largo de más de 20 años, Rodolfo Pérez Valero se convierte en el gran cuentista del neopolicial latinoamericano.
Así las cosas, mi fraterno colegamigo, no hay duda del reconocimiento internacional que —tras diversos libros y lauros en el más significativo certamen del género— has logrado edificar, una obra de valía, gracias a tu inveterada pasión por lo policial, iniciada durante los días de nuestros estudios en la Escuela Nacional de Arte, cuando «éramos tan jóvenes» —parafraseando a la dramaturga argentina Aida Bortnik en su formidable guión que, merecedor de un Premio Oscar, dio pie al excelente serial homónimo—.
Por ese tiempo, además, Rodolfo, tuviste un acercamiento a la poesía, que nos reunió en nuestra primera publicación, aparecida con otros textos de varios estudiantes de la ENA en la entonces naciente revista cultural El Caimán Barbudo.
Luego vendrían “otras voces, otros ámbitos”, para utilizar otro singular título, en este caso de Truman Capote y su Other Voices, Other Rooms, que me deslumbrara como nuestros preferidos narradores latinoamericanos Alejo Carpentier, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa et al. Mucho te influiría la honda lectura de estos y otros grandes autores de primera fila que, hoy ya clásicos, eran entonces la vanguardia del llamado Boom de la literatura latinoamericana de los ‘60
No es tiempo de ceremonias no sólo fue un éxito significativo y una de las primeras novelas policiacas en la Cuba del “Quinquenio Gris” —tal denominara el crítico Ambrosio Fornet aquel triste período oscuro de la narrativa cubana, luego renombrado “Decenio Gris” por otro caro colegamigo: el historiador y crítico teatral Rine Leal—, sino acaso el primer best seller cubano de esta vertiente literaria, querida por nadie menos que por el sabio mexicano Alfonso Reyes, sin olvidar que otro “monstruo”: el argentino Jorge Luis Borges, también escribió ensayos sobre el tema y, con Adolfo Bioy Casares, algún relato policial.
De ese tiempo hasta ahora —varios decenios mediante— hay un trayecto vital y literario que ahora disfrutas como se saborean los éxitos ganados con el esfuerzo y el talento.
Mas, no creo infértil, como homenaje a nuestra querida ENA, mostrar el influjo del inolvidable centro en nuestra promoción, muy bien expresada por ti, caro Rodolfo el 25 de octubre de 2011, en el siguiente correo:
La ENA me marcó positivamente de tal manera que es parte importantísima e indeleble de mi formación como creador pero, además, de mi formación como persona. Cuando leo los nombres de los campamentos La Sacra, o Palo Seco, comprendo que, afortunadamente, esos fragmentos de vida no sólo son intensos en mi memoria, sino también en las de otros amigos.
Recuerdo cada callejón del Country Club, cada albergue, cada trillo por el que caminamos nuestra adolescencia, y cómo nuestra presencia se extendía a sitios de la ciudad, como la Cinemateca. Por eso, encontrarme con amigos como Enrique Martínez, Rafael J. Almazán, Waldo González, Humberto González, Vary y escribirme con otros como Francisco Candelaria y Yulky Cary, es una forma no sólo de comunicarme con ellos, sino de recordar a cada rato, que vivimos en común una época insólita y enriquecedora, que nos une. Saludos a todos, mis hermanos de la ENA.
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WALDO GONZÁLEZ LÓPEZ (Puerto Padre, Las Tunas, Cuba. 1946) Poeta cubano,
ensayista, crítico literario y teatral, antólogo y periodista
cultural. Graduado de Teatro en la Escuela Nacional de Arte (1971) y
Licenciado en Literatura Hispanoamericana, Universidad de La Habana
(1979).
Hasta el 2011, cuando abandonó la Isla para venir a residir a Miami,
integró la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en sus
Asociaciones de Poesía, Literatura para Niños y Teatro.
Laboró en la Escuela Nacional de Arte (donde impartió clases de Historia
de la Literatura para Niños y Jóvenes, en la Cátedra de Teatro para
niños fundada por él y la actriz y directora escénica María Elena
Espinosa, y de Historia del Teatro Universal y del Teatro Cubano,
también creó el Archivo de Dramaturgia).
Recibió importantes distinciones por su quehacer como escritor y
periodista. Colaboró con publicaciones cubanas y extranjeras con
ensayos, artículos, crónicas y poemas. Sus versos han sido traducidos al
inglés y francés y publicados en revistas de EUA y Francia, así como
ha publicado poemarios en México y Colombia, y un volumen de ensayos
sobre lectura y literatura en Ecuador.
SÍNTESIS BIOGRÁFICA:
Estudia el preuniversitario en la ciudad de Holguín y lo abandona para
trasladarse a la capital, donde primero cursa el idioma francés, luego
estudia Teatro en la Escuela Nacional de Arte (ENA) y, más tarde, la
carrera de Literatura Hispanoamericana, en la Universidad de La Habana,
de las que se graduó, respectivamente, en 1969 y 1979.
Integró el Centro Cubano de la Asociación Internacional de Teatristas
para la Infancia (ASSITEJ, auspiciada por la UNESCO); las Asociaciones
de Artistas Escénicos y de Escritores de la UNEAC (Secciones de Poesía,
Traducción Literaria y Literatura para Niños y Jóvenes). Fue Asesor del
Teatro Nacional de Cuba.
En la Isla, publicó una quincena de poemarios, un volumen de ensayo, dos
de crítica literaria y otro de crónicas, así como diversas antologías
de poesía y poesía para niños, décima y décima para niños, cuento y
teatro.
Ha traducido del francés, entre otros, a los importantes poetas Jacques
Prévert, Marie de France, Molière y Joachim du Bellay. En 1994 apareció
su antología París at night, del poeta francés Jacques Prévert
(con selección y traducción suyos) Asimismo, en 1994 le solicitaron
versiones de textos de importantes poetas de Polonia, luego incluidas en
la antología Poesía polaca (Editorial Arte y Literatura, 1994).
Tradujo y dio a conocer en Cuba a la importante poeta contemporánea
canadiense Denise Boucher, ex Presidenta de los Escritores de Québec, de
quien vertió al español varios textos, publicados en un número
especial de la revista Casa de las Américas.
Ensayos suyos fueron incluidos en varias antologías como: Nuevos críticos cubanos, Acerca de Manuel Cofiño y Valoración múltiple: Onelio Jorge Cardoso.
Su labor como poeta, ensayista, crítico y antólogo ha sido reconocida
entre otros, por las pedagogas y antólogas puertorriqueñas Flor Piñeiro e
Isabel Freire de Matos en su Literatura Infantil Caribeña; el profesor y ensayista jamaicano Keith Ellis, residente en Canadá, en su estudio Cuba’s Nicolás Guillén: Poetry and Ideology, y el antólogo y ensayista español Antonio Merino en su Nueva poesía cubana.
En el ámbito nacional, diversos ensayistas y críticos de prestigio se
han ocupado de sus múltiples libros. Así, el ensayista, poeta y narrador
Antonio Gutiérrez Rodríguez, quien en su volumen Estudios sobre la
décima, incluye un estudio sobre sus espinelas.
En Cuba, fue jurado consuetudinario en eventos literarios, teatrales y
de periodismo cultural, y participó en Congresos de la UNEAC, foros y
otros encuentros con especialistas nacionales y de otros países.
Desde 1990 hasta 2001, fue periodista cultural de la revista Bohemia. Antes laboró en otras como Mujeres y Muchacha, de la que fue uno de sus fundadores en 1980.
INTERÉS POR LA POESÍA:
Un buen día de su adolescencia y, sin las muchas lecturas que vinieron después, tras leer El reino de este mundo,
de Alejo Carpentier, su novela que más le sigue gustando, escribió su
primer poemario (inédito) “A ras del tiempo”, a partir de hechos de
realismo mágico y de lo real maravilloso, acontecidos en nuestra América
fabulosa. Tal fue su iniciación seria con la poesía.
RECONOCIMIENTOS:
Diploma al Resultado Científico por su Colaboración a la nueva Historia de la Literatura Cubana, en tres volúmenes, otorgado por el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente.
El Laúd y la Medalla del Cucalambé, impuestas por el Poder Popular provincial de Las Tunas.
El Diploma por la Labor Realizada en Apoyo a la Décima, concedida por la Universidad “Camilo Cienfuegos”, de Matanzas.
Reconocimiento por su labor Escritor y Crítico Literario otorgado por la Presidencia del Instituto Cubano del Libro.
Medalla “Raúl Gómez García”.
Primera Mención, Concurso “Plural” (México, 1990) a su poemario Salvaje nostalgia.
Premio "13 de Marzo" 1976, Universidad de La Habana, a su poemario para niños “Poemas y canciones”, publicado en 1977.
Premio “La Edad de Oro” de Canción para Niños.
Primera Mención Concurso “La Edad de Oro” a su poemario Poemas y canciones.
BIBLIOGRAFIA ACTIVA
SELECCIÓN DE SUS POEMARIOS:
Salvaje nostalgia (Mención Concurso “Plural”, México, 1991; publicado en Cuba ese año).Casablanca (Colombia, 1995). Las palabras prohibidas (antología de su poesía, entre 1983 y 1995; Cuba, 1997). Ferocidad del destino (2010). Espinelas con espinas (décimas, 1981).Que arde al centro de la vida (décimas, 1983), Estos malditos versos (décimas, México, 1999; Cuba, 2001.
CRITICA LITERARIA:
Escribir para niños y jóvenes (1983). La décima dice más (2004). La décima, ¿sí o no? (2006).
CRONICAS:
Niebla en la memoria (1990).
POEMARIOS PARA NIŇOS:
Poemas y canciones (1977). Donde cantan los niños (1983). Jinetes del viento (1989). Libro de Darío Damián (décimas, 1995).Voces de la querencia (2004).
ANTOLOGIAS DE TEATRO:
La soledad del actor de fondo (primera antología del monólogo teatral cubano), 1999. Teatro cubano de fin de siglo (cinco piezas en un acto, 2001).
OTROS LIBROS.
Entre el 2001 y el 2011 publicó, además:
Viajera intacta del sueño. Antología de la décima cubana (2001). Añorado encuentro. Poemas cubanos sobre boleros y canciones (2001). Este amor en que me abraso. Décimas de José Martí (2003). De tu reino la ventura. Décimas a las madres (2003). Que caí bajo la noche. Panorama de la décima erótica cubana (2004). La lectura, ese resplandor (antología de textos sobre literatura y lectura, (Ecuador, 2009). Esta cárcel de aire puro. Panorama de la décima cubana en el siglo XX (en coautoría con Mayra Hernández Menéndez; Editora Abril, en 2 volúmenes: 2009 y 2010).
LIBROS ÍNÉDITOS:
Libro de Rodrigo Damián (poesía para niños).
EN MIAMI:
Desde su arribo a Miami en julio de 2011, ha tenido una amplia
participación en la vida cultural y en numerosos eventos, como los
siguientes:
2011
-El teatrista y creador de la web teatroenmiami.com Ernesto García lo invita a colaborar con esta página (premiada por Google) y le ofrece una columna.
-Integra el jurado de la primera edición del Festival de Teatro de
Pequeño Formato, de la Compañía ArtSpoken, dirigida por Yoshvani Medina.
-Conforma el equipo de colaboradores del anual Festival del Monólogo
Latinoamericano, de la Compañía Havanafama, dirigida por Juan Roca.
-Es invitado a colaborar con la revista digital Palabra Abierta, por su
fundador: el narrador, poeta y ensayista cubano Manuel Gayol Mecías.
2012
-Merece el Tercer Premio de Poesía del X Concurso Internacional “Lincoln-Martí”.
-Invitado por el destacado teatrista Matías Montes Huidobro, lee su
ponencia «Nostalgia y crítica en la dramaturgia de Cristina Rebull», en
el Congreso Internacional «Celebrando a Virgilio Piñera», celebrado del
12 al 15 de enero en la Universidad de Miami.
-Es invitado a colaborar en el blog Gaspar. El Lugareño, por su creador Joaquín Estrada Montalván.
2013
-Invitado por la Presidencia del Gremio Artístico Latinoamericano. GALA
(integrada por la teatrista boricua Maddy Rivera y el escritor
cubanoamericano Antonio Armenteros) integra la nueva agrupación.
-A petición de la Presidencia de GALA, funge como Jurado del Concurso Internacional de Poesía «Facundo Cabrales».
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