La sombra, atributo de la noche, puede ser un personaje, puede ser una vida inefable, y un ámbito impalpable, y un abismo que llama y se hace sensación de lo inasible; pero es, además, el desamparo de un grito sin eco, que es el mayor testimonio de soledad: lo que no responde. De esta manera, hay una asociación desoladora de la sombra con la soledad. Así abre su primer balcón para asomarse a los ojos y oídos del mundo, esto es, a los otros, al no yo, la autora de “Testigos de la noche”, con su primer poema “Sombra”.
Nos encontramos así, de súbito, ante agudas interrogantes dentro de aquel ámbito impalpable, hacia donde nuestro ser “tiende la mano abierta y vacía” buscando a tientas el hallazgo del amanecer. Y, al final, constatamos que la mano seguirá aún solitaria “al final de la sombra”.
En el poema “Tristeza”, ante los vaivenes de la vida, se nos presenta “una pregunta insondable/ y eterna...”. Y es que se nos interponen asuntos de problemas sin tiempo ni definitiva solución, que siguen atenazando al ser humano, ante los que “El hombre se levanta/ desnudo/ con sus manos sedientas...” interrogantes que vienen desde el fondo lejano de los tiempos... y hacia lo adelante infinito.
Ante esta problemática intemporal e ineludible, el poeta Enrique González Martínez escribió: “Mañana los poetas cantarán en divino/ verso que logramos entonar los de hoy.../ y al oír nuestro canto, con desdén repentino/ echarán a los vientos nuestra vieja ilusión... Y todo será inútil, y todo será en vano,/ será el afán de siempre y el idéntico arcano.../ Y ante la eterna sombra que surge y se retira,/ recogerán del polvo la abandonada lira/ y cantarán con ella nuestra misma canción”.
Es así que ahora se nos presenta Janisset Rivero a enfrentar esas preguntas, a estrenar sus respuestas, y a descubrir esos atajos de la vida de todos y de siempre. Y cabe decir “descubrir”, porque cada asunto que enfrentamos poéticamente es un descubrimiento, puesto que lo que el poeta vislumbra desde su personal perspectiva, es un nuevo descubrir –aunque lo haga con similar o diferente forma- otra vez.
Y aunque esos asuntos del espíritu eterno se hayan afrontado en indagaciones anteriores, cuando el poeta los indaga, les da otro hálito trascendente, que sólo proviene de la intuición, del alumbramiento de su subjetividad creadora.
En el poema “Ese día”, (dedicado a Tula, persona fallecida) Janisset se sitúa ante la tumba de ese ser querido y reserva para una fecha incierta del encuentro, no ya con lo físico de la persona muerta, sino con lo esencial de su alma, “mi rezagado beso...”. Ese que llegará tarde, porque lo fatal ha querido que así sea. Por eso es “el beso de las horas...”, (he aquí la imagen del tiempo), las horas a destiempo, el que no pudo acercarle a ese ser querido. Y vislumbra una forma esencial de cariño, de la acción del beso, cuando ya no palpita “su amado corazón”. Y concluye como consuelo, el encuentro en la tumba, en cuyo “lecho” besará “su hermosa alma”. Es así como el beso en esencia, adquiere una intemporalidad que trasciende por el contacto “luminoso” del “alma”.
Cuando en el poema “Desde aquí”, al decir “...siento que pasa ‘todo y nada’, la autora se acerca a la contradicción armónica de la vida, en donde está el todo y la nada. Y aparece el fiel de la balanza de la existencia, que es la muerte, desde cuyos extremos se balancean el todo y la nada, ante lo que siempre se alza el gran “secreto”, que se concreta en “la pregunta, siempre alerta/ del destino”.
Así a lo largo de este poemario la autora retoma –como decimos al comienzo- los asuntos de todos, el canto repetido y siempre nuevo cuando lo aborda la poesía.
Estamos ante una poesía y una poeta que siempre lleva un mensaje, algo que sí quiere decir, compartir con los demás, y por eso pretende ser clara, darse en un lenguaje que propicie la comunicación. Pero no es una poesía de hechura realmente coloquial. Porque su comunicación no adopta el esquema de un conversatorio, con ese lenguaje bastante banal, como el del andar cotidiano propio de este estilo, sino que la forma expresiva en Janisset, se ayuda a veces con la magia de lo subjetivo, con la metáfora que, bordeando la frontera de lo irracional, enriquece por vía de lo sugerente, el mensaje que se extiende más allá del alcance de las palabras directas. He ahí la hermosa hibridez de cuyas posibilidades disfruta la poesía en estos tiempos de postmodernidad.
De tal suerte, en el poema “Si no podemos”, nos encontramos al inicio: “Si no podemos vencer/ el grito de la noche/ los cortantes cristales/ de la ausencia.../ Si no podemos, al fin/ provocar que amanezca”; y al final: “Podremos desvestir el hastío/ deshojar la soledad/ que habita en el silencio/ y encontrar más allá del espejo/ un bosquejo azulado de alborada”.
¿Qué encontramos en medio de este poema? Lo fatal, lo que nos viene dado y no podemos cambiar, como “provocar que amanezca”. Y, ante lo irrebatible, lo sugerente viene dado en “deshojar la soledad” (noción esta última repetible en el poemario); lo que se concreta en la inesperada metáfora del “espejo” (por no decir lo que nuestra pupila refleja), y con “bosquejo azulado de alborada”, nos propone el consuelo de lograr, al menos, algo parecido –sustituto- de lo anhelado. Pero en esa función de armonizar lo irracional, esto aumenta en belleza y trascendencia el mensaje que nos envía y la profundidad del concepto.
En opinión del filósofo alemán Johannes Pfeiffer hay dos actitudes a adoptar para enfrentarse a la poesía, atendiendo sólo a su contenido o tomándola “únicamente por la forma”. Atendiendo sólo a la forma, la poesía –expone Pfeiffer- es sólo un campo de “valiosas creaciones verbales”, agregamos que, de hecho, es lo superficial.
En cuanto al contenido, entre otros de sus aspectos está que buscamos en la poesía experiencias, y participamos “de las tensiones de la vida”, que a todos nos atañe.
Es desde este último aspecto que nos encontramos con los poemas de “Testigos de la noche”, de Janisset: los problemas, anhelos, alegrías y dolores, las preguntas y el misterio de la existencia, las tensiones de la vida, a que se refiere Pfeiffer, que han inquietado y motivado al ser humano en el tiempo. Pero agreguemos a eso, como ya señalamos, que junto a la claridad expresiva que observamos en estos poemas, en su mensaje va unido, en armonía enriquecedora, la magia de lo sugerente poético, por la audacia metafórica que trasciende el asunto.
El poeta aconseja, lo que acontece en el camino de su vida y comenta en su canto, sirve a los demás, al lector que encuentra en el contenido del poema estímulo, remedio o alivio, júbilo compartido, participación en los asuntos que el poeta describe y, en cierto modo, normas para la vida. Es así que con el título “Vida”, aquí la autora aconseja: “Deja que el puñal quiebre tu corazón.../ En el dolor fecundo de la vida/ encontrarás el beso elocuente del destino.../ Respira cada amanecer hasta agotarlo,/ y que tu luz nazca como una flor/ insólita y nueva”.
Al inicio dijimos que la sombra, atributo de la noche, puede ser, además de un personaje, “el desamparo de un grito sin eco”. Así, más adelante, Janisset en el poema “El grito de la noche”, toma a la noche como una entidad actuante, viviente ser hermoso y temible, que describe “sobre un corcel de abismos/ cabalga despeinada./ Ojos de mar sereno, labios de espada/. Su grito/ ese canto despiadado/ que penetra la calma...”. Ahora en el reino de la sombra, los “torpes sueños viejos” se deshacen en contorsiones. “Ahora ya cayó el velo/ que ocultaba discreto/ sus hirsutos cabellos”.
No está ausente en el libro el tema político, mejor calificarlo de cubanía, en cuyos poemas hay una más discreta y llana comunicación expresiva, donde el mayor énfasis está en el mensaje testimonial.
En el poema “Transparencia” hay una exaltación innominada al cubano que tras su muerte dejó sus “manos aferradas a la aurora”, y al final dejó sembrada la flor insólita de un beso “en el jardín silvestre/ de tu patria”. Para después en “Compás de aurora”, dedicar el poema a un héroe y mártir de la lucha del pueblo contra el despotismo. “¡Qué falta hace que amanezca!/ ¡Qué el silencio se rompa/ como un cristal gastado.../ El grito de la noche y el silencio/ ceden a tu paso ascendente/. Amanece”.
Después, como recorriendo una galería de héroes y de mártires de esta lucha, vienen las imágenes y alegatos vivientes de muchos que han fallecido en el intento glorioso de rescatar la patria. Y ese sentimiento patriótico de la autora se concreta finalmente en la tristeza de estos versos: “Llorar por una isla, por un canto,/ por un tiempo feliz, una alborada”.
Todas las angustias y reveses que, entre otras cosas, afrontamos en el camino de la vida, adquieren una mayor intensidad ante el asunto de la patria adolorida. Y si antes, Janisset aspira a que estas contingencias usuales del vivir queden recopiladas en los poemas surgidos por esos motivos, durante el viaje por la vida, y escribe: “Hace falta un camino.../ que guíe hasta la soledad.../ todas las palabras/ de esta noche”; ahora las angustias y reveses de la patria merecen un canto de más altas implicaciones, que la autora justifica en el final del poema titulado precisamente “Testigos de la noche”, culminando en su esencia este libro, expone: “Nosotros/ que dejamos/ la savia de la tierra amada/ decidimos intentar ser libres/ y no acabamos de serlo.../ Testigos de la noche,/ caminantes, silentes,/ persistentes, osados,/ irredentos; ya aprendimos/ a morir mil veces,/ y de nuevo a nacer/ a la esperanza”.
Dr. Angel Cuadra
Marzo de 2014
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Invitación a la presentación del poemario Testigos de la Noche (Editorial Ultramar), de Janisset Rivero.
Jueves 5 de junio, 2014 a las 7 00 p.m.
UM Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos
UM Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos
Casa Bacardí • 1531 Brescia Avenue
Coral Gables 33134
Publicado por la Editorial Ultramar, división de Artes Miami, Testigos de la Noche es el segundo poemario de Janisset Rivero, escritora y activista cubana residente en Miami. Prologado por el poeta y escritor Angel Cuadra, el poemario plantea las preguntas existenciales que han inquietado y motivado al ser humano en el tiempo, con claridad expresiva, magia y audacia metafórica.
Presentación a cargo de:
Dra. Aida Levitán, Presidenta • Editorial Ultramar/ArtesMiami, Inc.
Publicado por la Editorial Ultramar, división de Artes Miami, Testigos de la Noche es el segundo poemario de Janisset Rivero, escritora y activista cubana residente en Miami. Prologado por el poeta y escritor Angel Cuadra, el poemario plantea las preguntas existenciales que han inquietado y motivado al ser humano en el tiempo, con claridad expresiva, magia y audacia metafórica.
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Dra. Aida Levitán, Presidenta • Editorial Ultramar/ArtesMiami, Inc.
Dr. Angel Cuadra
Luis Felipe Rojas Rosabal.
Lectura de poemas por parte de Janisset Rivero
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ver en el blog
Selección de textos de "Testigos de la Noche" ( por Janisset Rivero)
(Miami) Janisset Rivero presenta su poemario "Testigos de la Noche"
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