Queridos hijos e hijas:
Dos refranes de nuestro idioma son: “Ayúdate, que Dios te ayudará” y “A Dios rogando y con el mazo dando”. Ellos nos enseñan que, en toda obra, Dios hace su parte y nosotros debemos hacer la nuestra. Pensé en ello ante la nueva enfermedad con un nombre difícil de pronunciar: Chikungunya, palabra del idioma Kimakonde que significa “doblarse”, en alusión al aspecto encorvado de los pacientes debido a los dolores en las articulaciones.
Dos refranes de nuestro idioma son: “Ayúdate, que Dios te ayudará” y “A Dios rogando y con el mazo dando”. Ellos nos enseñan que, en toda obra, Dios hace su parte y nosotros debemos hacer la nuestra. Pensé en ello ante la nueva enfermedad con un nombre difícil de pronunciar: Chikungunya, palabra del idioma Kimakonde que significa “doblarse”, en alusión al aspecto encorvado de los pacientes debido a los dolores en las articulaciones.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) la Chikungunya es un virus que transmiten ciertos mosquitos. Entre los síntomas están la fiebre, dolores musculares y en las articulaciones, náuseas, dolores de cabeza, fatiga y sarpullidos. Esta enfermedad es transmitida por los mismos mosquitos involucrados en la transmisión del dengue (el Aedes aegypti y el Aedes albopictus) muy mencionados entre nosotros, sobre todo el primero. Y una advertencia que hace la OPS ya todos los cubanos la conocemos muy bien: los criaderos de mosquitos son un significativo factor de riesgo para la expansión del Chikungunya. La enfermedad, siempre según la OPS, puede presentarse entre tres y siete días después de la picadura de un mosquito infestado, y puede durar entre dos y doce días. Se debe distinguir la Chikungunya del dengue. Si bien en ambas enfermedades los pacientes pueden padecer dolor corporal difuso, el dolor es mucho más intenso y localizado en las articulaciones y tendones en la Chikungunya que en el dengue. La mayoría de los pacientes se recuperan totalmente, pero en algunos casos la afectación de las articulaciones puede persistir.
Volviendo a los refranes del principio, hablemos primero sobre el “Ayúdate” y el “con el mazo dando”, o sea, la parte nuestra. Todos conocemos los esfuerzos de las autoridades de Salud para eliminar los criaderos de mosquitos. No es correcto, por tanto, actuar como si esto no fuera algo serio y, por ejemplo, evitar la fumigación de nuestros hogares, o no ir al médico si tenemos fiebre. Escuchemos los consejos de quienes nos piden tener limpios nuestros patios y techos. Igualmente debemos insistir en nuestro aseo personal porque el cólera o las enfermedades diarreicas agudas siempre andan dando vueltas a nuestro alrededor.
Pasemos ahora a la segunda parte de los refranes: “Que Dios te ayudará” y “A Dios rogando”. Las personas de fe sabemos del poder de la oración a Dios. Fue el propio Jesucristo quien nos enseñó: “Pidan y recibirán, busquen y hallarán, llamen y se les abrirá” (Mateo 7, 7). Ante un sufrimiento (cruz, lo llamamos los cristianos), ante la aparición de una epidemia, debemos cumplir las indicaciones de Salud Pública… ¡Y DEBEMOS REZAR! Recuerdo ahora la entrevista que le hacían, hace muchos años atrás, a una joven de mi comunidad, hoy médico, y que entonces aspiraba a formar parte del primer destacamento médico que estudiaría Medicina. Le preguntaron si tenía alguna religión. Contestó que sí, que era católica. Y uno de los entrevistadores le planteó, según él, un “problema”: “Si te traen un día a un enfermo que hay que operar de urgencia, ¿qué es lo primero que tú haces: operar o ponerte a rezar?”. Fue linda y educativa la respuesta de aquella muchacha joven al experimentado doctor. Ella le contestó con otra pregunta: “¿Por qué usted me sugiere hacer por separado lo que puedo hacer al mismo tiempo?”.
Termino copiándoles e invitándolos a rezar con frecuencia en estos días, esta oración inspirada en la que el sacerdote José de la Cruz Espí (más conocido por Padre Valencia), pidió colocar en las casas, en 1835, cuando la epidemia del cólera en Camagüey. Él había sufrido, siete años antes, la enfermedad del dengue.
Jesucristo, vencedor, que todo en la cruz venciste:¡vence, Señor, la epidemia por la muerte que tuviste!Por tu gran misericordia y dolorosa pasión, de tan epidemia cruel salva tú nuestra nación.Bendice a toda persona que lucha por desterrar de la familia cubana este doloroso mal.El dolor de cuerpo y alma te pido, Señor, se acabe, poniendo de intercesora a tu Santísima Madre.Gloria al Padre Creador, gloria al Hijo Redentor,y al Espíritu Divino siempre alabanza y honor.Amén.
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Foto/Catedral de Guantánamo-Baracoa (por Ena Columbié, para el blog Gaspar, El Lugareño)
Texto tomado del website de la COCC
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