La Habana, (PL) Un grupo de familiares y amigos de Fernando Alonso, padre de la escuela cubana de ballet, acudieron el pasado lunes 28 de julio a su tumba para rendirle tributo a un año de su muerte.
Según constató Prensa Latina, resultó un tributo demasiado íntimo para alguien cuyo fallecimiento causó tanto dolor y cuya impronta es incuestionable en cada triunfo de los bailarines cubanos.
Este lunes, la tumba del maestro amaneció sin coronas ni mensajes de recordación de las instituciones que le deben su sabiduría. Solo un ramo de rosas comprado por sus allegados adornó la lápida.
Maiuly Sánchez, una de las presentes, recordó que Alonso trabajó su vida entera para el arte, y así sembró una semilla para colocar el nombre de Cuba en la historia universal.
Y en verdad, sin Fernando quizás no habría una Alicia Alonso, ni tampoco esa escuela cubana de ballet reconocida en todo el mundo por la vigorosa proyección escénica y virtuosismo de sus bailarines.
Sin embargo, este año en que Fernando cumpliría un siglo de vida, el Ballet Nacional de Cuba decidió dedicarle su próximo festival internacional al dramaturgo inglés William Shakespeare.
Entre los méritos de Alonso destaca su vocación pedagógica, que no solo contribuyó a convertir en estrella a Alicia Alonso, sino a varias generaciones de bailarines cubanos deudores de su saber.
Además, mantuvo su vínculo con la Escuela Nacional de Ballet, que para muchos debería llevar su nombre, como propuso la exbailarina Aurora Bosh en el pasado congreso de los intelectuales de Cuba.
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ver en el blog El maestro Fernando Alonso (por Roberto Méndez )
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