Calle 8, Miami
Foto/Gaspar, El Lugareño
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El gran guillotinador Maximilien de Robespierre nunca pensó tener un discípulo en Cuba, discípulo que lo superó con creces.- La necesidad de mantenerse en el poder obliga al crimen.- Estos dos bárbaros no mataban por matar, sino por vocación innata. Sobre estos verdugos siempre nos quedaremos con la curiosidad de cómo pudieron ser padres de familia y funcionaron en el seno familiar; aunque de que nos vale que algunos digan que han sido padres ejemplares, hijos ejemplares, esposos ejemplares si han sido pésimos gobernantes. Han perseguido a sus adversarios sin compassion y sin piedad.
En el caso de Robespierre sabemos que guillotinó 42,000 en el caso de Fidel la cifra se desconoce, aunque me atrevo a asegurar que supera a la del francés con creces por los casi seis decenios que se ha dilatado en el poder y por la variedad de maneras de exterminio, pues entre fusilados, ahogados en el mar, muertos por desnutrición y los adversarios eliminados de manera diabólica e ingeniosa es difícil constatar con exactitud la magnitud de su crimen.
A pesar del sufrimiento, de la manipulación y el horror un pequeño grupo de cubanos en el exilio se empecinan en echarle fango a quienes se escapan de la Isla y juzgan de traidores a los que visitan a sus familiares en Cuba. A veces parece algo intencional para seguir viviendo de la tragedia política que nos ha tocado vivir. Lo otro sería que sean tan incompetentes que no se hayan dado cuenta que es realmente lo mejor para todos.
Tengo un amigo que dice que los más beneficiados con el éxodo de los balseros han sido los marielitos, porque se quitaron la etiqueta de recién llegados y con ello los epítetos de lacra, de gentuza.
Los poderosos que no apoyan en nada y que al parecer las tantas manzanas, el brócoli, la espinaca y el salmón los han vuelto optimistas ahora lo que hacen es agredir a los que llegan; olvidando que alguna vez ellos también llegaron, sin embargo se dedican a embestir a las nuevas generaciones a base de torpezas; haciéndose pasar por víctimas cuando en realidad ellos se han convertido, de alguna manera, en victimarios. Víctimas son los que han sido torturados y están mal de salud, y tienen miedo, y no quieren ser torturados nunca más. Los que le han allanado sus hogares los militares castristas. Víctimas son los que han quedado mudos por el miedo y ni siquiera se atreven a escribir.
Ojalá, pueda dejar claro que el enemigo de nosotros no es Cuba sino los Castros. Así que si no va a Cuba, usted ha confundido al enemigo. Muchas veces decimos: “a estos cubanos les han lavado el cerebro” o “los tienen chantajeados con algún videíto”. Si les lavaron el cerebro o los tienen chantajeados son víctimas del sistema y no merecen nuestro odio, nuestros ataques. Eso divide y hace daño a la causa, al igual que los que tienen sus propios disidentes, sus favoritos, sus peones de ajedrez a los que endiosan, mientras satanizan a los otros que se juegan la vida en la Isla – como fue el caso de Osvaldo Payá Sardiñas de quien tanto difamaron aquí- Eso también divide y hace daño a gran escala.
No faltan los que ofenden soezmente a personas que aunque piensan casi igual a ellos discrepan en unos pocos puntos. Los ventajistas que han hecho carreras políticas a costa de las vicisitudes del cubano. Algunos han pedido soga y sebo, otros se han atrevido a pedir un levantamiento en armas a un pueblo que no tiene armas, como si fueran magos. !Que desalmados estos últimos!
Tal vez este resentimiento, estas contradicciones, esta intolerancia sean el parecido o la diferencia de la revolución castrista con la revolución francesa y probablemente sean las consecuencias por las cuales el caudillo criollo muera en su cama, mientras el guillotinador francés murió víctima de su propia ley y de su propio pueblo.
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ver en el blog La Luz de Rodrigo en el Versailles
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