Wednesday, March 18, 2015

El Camaguey a vista de pájaro. Una postal (por Carlos A. Peón-Casas)




La imagen que hoy reseñamos fue tomada desde el aire, la zona retratada corresponde a una sección aledaña a las márgenes del río Hatibonico a su paso bajo el señorial puente de la Caridad, a la altura de los prolegómenos de la barriada homónima. 

El minuto en que un anónimo fotógrafo a bordo de alguna avionetica al uso sacó esta instantánea, parece corresponderse con los años finales de la década de los cincuenta del pasado siglo XX. El aparato aéreo viene volando en dirección oeste sur-oeste, siguiendo la silueta del río, al que se le alcanza ver cruzar a la izquierda de la foto, para internarse en la frontera entre los repartos Vista Hermosa y El Jardín, discurriendo por debajo de otro puente, este más moderno que el que guarda la titularidad del nombre ancestral de la barriada de la Caridad.

La foto nos descubre igualmente en un plano intermedio, al antiguo Mercado de Abastos, que hoy a retomado parecidas funciones a la de antaño, y donde el abuelo paterno de este escribidor tenía en propiedad por esa época, un bar donde también mi padre ayudaba al suyo a ganar el sustento de la familia, después de terminadas sus clases en el entonces Instituto de Segunda Enseñanza a un par de cuadras no muy largas del aquel sitio.

Mirando a la derecha de la foto casi en un primer plano, aparece el famoso Número 1, según se me dice por los que lo conocieron, una casa de citas, ubicada en el caserón colonial a todas luces de finales del dieciocho, que en la actualidad ha sido rebajado hasta sus mismos cimientos, sin esperanzas ya de que pudiera ser “intervenida” por los ingentes planes de restauración en la ciudad, luego que la desidia y otras hierbas lo condujeran a tan penoso estado.

Por el lado opuesto luego de cruzar el río, la foto nos recrea la antigua casa de la familia Agramonte-Simoni, hoy Palacio de los Matrimonios, resaltando la inmensa extensión de terreno que la acompañaba, incluyendo una bien poblada arboleda en una especie de quinta, y extendiéndose hasta la misma calle Cuba.

Bien mirado, hasta el mismísimo río luce más límpido que el que ahora conocemos, con sus márgenes menos deforestadas y un poco de más verde, aunque es bueno aclarar que sus males, empezaron el día en que las alcantarillas citadinas fueron a dar a su nada ampulosa corriente, un hecho inevitablemente anterior a la foto. 

De cualquier modo, la imagen que hoy recreamos ayudará a los más memoriosos, y quizás también a los nostálgicos de aquella comarca ya fenecida, a hacer un bonito ejercicio de memoria, que como dice el refrán, recordar, hasta donde se pueda, es volver a vivir.

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