Desperté como a las cinco de la mañana. En ese minuto no sabía qué hora era. Afuera se escuchaban unos gritos diciendo: "Agáchense o disparamos, agáchense o disparamos". Pensé que estaba soñando.
[Un operativo que involucró más de un centenar de agentes liderado por ocho agentes federales de la Unidad Táctica de la Patrulla Fronteriza (BORTAC) tenían la casa rodeada].
Al principio no entendía nada. Ahora sé quiénes eran, pero en ese minuto no tenía idea. Estaba en el living de la casa. Había tanto caos que nadie estaba pensando.
En eso yo miro a Elián, que estaba gritando y llorando y nadie se daba cuenta. Fue increíble. Debe haber habido entre 10 y 12 personas dentro de la casa. Todos estaban corriendo de un lado a otro, asustados, sin saber qué iba a pasar.
Yo soy de esas personas muy racionales que pueden parar un momento y pensar qué es lo que hay que hacer.
Díaz, el fotógrafo, logró colarse entre las decenas de personas que estaban en la entrada e ingresar a la casa.
Entonces corrí y agarré a Elián en brazos. Me fui hacia los dormitorios. Es una casa muy pequeña, no debe haber más de tres metros entre el living y los dormitorios.
Intenté entrar a una de las habitaciones. Estaba cerrada. Entonces fui a otra habitación y golpeé, abrieron, entré, cerraron la puerta y lo próximo que oí fueron unos golpes.
Era Alan Díaz, el fotógrafo de AP quien entró. Yo le dije: "Alan, tienes que salir de acá, estos tipos pueden disparar".
La foto del Pulitzer
Entre que yo entré y llegó Alan fueron segundos. Habrá sido un minuto, 50 segundos. Él estaba afuera con otros fotógrafos y de alguna manera tuvo el suficiente coraje para saltar la cerca, entrar a la casa y llegar donde estábamos nosotros.
Yo le digo: "Tenemos que salir de aquí, de alguna manera". Él me dice que van a entrar en cualquier momento, que van a estar aquí en dos minutos. Ni siquiera fueron dos minutos. Y el resto es lo que ves en la foto.
Yo estaba parado al lado del clóset, no adentro. No sé de dónde salió la versión de que yo estaba escondido en el clóset. Por la manera en que se ve en la foto creo que fue fácil para los medios asumir que estaba en el clóset, pero no. No estuve nunca dentro, estaba al lado.
Estábamos discutiendo con Alan qué hacer cuando la puerta se abrió. Creo que entraron tres hombres armados y empezaron a gritarme: "Pásame al niño" y otras cosas que no voy a repetir. Empezaron a maldecir, a insultar.
Donato Dalrymple hoy recuerda esos minutos como "una pesadilla".
Yo les dije que pararan, que iban a herir a un niño pequeño. Si tú miras la foto te das cuenta de que yo tenía al niño en un brazo y con el otro lo estaba apuntando (al patrullero), mi boca está abierta, tratando de dialogar con él. Le decía que no le pasaría al niño mientras siguieran apuntándolo.
Elián estaba completamente en shock. No entendía qué pasaba. No hablaba inglés, entonces tampoco entendía lo que decían. Imagínate, un niño de esa edad… ¡era una pesadilla!
"Bingo"
Así el agente se da vuelta hacia Alan y le dice que baje la cámara. Ahí es cuando Alan para de tomar fotos. Vuelve a apuntarme a mí y en eso una mujer aparece en la habitación. Otra agente. Ahí le digo al agente: "No te paso el niño a ti, pero sí a ella".
Entonces yo me acerco y le paso a Elián a ella. Es la agente mujer que aparece después en las fotos cargando a Elián. Entonces uno de los agentes grita "Bingo". Bingo significa "lo tenemos".
El niño fue sacado llorando por una agente mujer, a la que Dalrymple le pasó a Elián luego de una breve negociación.
Ella nunca dijo nada, ni media palabra. Recibió al niño y salió en medio segundo.
Los agentes nunca bajaron las armas. Del momento que los escucho gritar afuera hasta que entran en la habitación fue muy rápido. La operación completa, desde que desplegaron los agentes hasta que salieron a la calle con el niño en brazos no duró más de tres minutos, pero para mí fue eterno.
Elián fue llevado a Washington, donde lo esperaba su padre para llevarlo de regreso a Cuba. Allí compartió con el propio Fidel Castro.
Por un buen rato seguí pensando que era un sueño. Levantarse al medio de la noche, a los gritos, con gente diciendo "agáchate o disparamos". Entonces entran tres hombres armados… no sabía si era verdad o producto de mi imaginación.(Leer texto completo en BBC Mundo)
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