Friday, April 10, 2015

(Miami) Editorial Silueta presenta "La Casa por Dentro" de René Rubí Cordoví



Podría decirse que “La casa por dentro” es un poemario Bildungsroman; de un aprendizaje no sólo literario, también vital. Más que poetizar a la experiencia, René Rubí se auxilia de la poesía para mostrar su realidad, su búsqueda, ese “misterio inmóvil” que el verso oculta.

A semejanza de Raskólnikov, hacha en mano para darle muerte a Usura –viejecilla que lo mismo habla ruso, que está en un poema de Pound o en una olla caribeña, o que tienta al monje budista para sacarlo de sus meditaciones–, René Rubí escribe sus poemas; o para decirlo con mayor exactitud: su Bildungspoema. Letra que profundiza (es hacha), da con el hueso (sonido, palabra, sintaxis), y sigue su descenso/ascenso hasta un claro sonoro (prosodia, musicalidad del pensamiento) donde se siente/sentimos “el aire que entra, el aire que sale”.

Libro travesía donde el poema se lleva en la mochila, a modo de diario: niño que balbucea sus noches, luego hombre que escribe/testimonia, para finalmente ser el poeta (Raskólnikov Zen) que pone en su sitio, una por una, a las palabras. (Pablo de Cuba Soria)

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Umbral

Cuando atravesamos el umbral de la casa terminan los 

[miedos,

una voz interna nos anuncia el comienzo por los 

[corredores de ese largo camino hacia la luz . 

Allí cada nuevo objeto, cada minuto va recobrando vida, cada
sonido es un regreso al templo.

Los trovadores que te acompañan y te enseñan el camino son
alabados por el universo.

Ese duro trabajo, ese pulimento los convierte en Dios...

Afuera quedan los rugidos, el lento babear de la bestia, el
 milenario dragón que no quiere ver tu luz, 

que ríe con tus ansias y dolores, que se alimenta de tu 

[ceguera.

Pero el tiempo responde, y la luz de la galaxia nos toca con su
dedo...

Entonces nos erigimos también en finos trovadores y 

[danzamos hacia lo infinito acompañados con la buena suerte
del amor. Paso a paso.

Y ese duro trabajo, ese pulimento nos convierte en Dios.



Zen


Tú que te tiras de los barrancos con alegría,

Milarepa duende,

Tú que viste la luna donde siempre ha estado hermosa Chiyono.

Música son ahora para mi ejercicio, oro puro anidado en las
cañas de bambú.

Sobre los lotos y la profunda flor de los cerezos

les voy haciendo un monasterio, dentro de mí lleno de dicha,
quebrándolo todo con la mejor respuesta:

Yo Soy.



Ancestral


La piedra cruje 

en la antigua caverna de los hombres, un haz de luces, de
ceremonias mágicas nos ha bendecido desde esos tiempos hasta
hoy.

Toco la nieve convertida en mar, convertida en luz desde una
autopista lejana, que pasa por miles de rostros, que me anuncia,
que me canta...

¡Cuántos años desde mi isla! y ahora aquí,

–Nasrudin de los caminos– desnudo y aprendiendo, sobre la
marcha aprendiéndolo todo.

Por eso, cuando tú en la intersección me dejas pasar primero, a
mí y a mi descuidado auto sin pintura, yo te saludo, como los
nativos de estas regiones solían hacer, con la palma de la mano
extendida hacia el sol.

Entonces, aunque nadie lo sepa, con ese saludo despierto la
antigua ceremonia, el jardín amurallado, la primera vida.

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