Los Mandamientos, lejos de limitar la libertad humana, la hacen posible. LeBron James es un gran jugador de baloncesto, pero no porque crea que puede inventar las reglas del juego a medida que se desplaza por el tabloncillo. Al obedecer las reglas del baloncesto, su talento se ve libre, no restringido.
Antes de poder hablar bien un nuevo idioma, tienen que aprender la gramática. Puede parecer que la gramática sólo se trata de reglas. Los mandamientos son como una “gramatica” – es la gramatica que nos permite hablar el lenguaje del amor. Para hablar en ese idioma, es preciso aprender las reglas acerca del control de sí mismo, de la pureza de corazón y de mente, y se trata de aprender cómo negarse a sí mismo, a respetar a los demás, a servir en lugar de ser servido. Y a medida que aprenden la gramática, tienen que practicar, practicar, practicar… En realidad, conocer y observar las reglas facilita, en lugar de dificultar, jugar el juego. De la misma manera, los Mandamientos, las reglas del vivir cristiano, nos dan la libertad para abrazar un futuro de amor. (Leer texto completo en el website de la Arquidiócesis de Miami)
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