El agudo intelectual cubano Luis Álvarez aclaró que, tratándose de la Editorial Ácana, no podía ser juez y parte. “Nada que diga parecerá objetivo”, refirió por sus estrechas relaciones de trabajo y su función como director de ese centro un par de años. Sin embargo, este miembro de la Academia Cubana de la Lengua retrató con ecuanimidad el pertinente asunto de la cultura, a propósito del aniversario 25 de ese sello de Camagüey.
“La editorial ha luchado —y deberá seguir haciéndolo— por una cuestión esencial de la que, lamentablemente, no todas las editoriales de su tipo se han ocupado: la calidad del trabajo de edición, corrección y diseño. El libro puede tener una apariencia hermosa, pero si su texto está mal trabajado, todo se ha perdido. Incluso en editoriales nacionales el cuidado de la calidad del texto deja mucho que desear. Si a eso añades el descenso de la calidad editorial en algunos periódicos, el riesgo cultural es grave, porque son elementos que operan directamente sobre la formación cultural de la población”.
Este profesor e investigador titular de la Universidad de las Artes en la provincia señaló los conflictos cotidianos de las llamadas editoriales territoriales.
“Ácana ha buscado un equilibrio en las áreas temáticas de sus libros. Pero hay muchos retos aún: se necesita un proceso de selección cada vez más estricto, que priorice la calidad y el respeto al lector. Sobre una editorial provincial se ejercen muchos problemas: uno importante, el de los escritores que quieren a toda costa que se les publique y no quieren atender consideraciones editoriales ni juicios críticos. Otro, de carácter tecnológico y de suministros”. (Leer texto completo en Adelante)
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