"Cuando las mujeres tejen,/ una lógica se establece entre el caos/ y la creación espontánea", escribe Sergio de los Reyes, en este libro en el que la poética anda a la caza de logos -Heráclito vigila camuflado tras un graffiti urbano o deslizándose sobre los alados "patines de Mercurio"-. Como el oscuro de Efeso, el poeta persigue un orden natural, algo que le revele su primigenia analogía; por eso, desde las calles del Toronto hipster baja al linde rural del río a beber, observa "El lago que vomita un ciervo/ y lo devuelve a su ceguera", enfoca el lente en pequeños panoramas ("poderes diminutos que transportan/ aun más diminutos poderes"); encuentra, en cambio, metáfora, espanto y oxímoron. Queen Street West traza puentes, conjura precarios equilibrios, madruga, anticipa. Hay una melodía premonitoria alterada por acordes de la memoria, tan sedienta que bebe y retrata paisajes intangibles, truca estampas citaditas que parecen capturas de pantalla, y aún dentro de universos reales o imaginados, inventa. En ese espacio de las epopeyas cotidianas ancla este libro, con el que Sergio de los Reyes forja con sosiego su fusta y su flauta para domesticar el caos.
Joaquín Badajoz
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