Foto/CamaguebaxCuba
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Que me disculpen los que se conectan via WI-FI en los sitios creados al efecto en esta otrora villa, y en tantas otras partes de la Isla, y que se han convertido, luego de pagar la crecida suma de dos CUC, por sólo una hora de conexión, en asiduos internautas, el nuevo y más rentable pasatiempo nacional que se proporciona a los cubanos al interior de Cuba.
Ya se sabe que la apertura a Internet que se obtiene por intermedio de las cuentas de navegación Nauta, dota a los cubanos de este hic et nunc de una posibilidad que les quedaba remota y traspapelada, reducida sólo al uso del correo electrónico, en tiempos donde no poder acceder de alguna u otra manera a la Red de redes de manera expedita, es un pecado de verdadera lesa humanidad.
Pero donde digo digo, tengo que decir Diego, por lo menos en lo que respecta a mi ignorancia de los saberes asociados al mundo digital, sacada la cuenta de que pertenezco generacionalmente al analógico, donde ha discurrido una parte sustancial de mi vida, y donde por lógica deducción, no existieron estas nuevas posibilidades comunicativas signadas por artilugios tecnológicos de punta, prestaciones varias, la nube, y vaya a saberse cuántas novedades más.
Es por ello, que en la única experiencia al respecto en que he participado, de la mano de mi hijo mayor, y por intermedio de su teléfono celular y su ordenador, aunque más por el primero que por el segundo, he tenido la sensación que puede tener el pez fuera del estanque… y aunque he podido ver y escuchar gracias a IMO, a mis parientes miamenses, me sigue quedando un sabor encontrado en tan tecnológica experiencia.
No niego el desarrollo, pero en verdad la experiencia comunicativa que se vive de puertas afuera en los sitios al uso, donde se conectan todos, desdice bastante el sentido de privacidad con que se deben manejar ciertas cosas, máxime si en esas ágoras, a pleno sol, agua y sereno, dicho en buen cubensis, eres partícipe involuntario de los intríngulis más variopintos de la vida del prójimo que sin mucho recato, y sin que tampoco parezca preocuparle mucho, airea su vida privada, y desnuda sus más caros anhelos y esperanzas.
Para mí entonces, como antes para Pijirigua, que me lo dejen a la antigua, o por lo menos, que me pueda servir de esa inevitable tecnología digital con un poco más de recato y sentido común, ah, claro y a precios más asequibles……
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