(ACI Prensa) Francisco, promotor clave del acercamiento diplomático entre Cuba y Estados Unidos, señaló como Arzobispo de Buenos Aires en 1998 que el mensaje de San Juan Pablo II al pueblo cubano y a Fidel Castro “contiene una profunda reflexión acerca de la necesidad de franquear el camino que permita a los ciudadanos cubanos participar en la vida civil de ese país”.
“Es necesario para Cuba y para otras naciones, emprender un plan tendiente a transformar algunas estructuras y en especial sus instituciones políticas, para sustituir regímenes corrompidos, dictatoriales o autoritarios, por otros democráticos y participativos. La libre participación de los ciudadanos en la gestión pública, la seguridad del derecho, el respeto y la promoción de los derechos humanos, se erigen como requisito imperativo, como condición necesaria para tender al desarrollo del hombre, de todos los hombres”, afirmó Mons. Bergoglio.
Antes de terminar su ensayo, el hoy Pontífice señaló en 1998: “Al preguntarnos sobre cuáles son los derechos que la Iglesia reivindica como naturales del hombre, nos encontramos con la completa enumeración de Pío XII en su Mensaje de Navidad de 1942: 1º El derecho a conservar y desarrollar la vida corporal, intelectual y moral; 2º El derecho a una formación y a una educación religiosa; 3º El derecho al culto de Dios, privado o público, comprendido en él el ejercicio de la acción caritativa religiosa; 4º El derecho, en principio, al matrimonio y a la obtención de su fin; 5º El derecho a la sociedad conyugal y doméstica; 6º El derecho al trabajo como medio indispensable para el mantenimiento de la vida familiar; 7º El derecho a la libre elección de un estado de vida y también, por consiguiente, del estado sacerdotal o religioso; 8º El derecho al uso de los bienes materiales en la conciencia de los propios deberes y de los límites sociales.
"Todos y cada uno han sido abordados en la visita de Su Santidad a Cuba, desarrollados en los diálogos sostenidos con los distintos sectores de la comunidad". (Leer texto completo)
“Lamentablemente –advirtió-, llegamos a la conclusión que muchos de ellos, por motivos varios y que no siempre responden a una lógica clara, han sido anulados, mutilados u ocultados durante largo tiempo al pueblo cubano”.
Sin embargo, aseguró que “mientras exista injusticia, se alzará la voz de la Iglesia para que el reclamo de los que sufren sea oído y reconocido. Este gran cambio en las sociedades del mundo no se dará sin antes transformar el corazón de cada uno de nosotros. Esta transformación del corazón será el inicio de la libertad de conciencia, base y fundamento de los otros derechos humanos”.
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