Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín que comparta con los lectores del blog su entrevista a Pedro Pablo Peña, que apareció publicada originalmente en la revista Caritate del mes de agosto de 2015.
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Gracias a este hombre “apostólico y cubano”, la Capital del Sol tiene, va a hacer ya muy pronto veinte años, el festival de ballet más importante de todos los Estados Unidos: el Festival Internacional de Ballet de Miami; y el Ballet Clásico Cubano, una compañía donde los bailarines que desertan del Ballet Nacional de Cuba (B.N.C.) –entre otros– han encontrado siempre un cálido apoyo y un escenario digno donde continuar sus carreras, con excelentes reposiciones en su haber de los más importantes ballets de la historia de la danza, como Giselle, El lago de los cisnes, Carmen, El corsario, Don Quijote y La fille mal gardée, entre otros.
Cuando Pedro Pablo decidió dedicar la gala anual del Ballet Clásico Cubano de Miami, el 15 de junio del pasado año, a homenajear a los Ballets Rusos creados por Serguéi Diáguilev, no tenía la menor idea de que, pocos días antes de la función, nueve jóvenes bailarines del Ballet Nacional de Cuba abandonarían la compañía en Puerto Rico –cual “nuevos rusos”, y arribarían a Miami, donde encontraron enseguida un gran apoyo por parte de Pedro, al punto de que los incorporó sin dudarlo un instante a los rigurosos ensayos para la emblemática y significativa función, y a pesar de que apenas tuvieron una semana para prepararse, la gala resultó un gran triunfo para el ballet cubano en libertad, como lo fuera a inicios del siglo XX (1909) la creación de los Ballets Rusos de Diáguilev, que se convertirían a partir de 1917 en la exitosa alternativa del ballet ruso lejos del poder soviético.
A petición popular, el Ballet Clásico Cubano de Miami realizó una segunda gala con grandes selecciones de los Ballets Rusos, el domingo 27 de julio de 2014, dado el gran éxito que tuvo la primera,
En esta segunda gala, además de siete de los bailarines arriba mencionados, participaron –cual hijos pródigos que regresan al lugar donde primero recibieron apoyo– algunos de los seis que desertaron del B.N.C. en México en el 2013, y el bailarín Jaime Reytor, quien, pese a no haber viajado a Puerto Rico con dicha compañía, recibió una visa para viajar a los Estados Unidos, y aprovechó la oportunidad para venir a Miami y unirse a sus compañeros.
El razonamiento de Pedro al respecto es muy claro: “Poco a poco, los mejores se han ido marchando de Cuba en busca de libertad y de oportunidades artísticas. La lista es enorme. En nuestro festival han bailado año tras año todos los que se han ido, como las hermanas Lorna y Lorena Feijóo, dos de las más grandes e indiscutibles artistas hispanas y mundiales de los últimos años”.
Pedro Pablo fue bailarín del Gran Teatro de La Habana –que agrupaba ballet, zarzuela, ópera y bailes españoles, bajo la dirección de Joaquín Banegas– y después ejerció como coreógrafo titular del Teatro Musical de La Habana. En los aciagos días del éxodo del Puerto del Mariel en 1980 pudo escapar de Cuba, apenas con lo puesto.
En 1994 fue contratado por la Warner Brothers como coreógrafo para la filmación de El especialista, una película de acción de Hollywood dirigida por Luis Llosa, protagonizada por Sylvester Stallone, Sharon Stone, James Woods, y coprotagonizada por Eric Roberts y Rod Steiger, cuyo soundtrack contiene en su mayoría pop latino, donde sobresale el éxito de Gloria Estefan Turn the Beat Around.
Por si fuera poco, Pedro Pablo también ha sido acreedor de la Llave de dos ciudades del Condado Miami Dade: Miami y Miami Beach, y en 2011 formó parte del jurado de la edición del Premio Benois de Danza –el Oscar del ballet– que se celebró en el Teatro Bolshói de Moscú, donde recibió ese importante galardón el bailarín cubano Rolando Sarabia, a quien Pedro Pablo tanto apoyó en el Ballet Clásico Cubano de Miami después de que Rolando saliera del Miami City Ballet.
Además de su compañía –el Ballet Clásico Cubano de Miami ya mencionado–, Pedro es el fundador del Festival Internacional de Ballet de Miami, que en este año 2015 llega a su vigésima edición, lo cual es un enorme ejemplo de amor a la danza y del triunfo del “acento latino” en el ballet mundial, gracias a la pasión, la visión y el tesón de quien es además su director.
Otros importantes reconocimientos, como el Premio Legacy –de la comunidad gay de Miami– y el XVIII TUMI USA AWARD-20I3, también le han sido otorgados a este incansable promotor del ballet, el arte y la cultura en Miami.
En medio de la vorágine que representa estar preparando la XX edición del Festival de Ballet Internacional de Miami, el maestro Pedro Pablo Peña accedió a darnos una interesante y esclarecedora entrevista sobre sus inicios, donde, a pesar de su modestia, resalta su quijotesca batalla para que Miami se haya ido convirtiendo en la importante plaza que es ya para el ballet mundial:
Pedro, en un país y una época en que muy pocos hombres se atrevían a desafiar los prejuicios existentes sobre los bailarines, ¿cómo fue tu llegada al ballet?
Bueno, te voy a ser sincero, yo llegué al Conservatorio Municipal de Rastro y Belascoaín para estudiar piano, pero, mientras cursaba el primer año, yo veía un movimiento hacia el piso de arriba –donde se daban las clases de ballet–que me llamó mucho la atención, y como incluso podía escuchar las lecciones desde abajo, un día subí y me quedé prendado con lo que allí observé. Eso fue al principio de la Revolución –yo tenía trece años–; entonces llegué a mi casa y le dije a mi papá que quería estudiar ballet, y él no lo aceptó, así que a los catorce años me fui de mi casa.
Tuve que esperar un año, hasta que empezara el nuevo curso en el Conservatorio, para presentarme, y gracias a Dios me aceptaron por mis condiciones físicas. Luego de dos años allí, las clases de ballet en el Conservatorio fueron suspendidas, y matriculé en la academia privada de Ana Leontieva en Miramar, donde ella y su madre daban clases de ballet. Recuerdo que la madre –Yeny le decían– era una mujer muy interesante, que daba unas clases muy fuertes. Después de eso, hice una audición para la Escuela de Ballet de L y 19, en El Vedado, para acompañar a las chicas de la primera graduación –éramos seis muchachos–, donde tomé clases con Azari Plisetski, Lorenzo Monreal y Eduardo Recalt durante tres años hasta que esa primera generación de bailarinas –Mercedes Vergara, Marta García, entre otras– se graduó.
Aquí en Miami has logrado lo que veinte años atrás parecía imposible; ¿cuáles son los “molinos de viento” que has tenido que enfrentar, cuáles has podido vencer, y cuáles no?
Gracias a Dios, yo he vencido bastantes molinos, pero siempre quedan molinos por vencer. Yo pienso que todavía en Miami –y en el mundo– hay mucho que hacer por la danza, y esa considero que es mi misión, por la que han valido la pena todos los sacrificios, todas las batallas, aunque siempre haya nuevos retos que vencer.
Algunos de esos “molinos” han sido la no aceptación, la envidia, la intolerancia, la traición…; que te hacen mella, pero que a la vez te enseñan tanto para seguir luchando por tus sueños y poder alcanzar tus metas.
¿Cuál es tu ballet preferido?
Mi ballet preferido es Giselle, aunque como director artístico y amante del ballet considero que todos los grandes ballets clásicos tienen que prevalecer y ser esmeradamente cuidados.
Sé que le has pedido ayuda para el ballet a determinadas figuras muy poderosas del mundo del espectáculo que residen y “reinan” en Miami, y que ni siquiera te han contestado las cartas, ¿cuál es tu opinión sobre esta ausencia de mecenazgo por parte de ellas?
La gente tiene que identificarse un poquito más con las propuestas artísticas; quizás estas personalidades no ven el ballet clásico como una necesidad para la comunidad donde residen, pero puedo entender que la gente con dinero tiene la libertad de decidir qué apoyan y qué no.
¿Consideras que el gobierno de la ciudad de Miami y el del Condado Dade hacen lo suficiente por el arte y la cultura para sus ciudadanos?
El Condado sí. Gracias al Condado Dade nosotros existimos –el Condado tiene su Departamento de Asuntos Culturales–, pero antes de Tomás Regalado ningún alcalde de Miami se había interesado por dar apoyo y fondos para el desarrollo de la cultura en esta ciudad.
Al fin lograste inaugurar el Miami Hispanic Cultural Art Center, sede definitiva del CCBM y del nuevo Archivo del Ballet Cubano en el Exilio, ¿cómo se consiguieron los fondos, y qué representa este flamante centro para el desarrollo del ballet en Miami?
Estos fondos fueron dados por el Condado Miami Dade, gracias a las gestiones del Comisionado Bruno Barreiro, del distrito al que pertenece nuestra organización, y al Departamento de Asuntos Culturales del propio condado; ayuda que debíamos haber tenido desde hace mucho tiempo, pues en 1983 fue cuando comenzamos nuestro trabajo cultural en Miami.
Este nuevo centro representa la verdadera oportunidad de tener aquí en Miami “la escuela cubana de ballet”, con audiciones, grandes maestros invitados –bailarines cubanos y extranjeros de nivel internacional– , donde los estudiantes ya tienen la posibilidad de formar parte de la compañía una vez graduados –el lugar es también la sede del Ballet Clásico Cubano de Miami.
Además, hay una galería de arte, donde se realizan conciertos, exposiciones y tertulias culturales todos los meses
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