El Papa Francisco se entregó en alma y cuerpo hasta el extremo, con una resistencia que solo una voluntad de bien puede sostener. Únicamente los miopes de espíritu no apreciaron su cercanía, sencillez y voluntad de tener una expresión para todos los cubanos. Sus llamados a una “revolución de la ternura” y a la reconciliación, su propuesta de servir a las personas antes que a las ideas, o aquello de que “quien no vive para servir no sirve para vivir” (frase original de la santa madre Teresa de Calcuta), han calado en muchos cubanos. Del mismo modo calaron sus palabras a los jóvenes y su propuesta a no dejar de soñar si de veras desean un mundo distinto, a no “arrugarse” y a “crear amistad social”; y es cierto que este encuentro del Papa con los jóvenes, aunque transmitido en vivo por la Televisión Cubana al igual que los demás eventos, no tuvo el eco posterior en la prensa nacional que tuvieron los otros, como si lo visto esa tarde de domingo frente al Centro Cultural Padre Félix Varela no hubiera ocurrido o no fuera importante, lo que da razón al Papa y al joven que le acompañó cuando ambos se refirieron a los “conventillos” de las ideologías y de las religiones. Curiosa omisión por demás, si se tiene en cuenta la acogida que tuvo, tanto en el estudio de televisión como en los televidentes, la presencia oportuna y la intervención acertada del joven sacerdote Rolando Montes de Oca. ¿No ganamos todos del trabajo en equipo logrado entre los profesionales de la Televisión Cubana y el sacerdote? De eso se trata. (Leer texto completo de Tras la visita del Papa Francisco, en Palabra Nueva)
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