Fotos/Blog Gaspar, El Lugareño (por Rodrigo de la Luz)
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Hoy he despedido a unos amigos que se van. Irse significa en buen cubano mudarse de país. Estos como muchos hoy se mudan a Estados Unidos, a Miami, con más propiedad. Antes se fueron sus hijos mayores, ahora lo hacen los padres con la benjamina de la familia que ya es una adolescente.
Como a ellos ya he despedido a casi la totalidad de mis amigos. Si hago un balance rápido de mis amistades por estos lares la suma casi tiende a cero. Contar a los que han emigrado es otra cosa, son la gran mayoría, y están dispersos por este mundo plural, desde Suecia y Dinamarca, hasta la mismísima Patagonia, y otros territorios siempre de ultramar. Una gran parte están en Miami y lugares conexos.
Y ciertamente debiéramos ya estar acostumbrados. El éxodo parece ser la realidad vital que mejor cuadra a nuestra mal asumida insularidad, esa que definió tan brillantemente el poeta como: “la maldita circunstancia del agua por todas partes”. Y créanme que ha llegado para quedarse, eso ni ponerlo en tela de juicio.
Quizás , nuestra condición de emigrantes inveterados recuerde con un poco de suerte la del pueblo judío, que vivió su experiencia en Egipto, donde el bueno de José, quien tuvo la suficiente prestancia de animo perdonar a sus hermanos, luego que aquellos lo vendieron al mejor postor por unas monedas, los acogió en el minuto más álgido de sus existencias.
Y bien sabemos donde ha estado y estará nuestro Egipto, no al sur sin o al norte, y también quienes han sido nuestros Josés, esos hermanos nuestros que condenados al triste suplicio de la expatriación, nos sacan hoy las castañas del fuego…..
Y con buena suerte, ya Dios habrá de querer que también tengamos la experiencia de nuestro Mar Rojo, que acá es ciertamente más Estrecho que otra cosa… y que ya unos raperos de último minuto, están anunciando, en un pegajoso estribillo que hoy me sirvió de titulo, para pasar a pie seco a la siempre anhelada Tierra de Promisión…
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