Francisco habló del apóstol San Mateo, quien antes de que Jesús le eligiera trabajaba como recaudador de impuestos. “Jesús lo llama a seguirlo y a convertirse en su discípulo. Mateo acepta, y lo invita a cena en su casa junto a los discípulos”.
“Entonces surge una discusión entre los fariseos y los discípulos de Jesús por el hecho de que ellos comparten el comedor con los publicanos y los pecadores: ‘pero tú no puedes ir a la casa de estas personas’, decían ellos”.
El Pontífice indicó que “Jesús, de hecho, no los aleja, más bien los frecuenta en sus casas, se sienta al lado de ellos; esto significa que también ellos pueden ser sus discípulos. Y además es verdad que ser cristiano no nos hace impecables. Como el publicano Mateo, cada uno de nosotros confía en la gracia del Señor, a pesar de los propios pecados. Todos somos pecadores, todos hemos pecado”.
El Santo Padre explicó entonces que “Jesús muestra a los pecadores que no mira su pasado, a la condición social, a las convenciones exteriores, sino que más bien les abre un futuro nuevo”.
“Una vez escuché un dicho hermoso: ‘no hay santo sin pasado y no hay pecador sin futuro’. Es bello esto. Esto es lo que hace Jesús. No hay santo sin pasado, ni pecador sin futuro”. (Ver texto completo en ACI Prensa)
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