Tuesday, May 10, 2016

(Miami) Homilía de Mons. Wenski en el centenario de la proclamación de la Virgen de la Caridad como patrona de Cuba

 
 
 Fotos cortesía de Annette Pichs
www.annettepictures.com
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La figura de María entra así en la historia del pueblo creyente. De la misma forma que llegó hasta la casa de su prima, llega también en silencio a nuestra casa para arrimar el hombro y darnos una mano. Como a Isabel, ella siempre viene a visitarnos; pero no como una visita de cortesía o de compromiso, sino como una verdadera visita de familia. Ella ha llegado hasta nosotros para escucharnos, para consolarnos, para compartir nuestras penas y nuestras alegrías; para estar a nuestro lado en todo momento y en todo lugar.

Así la encontraron aquellos tres jóvenes, flotando serenamente sobre las aguas después de la tormenta. Llegó a Cuba como una celeste misionera balsera, empinada sobre un frágil madero; milagro de la delicada providencia de Dios. No sólo vino a visitarnos, sino que vino para quedarse para siempre en todos los eventos del devenir de un pueblo en ciernes. Ella acompañó la pobreza y el desamparo de los campesinos; el dolor de las madres que perdieron sus hijos luchando por la libertad de la patria. Ella sigue sosteniendo la esperanza de los balseros, que hoy continúan enfrentando el peligroso mar que los separa de la ansiada libertad. Ella quiere seguir animando a todos sus hijos dondequiera que se encuentren, a andar los caminos que conducen a Jesucristo, el mesías verdadero y único salvador.

Santa María de la Caridad, desde la bahía de Nipe subió a las montañas del Cobre y de ahí a los hogares y a la vida de todos los cubanos. Marchó con los libertadores a la manigua redentora, y cada mambí llevó su imagen o su "medida" en el bolsillo, y su nombre en el corazón y en los labios, al marchar a la batalla por la libertad de Cuba. Pequeña como los pobres de la tierra y mestiza como su pueblo, nos dice una y otra vez, con toda la fuerza de su amor, señalando al hijo que lleva en su brazos: ¡Hagan lo que él les diga¡ Porque sólo hay un camino seguro hacia la libertad verdadera: seguir el Evangelio, vivir el Evangelio, y anunciar el Evangelio. En ese rumbo en que la fe nos pone en camino sólo vale confiar y esperar contra toda esperanza. Y, hermanos y hermanas, en ese camino no estamos solos: nos acompaña cada día la poderosa intercesión de la santísima Virgen María de la Caridad.

Un día también llegó a estas tierras del sur de la Florida como peregrina de Dios, como una exiliada mas, en las manos de un refugiado político, justo a tiempo para aquella gran eucaristía del 8 de septiembre de 1961 junto a más de 30 000 de sus hijos. Aquí se quedó, en la Ermita junto al mar, para prodigar amor y consuelo a todos, para acoger al recién llegado; al que está en problemas, al que sufre la enfermedad o la nostalgia, al que quiere dar gracias por tantas alegrías y regalos. En este Santuario Nacional de la Virgen de la Caridad se abrieron las puertas para todos los devotos de la Virgen; gente creyente y fiel de todos los pueblos de Hispanoamérica sigue acudiendo a diario para visitar agradecidos a la virgen morena, que extiende su manto para acogernos a todos. (Leer texto completo en el website de la Arquidiócesis de Miami)


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ver en el blog (10 de mayo de 1916) Texto del Decreto que Declara a la Virgen de la Caridad del Cobre como Patrona de Cuba

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