Nota: Agradezco a Manuel Vázquez Portal, que comparta con los lectores del blog una selección de los textos incluidos en su más reciente poemario. El volumen, titulado Nada puedo enmendar de aquellos miércoles, se presentará el próximo viernes 4 de noviembre a las 8 00 p.m., en la tertulia literaria La Otra Esquina de las Palabras (Café Demetrio, 300 Alhambra Circle, Coral Gables).
Reparaciones
Pudiera el fontanero intervenir
cuando empieza el goteo de los grifos del alma,
y una lágrima muda pende de la cuchara,
ponerle zapatillas
al caudal de promesas
que arrancaron aplausos por raudales,
ajustarle la rosca al sueño derruido,
al tiempo inadvertido que agitó los relojes.
Pudiera el ebanista
pulir la piel rugosa de aquella niña alegre
de nombre enrevesado
que hace ya cuatro décadas usaba pañoleta,
entonaba feliz canciones aguerridas
y hoy tapa los espejo por no verse el suspiro.
Pudiera el repostero
amasar tanta ausencia de tortas
en grises cumpleaños que se fueron sin fotos ni sonrisas.
Pudiera devolvernos el mago de este circo
la limpia ingenuidad
con que alelados observamos sus trucos.
Quién puede reparar tanta avería
en la chatarra hendida por ráfagas de sombra,
mohosa de esperar.
Nada puedo enmendar de aquellos miércoles
Diluvia en la ventana
-mi ventana secreta que colinda al recuerdo-
salmodia de frescor en el verano me trae retazos
de sueños que se fueron y rostros que no están.
Se reblandece el ojo con el agua
quiere llover en él.
Dibujo un arco iris de memoria
y hago escampar la pena.
Nada puedo enmendar de aquellos miércoles
ni rescatarle a mayo las flores que negué.
De nuevo peregrino me asomo a los senderos
soy un irse perenne, una fuga tenaz.
No he buscado ni busco
recojo el titileo de la noche a que asisto
y hago fiesta del plato conque celebro el día.
Me agoto y recompongo en cada umbral del alba
y me torno aprendiz del eterno minuto.
Soy amnios, solo amnios
que recomienza siempre donde mismo.
Alguien quiere también dejarnos sin pasado
Yo lo recuerdo todo
mil veces he rearmado
añico por añico este rompecabezas.
Primero fue el hechizo
la bobera total
el aquí nadie es alguien
todos somos arcilla para asaltar el cielo.
Borregos en la fila para pedir permisos
permanentes deudores de muertes anteriores
unas botas prestadas para abrir los senderos.
Después vinieron coñas
recelos a hurtadillas
chascarrillos sublimes que iban antologando
los comisarios turbios
todo muy musitado
muy visto de reojo.
Se hizo gordo el cinismo
poeta y policía podían ser uno solo
y todos descreímos
desconfiamos
hasta del tibio aroma de nuestras propias sábanas.
Alguien rompió el silencio
el sagrado silencio
donde solo el pastor sonaba el caramillo
le partieron la vida
el alma
la familia
lo untaron de palabras nauseabundas
y lo echaron al foso donde todo es olvido.
Nadie más se atrevió
y la vejez venía tragándose las horas
de una vida en pavura
de una vida sin vida.
Pero lo más terrible
-la otra alucinación-
ahora nada es verdad, solo un invento mío
una historia afiebrada y obsoleta
un óbice al mercado de lo que se aproxima.
Alguien quiere también dejarnos sin pasado
Siquiera con abrazos
Para L.S.C
Era flaca y asmática
entera me cabía en medio abrazo.
Llegaba sonriente por las tardes
con las mejillas rojas de andar siempre apurada.
Su pelo era un revuelo de festones
batidos por el aire
y sus ojos dos grandes balcones abiertos a los astros.
Por entonces yo era
solo un bufón de versos y de rones
que quizás entendía mejor
cada función del circo que habitábamos.
Pero ella creía
creía cada truco del viejo ilusionista
cada canción letárgica de afamados ventrílocuos
cada danza alelante de odaliscas de turno.
Temblaba a cada vuelo de osados trapecistas
que habían ensayado hasta el cansancio
cómo provocarían la ovación.
Se crispaban sus dedos si sobre la maroma
se escuchaba la música fatal de un resbalón
del frágil alambrista.
Creía en la razón y en el mañana
y yo no quise nunca mostrarle los barrancos
que a nuestros pies crecían.
Era flaca y asmática
pura como en pañales
hecha para crecer por las rutas difíciles
y sé que no vendrá alegre como entonces
pero no quise atarla siquiera con abrazos.
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