Quisiera volver a esas madrugadas hablando por teléfono con Pedro Assef hasta el amanecer. Yo, desde aquella casita en Miami Springs. Pedro, desde un pueblito que ahora no recuerdo. Lo que si recuerdo es que su cuarto tenía vista a un viejo cementerio. Oíamos música, leíamos poesía, nos reíamos de las locuras de un poeta que ambos admirábamos. Todo eso es ahora una memoria borrosa.
Un día me reclamó:
¿Qué pasó con aquel niño bueno lleno de ternura?
No, ahora no es el momento de responderte.
Creo que los dos dejamos de reírnos en las madrugadas. No volvimos a quedarnos dormidos con el teléfono en mano mientras aquellas canciones que no recuerdo ahora, sonaban una y otra vez…
Pedro, no volvimos a leernos poesía. Eso terminó haciéndonos mucho daño.
Esta mañana leo estos poemas tuyos en voz alta por toda la casa, pero sé que es imposible echar atrás el tiempo.
La nana imposible
Era un niño triste
y una golondrina
y un señor oscuro
y un hada madrina
Los cuatro vivían
en la misma casa
y se protegían
del tiempo que pasa
El hada envolvía
las cosas en oro
cuidadosamente
con sumo decoro
guardaba esperanzas
cielos estrellados
rosas muy antiguas
dragones callados
el señor y el niño
se iban a pasear
en las tardes largas
al filo del mar
todo era el poema
lo que no se dijo
lo que dios callaba
entre padre e hijo
y la golondrina
cuidaba la casa
de las cosas frías
del tiempo que pasa
Elogio y olvido de la muerte
He visto a la muerte la he tocado
hemos estado juntos
Entre mis dedos
la muerte era pequeña y fatal
pero la he regresado a los que no reconozco
a los hombres sin fe
a las criaturas frías
a las flores soberbias de la noche
Ya te he cantado muerte
ya he puesto tu ceniza en mis versos
Este poema es tu elogio y tu olvido
No he de nombrarte más
Voy a escribir del humo
de la espera infinita del mar
Los epigramas
1
Gracias Señor por no ofrecerme / la gloria de la literatura
porque si no / quién sabe
si podría estar aquí / sosteniendo la forma de su pecho
mirando
como se van cayendo las estrellas
2
Siempre es igual el sexo
uno abajo otro arriba
unas cuantas palabras de placer
un minuto de gloria
siempre es igual el sexo
uno arriba otro abajo
Tan extraño el amor
3
He pasado por los versos en silencio
sin mover las palabras
sin pronunciar tu nombre
sin sentirte
con miedo a que te salgas del poema
y regreses a mí
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