Tuesday, March 14, 2017

Una lectura de "El niño perdido" (por Rodolfo Martínez Sotomayor)

El libro se puede adquirir en este enlace
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El niño perdido (Editorial Silueta, 2017) es una cuidada selección de cuentos del escritor húngaro Georges Ferdinandy, estructurada de forma tal, que puede leerse como una novela. El autor padeció durante su infancia la Segunda Guerra Mundial; su juventud en el levantamiento contra el comunismo de corte estalinista impuesto en Hungría después de la ocupación soviética; el exilio y la supervivencia en varios países europeos, hasta cruzar el Atlántico y convertirse en profesor universitario en Puerto Rico.

Toda esa materia prima ha sido de suma utilidad para un escritor intenso, como Ferdinandy. Aclaro que la sonoridad del adjetivo no es el único motivo para su uso. Esa intensidad la palpamos cuando vemos, en Krocodil Gross, el primer relato de la entrega, el entorno de la familia de un niño entre cuatro paredes, mientras todos esperan el desenlace de un conflicto bélico.

La narrativa suplanta el papel de la crónica, diálogos que aluden a la ocupación extranjera al final de la guerra mundial, con una sutileza precisa a través de los ojos de un niño. La escena en que los seres queridos desde su refugio lo incitan a salvarse, hace que el relato tome una fuerza que radica en la utilización de un golpe de efecto, con total economía de recursos:
––Vas a ir donde ellos, y vas a decirles: "¡daimi Kleba!" ¿Entendido? "¡Daimi Kleba!" Te darán pan, bueno... ya lo verás.
––¡Los salvajes! –solloza Tita.
Abren la puerta del refugio y me empujan a la luz. Fuera todo es silencio, endiablado silencio. ¡La "victoria final"! –digo para mí. Me sueno, y me dedico a jugar el nuevo juego.

Las historias de la infancia continúan con Escorial, uno de los cuentos más perturbadores, por la manera descarnada con la que narra las brutales consecuencias de la orfandad, provocada por la Guerra, mediante sus víctimas más inocentes, la fragilidad de un niño en total desamparo y la crueldad de quienes debían protegerlo.

Los relatos que evocan los exilios, son cuadros familiares para quienes hayan padecido ese accidente histórico. La culpa que se lleva a cuestas por abandonar a los seres queridos, que no pudimos enterrar.

En La muerte del padre, el autor alude a esas inquietudes existenciales, se cuestiona el valor de haberse salvado y se pregunta:
Hoy día se dice que todo el mundo tiene derecho a abrirse paso en la vida ¿a qué precio? Porque, como dijo mi padre, a precio de traiciones no se compran la felicidad, ni la libertad.
Ferdinandy no deja tema a la deriva en cuanto a emigraciones, la coincidencia de verdugos y víctimas en un mismo sitio; el desencanto de quienes una vez compartieron similares ideas; la compasión ante el dolor ajeno como consecuencia de haberlo padecido; son algunos de los temas con los que atrapan sus historias. Incursiona además en el caso cubano y sale airoso de tal osadía en el cuento Exilio; fabula con ingeniosidad cuando escribe La verdadera historia de Robinson Crusoe. Su prosa es convincente, en Mi amigo Juan, un encuentro con el autor de Pedro Páramo donde hace una fusión magistral entre una crónica humana y la narrativa. Uno de mis cuentos preferidos del libro.

Georges Ferdinandy es un escritor convulsivo, por momentos nos puede parecer un coleccionista de causas perdidas que atesora en su memoria, un fabulador que otea entre desplazados de cualquier sociedad. Al adentrarnos en su lectura, descubrimos que se trata del verdadero iconoclasta que no ha encontrado metas fijas para el reposo. Una inconformidad lo acompaña siempre, la que sentencia uno de sus personajes que escapó de la Hungría comunista: "La libertad sin sentido me parecía tan estéril como su ausencia, allá, del lado oriental".

Teniendo en cuenta que la literatura, cuando es auténtica, saca a la luz nuestros demonios más ocultos, podríamos hacer una vivisección en este resumen narrativo que nos ofrece Georges Ferdinandy, para encontrar las causas de ese afán insatisfecho por la justicia. Lo he pretendido, he tenido la osadía de creer que lo he descubierto, en el juicio de uno de sus personajes, después que la sublevación húngara de 1956 fue aplastada por los tanques soviéticos, él nos dirá:
El levantamiento de Budapest enterró bajo sus ruinas toda una visión del mundo ¡Y si no fuera más que el mundo el que se hubiera derrumbado! Fui yo mismo quien me quedaría confuso, perturbado.
Con un lenguaje llano, la prosa de Georges Ferdinandy lleva de la mano entre pulsaciones poéticas y el ojo avizor de un cronista agudo. Los textos aquí reunidos son la producción escogida de cincuenta años.  Amores, amistades y nostalgias del eterno fugitivo, componen los diez y seis cuentos de esta selección. El lector recorrerá con el narrador el tiempo de su infancia; desde la Segunda Guerra Mundial y la Revolución Húngara de 1956, hasta las etapas del exilio. El niño perdido es un volumen de relatos que sintetiza la narrativa de quien ha vivido con intensidad, un período fascinante de la historia.
  

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