Serena, pero firmemente, declaramos que por ser ciudadanos venezolanos, individual y corporativamente tenemos el derecho y el deber cívico y moral de intervenir en todos los asuntos concernientes a la nación, sin otras limitaciones que las señaladas por la ética y las leyes.
Somos responsablemente imparciales, pero de ninguna manera neutrales. A pesar de nuestras propias e individuales debilidades, procuramos actuar en nombre de la verdad, la justicia y la búsqueda de la reconciliación entre todos los venezolanos, como bases de un auténtico pluralismo ideológico, desarrollo humano integral y convivencia social pacifica y solidaria, camino hacia la paz verdadera y el reencuentro fraterno en el país.
La unidad del episcopado es un don del Espíritu Santo a la Iglesia, y la sostenemos a diario con la oración y el amor a Jesucristo y a los hermanos ¡Nadie nos separará del amor de Cristo y de la Iglesia!
Al mismo tiempo, nos confesamos irrestrictamente comprometidos con la promoción y la defensa los valores de la dignidad humana y del bien común de todas las personas y de toda persona. En consecuencia, denunciamos el dúo fatídico que nos ha vuelto dolorosa y triste la cotidianidad nacional. Reiteramos un NO rotundo a las muertes violentas fruto maligno del desprecio a la vida, del odio de Caín hacia Abel (Gn 4, 8) y del rechazo del mandamiento divino. ¡No matarás! (Dt 5,16)
En nombre de Dios, repetimos: Todo esto configura un cuadro de barbarie y violencia que en gran parte había desaparecido de nuestra cultura. Estamos regresando a etapas ya superadas, a una anticultura de muerte.
En nombre de Dios, repetimos
Es la hora de un examen de conciencia, de una insurgencia espiritual y moral de los líderes y de los ciudadanos que promuevan desde el interior de las personas un cambio radical de la situación del país. La legítima protesta en la calle ha de ser pacífica y respetuosa de las personas y propiedades, y una señal de resistencia ética y civil.
A todos los venezolanos nos ha de mover la voz de Dios en nuestras conciencias y nos ha de impulsar al compromiso con la verdad y la justicia, para vencer el mal con el bien (Cfr. Ro. 12,21).
En este momento es una obligación nuestra invitar a todos los dirigentes políticos, económicos y sociales, de cualquier signo y color, a ponerse del lado del pueblo y a buscar, en sintonía con el mismo, soluciones que beneficien a todos. No es momento para darle la espalda o para hacer oídos sordos a sus clamores. Al Gobierno nacional, en todas sus instancias, particularmente a El Ejecutivo, le pedimos que de verdad escuchen los clamores de la gente y resuelvan los gravísimos problemas que han provocado con medidas improvisadas y nocivas y medidas. (cfr. Comunicado de la Presidencia de la CEV el 17 de diciembre de 2016) (Leer texto completo en el website de la Conferencia Episcopal Venezolana)
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