Tuesday, May 2, 2017

Orlando Salgado y Marta García, un pas de deux de la vida real (por Baltasar Santiago Martín)


Orlando Salgado Bermúdez nació en San Antonio de los Baños, Cuba, en 1952, pero su familia se mudó para el reparto Mantilla de la capital cubana cuando él tenía 7 años, y unos meses después de haber cumplido los 9 ingresó en la Escuela Nacional de Arte (ENA), como él mismo cuenta en la entrevista que le hice desde Miami vía email.

El nombre de Orlando Salgado está indisolublemente ligado al de Marta García, su esposa durante 39 años; un ejemplar pas de deux de la vida real, que tanto en la escena –en su carácter de primeros bailarines del Ballet Nacional de Cuba (B.N.C.) en su época de oro– que como pareja sentimental escribieron una hermosa e inspiradora historia de amor, profesionalismo, rigor e integridad como artistas y como seres humanos.

Tuve la suerte de conocer y tratar a su hermano Francisco Salgado (E.P.D.) –quien también fuera una destacada figura del B.N.C. –, y gracias a él llegó a mis manos el libro de Marta, titulado Danzar mi vida, publicado en Madrid, España, por la Editorial Cumbres, dirigida por mi querida amiga Mayda Bustamante, a quien solicité que me ayudara a entrevistar a Marta y a Orlando, pero, a pesar de su respuesta afirmativa, lo fui dejando erróneamente “para más adelante”, y ahora, en vez de ser una entrevista con los dos, como todos hubiéramos querido, tuve que hacerla con Orlando en solitario, porque ya Marta, desgraciadamente, está en otra dimensión.

Orlando, ¿qué querías ser de pequeño antes de decidirte a estudiar ballet?

En realidad, no tenía una idea fija ni determinada. Me gustaba mucho la carpintería, ya que mi padre era un buen carpintero y estaba más ligado a ese oficio. Recuerdo el olor a madera muy agradablemente.

Nosotros, tres hermanos, no sabíamos qué era el ballet; éramos una familia de muy pocos recursos económicos y sin tradición alguna en el arte, y menos en el ballet. Nacidos en San Antonio de los Baños, hacía poco tiempo que nos habíamos trasladado a vivir al reparto Mantilla en la ciudad de La Habana. Al irse a inaugurar la Escuela Nacional de Arte de Cubanacan en el año 1962, se hace la convocatoria en los periódicos para las audiciones a las distintas manifestaciones artísticas que se estudiarían allí. Mi madre ve una posibilidad de que estudiáramos y de un alivio económico para ella. Por supuesto que mi madre inscribió a mi hermana Nancy (un año mayor que yo) para ballet, y a mi hermano Francisco (más conocido por Panchy, un año menor que yo) y a mí en música, específicamente violín.

El caso es que ese día en que mi madre con nosotros tres fue a la sede del Ballet Nacional de Cuba (BNC) para que le hicieran las pruebas físicas a mi hermana (se presentaban muchas niñas y ningún varón), a mi hermano y a mí nos cambió el destino totalmente. Mi hermana no fue aceptada, y mientras la esperábamos sentados en el portal de la casa colonial del BNC, Laura Alonso nos descubrió, preguntándonos qué hacíamos allí, a lo que le respondimos el motivo de nuestra presencia, entonces Laura le pidió a mi madre que si no le importaba que nos hicieran la prueba física y de ritmo para estudiar ballet, y mi madre le respondió que no había ningún inconveniente (creo que pensando que sería una cosa sin ninguna seguridad ni posibilidad). Laura nos coge inmediatamente por los brazos y nos lleva al salón de ballet y allí, Rodolfo Rodríguez (en ese momento primer bailarín y partenaire de Alicia Alonso) y ella nos hacieron la prueba requerida, ¡y el resultado fue que la pasamos satisfactoriamente! Laura le comunicó a mi madre que habíamos aprobado y que si ella quería, la semana siguiente ya podíamos estar becados en la Escuela Nacional de Arte (ENA) como estudiantes de ballet, pero mi madre por supuesto le hizo saber que la decisión final la tendría mi padre cuando le consultara. Pues para sorpresa de todos, la respuesta de él fue de que daba su consentimiento.

Y como dije antes, ese día nos cambió el destino y el futuro, para bien, a mi hermano Panchy y a mí.

¿Te acuerdas del momento en que descubriste tu don para la danza?

Pues debido a esa situación sui generis de cómo llegamos al mundo del ballet (que en ese primer grupo fue casi igual en su totalidad) el descubrimiento fue paulatino; fuimos acercándonos cada día más a ese arte a medida que lo estudiábamos e íbamos conociéndolo, también por las visitas que organizaba la escuela a las funciones del BNC. Y que a partir de los tres años de estudio participábamos en diferentes pequeños papeles junto al BNC en sus funciones y eso nos fue absorbiendo sin darnos cuenta en ese mundo mágico y sublime que es el ballet y el teatro.

¿Cuál fue el mejor consejo que te dieron tus padres?

De que, aunque existían esos estúpidos prejuicios acerca de que el ballet afeminaba a los hombres, ellos sabían qué éramos y como pensábamos nosotros, y eso nos dio, aparte de un gran apoyo, una seguridad y una tranquilidad absoluta.

¿Qué miedos has tenido que vencer para poder sobresalir en tu carrera y en tu vida?

Hablo por mi experiencia personal, pero también por las vivencias que he tenido durante muchos años con innumerables compañeros de profesión. El ballet es un arte muy difícil para llegar a dominar su técnica, necesita muchos años de un enorme trabajo y aprendizaje, además de una gran disciplina, pudiéramos decir que se realiza de una forma física completamente diferente a como es el cuerpo humano, por lo tanto, siempre estamos en constante trabajo de superación y dominio de ese instrumento que es el cuerpo del bailarín. Cuidar ese cuerpo-instrumento, pero a la vez exigirle más y más, es uno de los miedos a los que se enfrenta el bailarín cada día, pues debe cuidarlo inteligentemente, sin maltratarlo; evitar graves lesiones para seguir siendo mejor, pero a la vez, para que le dure lo más posible.

Otra cuestión es la superación constante, y a medida que vas ganando en nivel profesional, en categoría, debes ir tratando de que no se detenga ese nivel, ya que a partir de ese gran nivel te evaluarán también muy diferente y de forma más exigente.

Es difícil llegar, pero mantenerse arriba es aún más difícil.

No tenemos esa ventaja como el pintor o el escritor por ejemplo que van haciendo su obra y al terminarla, ya queda permanente en el lienzo, cartulina o papel. Nuestro arte es efímero y estás luchando constantemente con el físico, y lo que trabajaste en muchas horas de ensayo y muchos días muy duramente para una o varias funciones, al poco tiempo debes volver a realizarlo para seguir dominándolo y obtener buenos resultados.

En la vida personal, querer ser buena persona siempre y la búsqueda e intención constante de encontrar la felicidad. En mi caso la pude encontrar con la gran dicha y privilegio que he tenido de estar 39 años de una relación bellísima y amorosa con Marta García, a la que además de amarla mucho, la admiré y disfruté como esa gran artista y persona que fue.

“Entre el dolor y el gozo” es una sentencia que le escuché decir a un bailarín; ¿ese ha sido tu caso?

Por supuesto, ya te hablé de lo duro y doloroso que puede ser esta carrera, pero también ese gozo enorme que te da el recibir del publico sus aplausos y sus recuerdos imborrables de cuando te veían y admiraban, llevándolos guardados en sus corazones; eso es lo máximo para un artista.

¿Cuáles han sido tus personajes favoritos en tu carrera como bailarín?

Indiscutiblemente que tengo que empezar por el Don José del ballet Carmen, del coreógrafo Alberto Alonso. Después de haber interpretado mucho su cuerpo de baile acabado de entrar al BNC y después de interpretar el personaje de Escamillo (el torero) que también disfrutaba hacerlo, llega a mí el personaje de Don José, rol que me dio muchas alegrías y satisfacciones a nivel artístico y personal. Lo interpreté junto a Alicia Alonso por muchos años, tanto la obra completa como el pas de deux en muchos grandes e importantes teatros del mundo, así como en lugares de menor fama, plazas públicas, etc., además de interpretarlo y participar en su montaje con otras compañías de nivel internacional, obteniendo excelentes comentarios de importantes críticos y periódicos del mundo. También tengo que incluir al Albrecht, del ballet Giselle, entre los grandes clásicos y los tradicionales.

Por supuesto ese ballet de cuatro bailarines llamado Canto vital, de Azary Plisetski, que jugó un importantísimo espacio en mi carrera, como también en la confirmación de la existencia de un alto nivel en los bailarines hombres del BNC, que indiscutiblemente ha sido como una semilla para el gran desarrollo de la danza masculina en Cuba.

¿Cuándo y con qué bailarina fue tu debut como Albrecht?

Tengo la fecha un poco borrosa, pero creo recordar que fue en el año 1972; lo que sí recuerdo con seguridad es que fue con la primera bailarina Loipa Araújo.

  
¿Por qué es tan difícil de bailar ese personaje?

En los ballets tradicionales, la mayoría de las veces, la parte de más importancia, más destaque y peso lo lleva la bailarina, pero en el caso de Albrecht en el ballet Giselle, este personaje reúne una serie de retos muy difíciles, pero muy bellos, tanto como intérprete que como actor, ya que es un príncipe que se disfraza de campesino y debe tratar de ser lo que realmente no es, para así engañar a su nuevo capricho, la joven y bella Giselle, y sin darse cuenta se enamora de ella; entonces deja de ser un capricho al punto tal de que al ser descubierto por el guardabosque Hilarión y desenmascarado delante de su corte y su prometida, se les enfrenta por encima de cualquier consecuencia.

En el segundo acto va convencido y enamorado a pedirle perdón a Giselle a su tumba, a pesar de saber que las wilis toman venganza y hacen bailar a los hombres hasta morir. En el trabajo como partenaire es complicado, difícil, de mucha fuerza y resistencia, y muy demandante por supuesto de la parte técnica de ballet académico que requiere seguridad y destreza. Así que para mi criterio demanda ser buen actor, buen partenaire, ser fuerte y dominar la técnica clásica.

Me imagino que ser el Albrecht de Alicia Alonso después de la salida de Jorge Esquivel del Ballet Nacional de Cuba (BNC) fue un gran reto para tu carrera debido a la debilidad visual de Alicia; ¿cómo lograste ser su partenaire con tanta aparente facilidad?

Yo ya había bailado mucho con Alicia en el momento de la salida de Jorge Esquivel del BNC, incluso había bailado el segundo acto de Giselle estando él en la compañía. así que tenía parte del trabajo adelantado. Sabes que la primera vez que bailé como partenaire con ella yo tenía 19 años, y la última tenía 40 y algo. Así que conviví con ella ese proceso de su debilidad visual por mucho tiempo y ya sabía cómo poder bailar y cumplir con la misión o función de partenaire. Fue una gran enseñanza que me sirvió también para ser mejor con las demás compañeras de baile que tuve.

Has bailado con muchas primeras bailarinas de distintas generaciones y escuelas, ¿qué le aportó esa gran variedad de compañeras en escena a un primer bailarín como tú?

Cada bailarina es individual y muy diferente, aunque haga el mismo papel del mismo ballet que otra, y en una época en el BNC éramos pocos los primeros bailarines y bailábamos mucho con todas las primeras bailarinas, lo que ciertamente fue una escuela importantísima para el dominio de la técnica del pas de deux, pero además venían bailarinas a los Festivales Internacionales de Ballet sin compañero y solicitaban un partenaire del BNC. Ese intercambio de diferentes escuelas y disímiles versiones coreográficas nos aportó mucho también. Ya se hablaba de la calidad y fuerza del partenaire de la escuela cubana de ballet.

¿Crees que existe una cierta correspondencia entre la forma de bailar y la personalidad del bailarín?

Por supuesto, el bailarín refleja su personalidad en la escena cuando interpreta. Aunque haga personajes de cortes muy distintos, siempre su médula, su interior, lo llevará a ser único y diferente. Puede ser a veces más notorio, en otras menos, pero interpretas como eres; tu calidad humana, tu cultura y tu sensibilidad también afloran, independientemente de la técnica y de la parte interpretativa.

¿Te resultó muy difícil tomar la decisión de dejar de bailar?

Pues sinceramente no, tampoco a Marta, fui un bailarín que ha tenido una carrera activa muy larga, cosa no muy común entre los bailarines hombres. Bailábamos mucho y viajábamos mucho también. Creo que fue un proceso mental y físico, lógico y de total convencimiento. Llega un momento en que empiezas a sentir que es más duro físicamente y que las fuerzas no son ya las mismas, aunque en el BNC podíamos adecuar el repertorio a nuestra edad y profesionalismo; cosa muy importante para determinados roles que requieren una personalidad, experiencia y peso escénico. No hay ninguna frustración, sino mucha satisfacción por lo vivido y bailado.

¿Cuándo, cómo y por qué decidiste trabajar y vivir fuera de Cuba?

Fue a partir del contrato en la Argentina a Marta como directora y mío como maestro y ensayador del Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires, del año 2001 al 2004.

Las aspiraciones e inquietudes artísticas y profesionales se fueron incrementando y variando, como ya dije anteriormente; habíamos estado muchos años con el BNC y al dejar de bailar nos íbamos a dedicar totalmente a enseñar, a coreografiar y dirigir, es decir, a transmitir todo lo que habíamos aprendido.

Teníamos prestigio, gran reconocimiento, y los 4 años de trabajo allí en el Teatro Colón fueron de éxitos y de grandes experiencias. Fueron surgiendo otras posibilidades, otras propuestas de trabajo, y además estaba el tema familiar, pues mi hijo vivía en Madrid desde hacía años. Estaba casado con una española, llegaron los dos nietos españoles, y queríamos disfrutarlo y estar juntos. Predominó el espíritu familiar, y además la experiencia de lo novedoso y diferente en el trabajo.

¿Te sigues sintiendo vinculado al Ballet Nacional de Cuba?

Por supuesto que el BNC tiene la mayor importancia dentro de nuestra carrera artística. Crecimos artísticamente allí, nos educamos allí; fueron muchos años (en mi caso tres de refuerzo o aprendizaje como alumno, más 33 años como profesional, que suman 36), eso no se puede borrar ni obviar, sería muy ingrato por parte de uno. Allí también trabajamos con grandes artistas nacionales –varios de ellos fueron antes nuestros profesores– y además con artistas invitados de fama internacional. Tuvimos el privilegio de tener a Alicia, a Fernando y Alberto Alonso, tres grandes artistas y maestros con una enorme experiencia internacional que nos la supieron transmitir. Allí también empezamos nuestras carreras como maestros y ensayadores, de lo que precisamente vivimos ahora. Son muchas las razones por las cuales lo considero parte mía, aunque ya no como antes por supuesto, pero en el corazón sí.

¿Eres optimista con respecto al futuro del ballet clásico?

Pienso que el mundo va evolucionando en todo, algunas cosas para mejor y otras no tanto. En el ballet y en el arte pasa igual; lo que ha perdurado, es porque es bueno y al ser humano le gusta y desea conservarlo. Por eso existen los museos con obras artísticas antiguas de todas las épocas, realmente bellas y de gran valor artístico, pero el ballet no puede estar en un museo colgado de un lienzo; es arte vivo, su museo es el teatro y el escenario; conservarlos y tenerlos en el repertorio activo es obligación y necesidad del hombre. Lo que pasa es que esas obras requieren de una serie de condiciones y recursos que cada vez se hacen más difíciles, ya que todo va por la parte económica. Lo más actual, lo más contemporáneo, lo novedoso, lleva menos personal. Mientras menos gasto, mejor, más tecnología, y eso lo que se lleva ahora y que por supuesto dé más beneficios económicos. Pero el ballet clásico no morirá, seguirá siendo la mejor base para dominar la danza y seguirá viviendo.

 

¿Cuál es el mayor regalo que te ha dado la vida?

Mira, hay cosas en la vida que no se escogen, te tocan, te pertenecen, porque es así y así está establecido. Estoy muy orgulloso de la familia que me tocó, muy honesta, sincera y todos buena gente. Eso me enorgullece mucho. Los quiero.

Hay otras personas que tú escoges durante tu vida; si te equivocas, eso no perdura, pero si aciertas, es un gran privilegio y algo muy difícil de conseguir. El mejor regalo de mi vida ha sido sin dudas Marta García. Ha sido un gran privilegio, una enorme dicha haber sido bendecido con su amor y compañía.

¿Qué sigue para ti?, ¿tienes un proyecto emocionante entre manos o alguna otra meta a corto o largo plazo?

Actualmente, para ser sincero, estoy pasando por una etapa muy difícil de mi vida. La pérdida física de mi querido hermano Panchy, y al mes y medio siguiente la perdida física de mi amada esposa y compañera de vida, Marta García, me tiene en un estado de shock, que trato de superar con el trabajo, pero todo ha cambiado demasiado para mí. Sé que vendrán cambios –no puede seguir igual–, pero en este momento seguiré trabajando y la vida me irá diciendo qué debo hacer. Tengo mucho que dar y enseñar, y espero tener salud, fuerzas y oportunidades para darlo. Eso es lo que quiero.

Ballet:

De los grandes ballets tradicionales siempre he preferido Giselle. Su bella y triste historia de amor me conmueve, y además por las posibilidades que le brinda al personaje de Albrecht, tanto en lo interpretativo, en lo técnico, como en el trabajo de partenaire. Agregándole a esto que es muy duro, de fuerza y resistencia.

Ópera:

Por su historia y bella música, La Traviata, de Giuseppe Verdi, basada en La dama de las camelias, de Alejandro Dumas (hijo).

Libro:

Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y Danzar mi vida de Marta García. ¡Qué gran coincidencia con los apellidos!

Obra de arte:

Son tantas las grandes y hermosas obras de arte que ha creado el ser humano a través de los siglos que me gustan, que es difícil escoger una, pero te diré tres, la escultura La Victoria de Samotracia, los cuadros de Joaquín Sorolla y el Guernica de Pablo Picasso.

Película:

El Padrino (I parte) y también, La lista de Schindler.

Hobby:

Tuve por muchos años el hobby de coleccionar platos auténticos de artesanía popular, que compraba en los países que visitaba y otros que los amigos y compañeros me regalaban sabiendo de esa afición que tenía. Ahora no tengo ninguna, aunque me atrae mucho ese tipo de artesanía popular típica y folklórica de otros países.

Bebida:

Dependiendo de la ocasión y del clima pudiera variar, pero definitivamente soy de vino tinto.

Mascota:

Por la experiencia que he tenido soy de perros, y después de gatos.

Frase o lema:

“La perfección, en cualquier faceta de la vida, es meta inalcanzable, pero la búsqueda incesante de ella, es adorno y privilegio de pocos”.
Marta García

“Es más importante saber por qué se baila y después cómo se baila”.
Antonio Gades


Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín que comparta, en primicia con los lectores del blog, esta entrevista que le fue concedida por Orlando Salgado para ser publicada en la revista Caritate Abril-Mayo 2017. 







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