El pasado 14 de junio, El Consejo de Estado de la República de Cuba convocó a elecciones generales para elegir a los delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular, que se efectuarán en primera vuelta el 22 de octubre de 2017 y el 29 de octubre la segunda vuelta. También convocó a elegir a los delegados a las Asambleas Provinciales y diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular aunque no fijó fecha para estas elecciones. Se reaviva así el debate acerca de si son o no democráticas las elecciones en Cuba.
El sistema electoral cubano se fundamenta jurídicamente en la Constitución de la República y en la Ley Electoral 72 de 1992, teniendo como principios que el Partido Comunista de Cuba no propone, nomina, ni promueve candidatos. La postulación por los propios electores y la no existencia de campañas políticas. Voto libre igual y secreto y transparencia de los comicios. El extranjero que lea estos principios pensará que las elecciones cubanas son perfectas, inspiradas en las ágoras de las ciudades polis-estados de la antigua Grecia. Pero la realidad es muy distinta a la teoría. La prohibición de los partidos políticos salvo el partido comunista gobernante, declarado fuerza dirigente superior de la sociedad y el estado en el artículo 5 de la Constitución no deja margen alguno a la democracia ni transparencia de los comicios. Incluso sólo pueden votar los cubanos residentes permanentes en Cuba, excluyendo así a los cubanos emigrantes. Tampoco los electores pueden nominar directamente a los miembros de las asambleas provinciales y nacionales del poder popular y mucho menos nominar los miembros del Consejo de Estado ni la dirección de las Asambleas a sus distintos niveles, esta tarea está reservada a los miembros de las comisiones de candidaturas que son miembros designados por las organizaciones políticas y de masas que a su vez son designados por la dirección del Partido Comunista de Cuba, la única imagen que me viene a la mente de esta tautología es la serpiente mordiéndose la cola.
Igualmente las distintas comisiones electorales a todos los niveles que rigen el proceso son designadas por el Consejo de Estado y conformadas por personas de confianza y muchos de ellos dirigentes políticos reciclados y por supuesto militantes del partido comunista. Esto se aprecia de una simple lectura de la prensa. Tomemos por ejemplo los 17 miembros de la Comisión Electoral Nacional presidida por la jurista Alina Balseiro Gutiérrez, dirigente y supervisora muchos años de la paraestatal Organización Nacional de Bufetes Colectivos, es militante del partido comunista de Cuba como casi todos los miembros de la comisión. Los 15 miembros de la Comisión Electoral Provincial de Camagüey son presididos por Mariano Basulto Pérez un veterano dirigente local por muchos años secretario del Gobierno Provincial y militante del partido comunista. Es como un juego de dominó, se remueven las fichas de un lugar a otro pero el juego continúa, siempre en favor del Partido Comunista y su cúpula gobernante.
Existen férreos mecanismos de control para impedir que la oposición pueda aprovechar los resquicios democráticos del proceso. Para nada es cierto que el Partido Comunista ni postula ni elige. Antes de cada nominación en la circunscripción para candidatos a la Asamblea Municipal del Poder Popular se reúnen los llamados factores de la comunidad, o sea el núcleo zonal de jubilados, delegación de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, ejecutivo zonal de los Comité de Defensa de la Revolución, secretariado de la Federación de Mujeres Cubanas y un largo etc para escoger los postulantes a candidatos en las elecciones de la circunscripción electoral. O sea que los electores van a las urnas para elegir candidatos previamente seleccionados bajo cuerda. Así, distintas personas de confianza asumen la tarea de proponer en las distintas áreas de nominación a los mismos candidatos previamente seleccionados por los factores, exponiendo sus méritos revolucionarios. Eso lo sabemos todos los cubanos y más los que han sido militantes del Partido Comunista de Cuba.
Cuando estos mecanismos de presión social no son suficientes entonces se llama a la caballería, se suelta la jauría e intervienen los órganos de enfrentamiento de la seguridad del estado que llaman a contar al potencial candidato independiente a las elecciones y lo mismo le pueden aplicar una condena sin delito a través de un expediente de índice de seguridad predelictivo por conducta antisocial que incoarle un delito común. Así tenemos ejemplos concretos en nuestra comunidad camagüeyana como el caso del pastor evangélico pentecostal Orson Vila. Quien hace aproximadamente 15 años fue condenado por abrir casas cultos sin permiso escrito de las autoridades. Se corrió el rumor ampliamente difundido que su verdadero delito era ser aclamado como candidato a las elecciones del Poder Popular en su comunidad para mejorar las condiciones de vida de la misma, ya que el pastor Orson adquirió verdadera popularidad en los Repartos la Rubia y La Mascota por su servicio a la ciudadanía. Orson fue condenado a prisión, recluido en la Prisión de Cerámica y luego fue indultado y abandonó definitivamente el país para USA donde sigue predicando la palabra de Dios. Doy testimonio fehaciente de todo ello porque presencié el juicio y la manifestación de sus fieles en la esquina de Cisneros y Hermanos Agüeros, que se mantuvieron pacíficamente cantando alabanzas a Dios mientras el Tribunal Municipal condenaba injustamente a su pastor. Sería muy interesante conocer los testimonios del pastor sobre esos acontecimientos y comprobar si verdaderamente iba a ser propuesto como candidato a Delegado a la Asamblea Municipal del Poder Popular, así que pido la ayuda a los lectores camagüeyanos.
Por todo lo anterior concluyo afirmando que en Cuba las elecciones no son democráticas y constituyen una vía para legitimar a la clase política dominante.
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