El anuncio de marras, aparecido a toda página del antiguo diario de la ciudad agramontina, en un gran formato que hoy día correspondería como a cuatro de las mínimas carillas del semanario local Adelante, constituía parte de la edición especial que aquel Camagüeyano dedicara al Centenario del nacimiento del Mayor, suceso acaecido en 1941.
El texto allí contenido, en plan de promoción comercial, recogía a grandes rasgos los anales de la que fuera la primera fábrica de Gaseosas que tuvo Puerto Príncipe, establecida en la ciudad por Don José Pijuán Ventura en 1880. La citada fabriquita se ubicaba entonces en la casa marcada por el número 143 ¼ en la calle de los Pobres. En el zaguán del citado inmueble el emprendedor Don José, hizo instalar, las más modernas máquinas de embotellar de la época, y lanzaba al mercado citadino la Marca Registrada de Fábrica con el nombre de “La Moderna”.
La buena aceptación de aquellos Refrescos Pijuán embotellados, verdadera novedad para la ciudad de entonces, hizo florecer el negocio, que ya prontamente obligaron a su ampliación, esta vez a la esquina de Candelaria (hoy Independencia) y el callejón de San José o Cuerno.
Poco más tarde, ocuparía espacio justo en la calle Mayor, frente a la Plaza de Armas, en la acera actual que va de la Calle Cristo a Martí, justo en el sitio donde ya en los años cuarenta del siglo veinte, se localizara un establecimiento de música y muebles, propiedad del Sr. Cabaña, justo al lado de la conocida entonces Sociedad Liga Agraria.
Para comienzos de los años 90’s del siglo XIX, la fábrica originaría era parte de otros negocios de la citada familia, que incluían además de la Fabrica inicial, un Almacén de Víveres y una Licorería, que producía ya para entonces el muy famoso Ron Pijuán, nacido gracias a la receta de Don Ramón, hermano del citado Don José. Del citado bebestible derivaría en la época el término apijuanarse, o apijuanado, con el que claramente se aludía a quienes se propasaban con el susodicho licor en las lides de Baco.
Para 1892, todos los negocios de la familia se reconcentraron en la casa número 45 de la Calle de las Mercedes esquina a San Esteban, y prontamente se abrieron sucursales en los pueblos de Nuevitas y Ciego de Avila.
En el año 1910, ya bajo el nombre de Pijuán, Hno y Cía, S. en C, el negocio se amplió en un nuevo local en la calle Oscar Primelles, y además de la conocida fábrica refresquera, se adicionó una Fábrica de Fósforos.
Ya en la época del anuncio, reseña de los primeros sesenta años de la conocida industria, en ambas locaciones fabriles encontraban sustento entre 120 y 150 empleados, quienes devengaban entonces por concepto de jornales y otras prestaciones más de ochenta mil pesos de la época al año.
Hasta aquí, esta memoriosa recordación de aquella pujante industria gloria de la ciudad, de la que acaso queda todavía indeleble en el recuerdo de aquellos lugareños más añosos, el recuerdo de una de sus producciones insignes ya en los años cincuenta del siglo XX, antes de que fuera finalmente intervenida, la refrescante y deliciosa Piñita de Pijuán.
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