La historia del celebre bar, que muchos erróneamente creen fue primero en el tiempo, y que del mismo se derivaría el también muy famoso de la Habana, hoy día un sitio rescatado para la nueva y necesaria oleada de turismo yanquee, avido de desvelar los secretos de una ciudad y un país todavía enigmático para los ciudadanos de la América profunda.
Pero en verdad, la historia discurrió al revés, y el de la Habana fue primero en tiempo. El de Key West, con su inevitable impronta hemingwayana, fue Papa quien le sugirió el nombre a su amigo Joe Russell, intimo amigo de correrías piscatorias en la Habana a bordo del Anita, el yate del segundo alquilado en buenos términos al amigo escritor y fan inveterado de las agujas off the Morro, que vería la luz en el famoso cayo the southernmost point del territorio de Estados Unidos, en 1934
Ya desde 1933, Russell, con la supresión de la nefasta Ley Seca, que es bueno aclarar nunca fue oficialmente declarada en el Cayo, y que el propio Russell, contravino en mas de 150 ocasiones, trayendo de contrabando ingentes cantidades de ron desde La Habana, optó por abrir un local para el expendio de bebidas, ubicado en 428 Greene Street, y que muy pronto obtendría notoriedad entre los de su tipo. Dotado de un salón de baile anexo, fue bautizado inicialmente con el nombre de Silver Slipper.
En algún minuto de 1934 vendría el cambio de nombre que fue sugerido por Hemingway y en clara alusión al establecimiento homónimo de la capital cubana, que Hemingway conocía de sus incursiones, aunque no necesariamente visitara con asiduidad, sabida su conocida preferencia por El Floridita.
Para 1937, el bar fue nuevamente re-localizado en el numero 201 de la calle Duval. Como dato ya literario, Hemingway ficcionalizó en su conocida novela Tener o no Tener, la primera localización en Greene Street con el nombre de Freddy’s, el mismo sitio, años después, y con el apelativo para entonces de Captain Tony’s Saloon, serviría de setting para su encuentro con la atractiva y muy joven Martha, quien seria luego su tercera esposa.
Hemingway volvería al Sloppy’s en los cincuenta, esta vez acompañado de su entrañable amigo, A.E. Hotchner. El suceso acaecido en 1955, ha sido recogido por el propio Hotchner en su libro Hemingway in Love. His Own Story.
El sitio, para entonces, ambientado con oportuna memorabilia hemingwayana, era ya una parada obligatoria para turistas, pero mantenía empero un discreto espacio reservado permanentemente para el afamado escritor. Para la ocasión el anfitrión convido a su invitado con su famoso daiquiri Papa Doble, creación del Floridita, acompañado de camarones pelados y una fuente de un guacamole especiado.
No hay otras evidencias en el tiempo de que Hemingway volviera al mítico bar, lo cierto es que acaso como el Chicote en Madrid, el Harry’s de Venecia, o el que lleva su nombre en el famoso Hotel Ritz de Paris, guarda todavía esa impronta tan peculiar del hombre y el escritor, que gustaba acodarse a la barra, y degustar, como buen parroquiano, algún reconfortante espíritu luego de un día de arduo trabajo creativo.
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Sloppy Joe's Bar
La Habana
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