Nota: Agradezco a Baltasar Santiago Martín que comparta con los lectores del blog, su entrevista a José Manuel Carreño, incluida en el próximo número de la revista Caritate -agosto/septiembre 2017- y que será presentada dentro del programa del XXII Festival Internacional de Ballet de Miami (https://www.internationalballetfestival.org/).
José Manuel Carreño –“Totó” para sus familiares y amigos– nació en La Habana, en el seno de una familia de bailarines. Desde muy pequeño se paseaba por los salones del Ballet Nacional de Cuba como parte de su vida cotidiana, y por su simpatía espontánea se ganó el cariño de todos los bailarines y maestros. Tan pronto alcanzó los 10 años de edad ingresó en la Escuela Provincial de Ballet “Alejo Carpentier”, de La Habana, donde se hizo notar por sus condiciones físicas naturales y su entrega al baile.
Decidió asumir el apellido Carreño como nombre artístico, para vincularse con la estirpe formada por sus tíos Lázaro Carreño –primer bailarín y maestro del Ballet Nacional de Cuba– y Álvaro Carreño, solista del Ballet Nacional de Cuba, y que continuarían su prima Alihaydée Carreño y su hermano Joel Carreño, quienes llegaron también a la máxima categoría en el ballet cubano.
En 1983 recibió el Primer Premio en Actuación Individual en el 6to Festival de Escuelas de Ballet y Danza Moderna, celebrado en la ciudad de Camagüey, e ingresó en la Escuela Nacional de Ballet, donde concluyó sus estudios tres años más tarde como graduado más destacado.
Aunque por su físico José Manuel Carreño se adscribe al prototipo del danseur noble, especial para roles de príncipes, poetas y personajes románticos, su poderío técnico y su fibra interpretativa lo hicieron igualmente ideal para roles démi-caractere, en ballets como Don Quijote y El corsario, entre otros, en los cuales hizo gala de su garbo y brío dancístico.
En 1986, José Manuel participó en la 16ta edición del Concurso Internacional de Ballet de Varna, Bulgaria, donde obtuvo Diploma de Laureado. Ese mismo año comenzó su vida profesional en el Ballet Nacional de Cuba, como miembro del cuerpo de baile, y, luego de ganar la medalla de oro en el Concurso Internacional de Ballet de Nueva York en 1987, fue ascendido al rango de solista en 1989.
Un año después obtuvo el Gran Premio en el Concurso Internacional de Ballet en Jackson, Mississippi, y actuó como artista invitado en la Gala Latinoamericana de Ballet Clásico y Moderno en Asunción, Paraguay.
Se unió al English Nacional Ballet en las temporadas de 1991 y 1992 en calidad de primer bailarín, donde interpretó el rol protagónico en La Bayadera, Cenicienta, Coppélia, Giselle, El Cascanueces, Romeo y Julieta, La fierecilla domada, Baile de graduados, Etudes y Nuestros valses, entre otras obras.
Con esta compañía realizó giras por Gran Bretaña, España, Italia, Alemania y Hungría hasta 1992, año en que regresó a Cuba, y fue promovido a la categoría de primer bailarín del Ballet Nacional de Cuba.
En 1993 se unió al Royal Ballet de Londres como primer bailarín, donde trabajó bajo la dirección de Anthony Dowell. También ese año fue invitado a bailar en el Teatro Alla Scala de Milán, donde interpretó los bailables de la ópera La vestale, de Spontini, coreografiado por Amadeo Amodio, junto a Carla Fracci.
Luego de haber trabajado en Londres, realizó una gira con el Royal Ballet por los Estados Unidos, con presentaciones en los teatros Kennedy Center de Washington y en el Metropolitan Opera House de New York. Kevin Mckenzie, Director Artístico del American Ballet Theatre, le ofreció un contrato para bailar en esa compañía norteamericana, y en 1994 se incorporó a ella como principal dancer.
Bailó nuevamente con el Ballet Nacional de Cuba como bailarín invitado, durante una temporada en el teatro Albéniz de Madrid.
Con el English National Ballet y el Royal Ballet su repertorio incluyó roles principales, como los del pájaro azul en La bella durmiente, Basilio en Don Quijote, Romeo en Romeo y Julieta, Oberón y Puck en The Dream, y Herman Schmerman, de William Forsythe.
Con el American Ballet Theatre, también como primer bailarín, ha interpretado La Bayadera, Coppélia, El corsario, Raymonda, La bella durmiente, Don Quijote, Giselle, Manon, El cascanueces, así como Apolo y Ballet Imperial, de George Balanchine; Pillar of Fire, de Anthony Tudor; Fancy Free y Other Dances, de Jerome Robbins; Sinatra Suite, de Twyla Tharp; La viuda alegre, de Ronald Hynd; Non Troppo, de Mark Morris; En el Dniéper, de Alexei Ratmansky, entre un vasto repertorio clásico y contemporáneo.
En 2010, Carreño anunció su despedida del American Ballet Theatre para junio de 2011, con una función especial de El lago de los cisnes, en el Metropolitan Opera House de New York, donde tuvo como compañeras a las estrellas norteamericanas Julie Kent, en el rol de Odette, el cisne blanco; y Gillian Murphy como Odile, el cisne negro.
Ha sido bailarín invitado en las más prestigiosas compañías del mundo, como el Ballet Bolshoi, de Moscú; el Kírov (hoy Marinski), de San Petersburgo, Rusia; las nacionales de Canadá y Holanda; la Ópera de Viena; y el Asami Maki Ballet de Japón, donde también ha impartido docencia en diferentes academias.
Bailó en los años 2008 y 2009 como artista invitado de la compañía Danza Contemporánea de Cuba, en funciones de gala en México, con la puesta de Carmina Burana, del coreógrafo cubano George Céspedes.
Actuaciones como artista invitado
Ha actuado como invitado y organizador en diferentes festivales y galas de estrellas, como la Gala Homenaje a Rudolf Nureyev, en Londres, y la Gala Chaikovski, en Chicago, 1995; la Gala de Estrellas “José Manuel Carreño con aire latino”, en Tokio, Osaka, Okayama y Ohtsu, Japón, 2000; el 10mo Festival Mundial de Ballet de Japón, en Tokio, 2003; la Gala de Año Nuevo, en Viena, 2004; la Gala de Estrellas del Teatro Real, en Madrid, España, 2009; y la Gala Homenaje a Alicia Alonso ofrecida por el American Ballet Theatre en el Metropolitan Opera House de New York, Estados Unidos, 2010.
Actuaciones con grandes bailarinas
En su amplia historia en la danza, José Manuel Carreño ha bailado con las más grandes ballerinas de su tiempo, como la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, las italianas Carla Fracci, Viviana Durante y Alessandra Ferri, la argentina Paloma Herrera, las norteamericanas Susan Jaffe y Julie Kent, la australiana Leanne Benjamín, la rusa Natalia Ossipova, así como las estrellas cubanas Lorna Feijóo, Alihaydée Carreño, Viengsay Valdés y Sadaise Arencibia, entre otras.
Premios y distinciones
Entre los principales galardones recibidos se encuentran:
- Premio Extraordinario de ACE – Babby Quintero de Concierto (1997)
- Premio de la revista Dance Magazine (2004)
Llevar al Ballet de Monterrey a ser reconocido de manera internacional es hoy la principal meta de José Manuel Carreño como nuevo director artístico de la compañía regiomontana. Su debut como tal tuvo lugar el sábado 3 y el domingo 4 de diciembre de 2016, con El Cascanueces.
Según sus propias palabras, él desea “explorar y explotar el potencial de la compañía regia, y convertirla en una agrupación reconocida a nivel mundial”; así como “compartir sus experiencias en los grandes escenarios”.
Aunque lo vi bailar muchas veces en La Habana, entre 1986 y 1990, fue en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México donde tuve la oportunidad de conocerlo personalmente, después de su magistral presentación como el Basilio del ballet Don Quijote, y me conquistó su sencillez y su afabilidad como persona, al punto de que hasta me invitó a la recepción con mariachis y todo que se realizó esa noche en los salones del teatro.
Desde 2011 tenía preparada esta entrevista, pero no fue hasta agosto de 2017 que al fin pude entrevistarlo, y hoy la publico en CARITATE para ponerla a consideración de nuestros lectores:
¿Cuándo y por qué el niño José Manuel Carreño decidió estudiar ballet, en un país machista tan prejuiciado contra los bailarines?
Yo provengo de una familia de bailarines, y me crie en ese mundo del arte, de ensayos, funciones…, así que desde niño siempre me gustó bailar y me voy a morir bailando, aunque sea salsa, como le dije a Alicia Alonso recientemente.
¿Qué recuerdos guardas de tu etapa como estudiante?
Mira, yo creo que la etapa como estudiante es una de las etapas más lindas de la vida, y en mi etapa como estudiante fui muy afortunado por haber sido parte de la Escuela Cubana de Ballet. Estudié en Cubanacán, y en mi época la escuela se nutría de bailarines de la compañía (el B.N.C.) como profesores, y eso indiscutiblemente me ayudó mucho en mi formación como bailarín.
¿Con qué personaje debutaste como bailarín profesional, y con qué bailarina?
Tendría que llamar a Miguel Cabrera (el Historiador del Ballet Nacional de Cuba) para estar seguro, pero creo que fue con el Alain de La fille mal gardé, con la primera bailarina María Elena Llorente en el rol de Lissette.
¿Cuáles son tus ballets preferidos?
Yo definitivamente soy un bailarín clásico, y entre mis ballets favoritos te mencionaría Giselle, Romeo y Julieta, La Bayadera, Don Quijote y El corsario –en este último, el rol de Alí, el esclavo.
¿Quién es tu persona creativa favorita (artista, escritor, cantante, músico, etc.) y por qué?
Chico, como escritor siempre admiré mucho a Gabriel García Márquez, por su versatilidad y su forma de expresarse; en pintura, a Tomás Sánchez; un cantante que adoro es Marc Anthony; como bailarín a Julio Bocca, y como artista –que no es lo mismo que decir bailarina a secas– a Alejandra Ferri.
¿Con qué bailarinas te has sentido mejor bailando?
Alejandra Ferri, Julie Kent, Susan Jaffe, Alina Cojocaru, Tamara Rojo y Nina Ananiashvili, entre tantas grandes bailarinas con las que he tenido el gusto de bailar.
¿Te resultó muy difícil que Alicia Alonso te autorizara a aceptar el contrato con el American Ballet Theatre?
En el año 1990 fui uno de los primeros bailarines autorizados por Alicia Alonso para aceptar contratos fuera de la compañía (cubana de ballet). Iván Nagy, el director del English National Ballet, me vio bailar en 1990 en el concurso de Jacksonville, Mississippi –donde gané la medalla de oro y el Grand Prix– y me ofreció contratarme. Regresé a Cuba por unos meses y hablé con Alicia. Le conté la oportunidad que se me había presentado, y ella me autorizó. Al principio no quería, pero al final accedió.
Durante tantos años bailando como primera figura del ABT, de donde te retiraste en junio de este año 2011, ¿cómo pudiste conciliar vivir en los Estados Unidos y mantener a la vez los vínculos con el BNC y con tu país?
Mira, desde que salí de Cuba en 1990 siempre mantuve mis vínculos con el BNC y con Alicia; nunca perdí esos contactos. Me organizaba para poder participar en los Festivales Internacionales de Ballet de La Habana cada vez que podía. Siempre me gustó regresar y poder bailar para el público cubano.
¿Te resultó difícil aceptar la idea del retiro como primera figura del ABT?
No, en el sentido que yo quise retirarme; a mí no me retiraron, sino que fue mi decisión. Mucha gente pensó que yo estaba loco, porque estaba en perfectas condiciones. Mi despedida fue con una función especial de El lago de los cisnes, en el Metropolitan Opera House de New York, donde tuve como compañeras a las estrellas norteamericanas Julie Kent, en el rol de Odette, el cisne blanco; y Gillian Murphy, como Odile, el cisne negro.
Después de esa función y de la fiesta que hubo a continuación –me acosté a las 6 de la mañana–, a las 12 del día recibí una llamada de Kevin McKenzie (el director del ABT), donde me pedía hacer al día siguiente otro Lago de los cisnes, con Julie Kent: “José, yo sé que oficialmente tú estás retirado ya, pero necesito pedirte un favor…”.
Dancing with the Stars, ¿cuál fue tu participación en ese programa?
El 12 de abril de 2011, dos meses antes de mi retiro del ABT, participé junto a mis compatriotas Lorna Feijóo, del Ballet de Boston, y Lorena Feijóo, del Ballet de San Francisco, en el famoso programa de televisión Dancing with the Stars, con una versión ajustada y reducida de El lago de los cisnes.
¿Cuáles son tus expectativas personales y profesionales en esta nueva etapa de tu vida?
Después de que me retiré del ABT en 2011 tuve una etapa de free lance, de experimentación, en mi vida. Una etapa para hacer cosas que nunca había hecho antes.
Hice Carmina Burana con la compañía Danza Contemporánea de Cuba, tanto en La Habana como en varias ciudades de México, incluido el Auditorio Nacional de la capital azteca, con orquesta y coro; y bailé flamenco con el Ballet Español de Cuba –otro estilo totalmente diferente.
Y después de esa etapa de experimentación, dirigí durante dos años el Ballet de San José, en California, y actualmente me encuentro al frente de la compañía del Ballet de Monterrey, en México.
¿Qué quieres lograr como director artístico del Ballet de Monterrey?
Uno de mis retos mayores es llevar a esta compañía a un nivel superior, que no solo se conozca en México, sino que también se conozca muy bien el Ballet de Monterrey internacionalmente. El Ballet está bien. Tiene mucho potencial y es algo que me gustaría explorar y explotar también, y convertir realmente a esta compañía en internacional.
Si un día te lo propusieran, ¿aceptarías la dirección del BNC?
Esa es la pregunta más difícil que me has hecho. Yo creo que sí la aceptaría, bajo mis condiciones. Me atrevo a decir esto porque sé el gran valor que tiene la Escuela Cubana de Ballet, y estoy seguro de que se pueden hacer muchas cosas de gran nivel internacional, como siempre ha sido.
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