Desde hace pocas semanas estalló el escándalo de los ataques acústicos a personal diplomático y sus familiares de las embajadas de Estados Unidos y Canadá en La Habana. Según la cadena CNN que cita dos fuentes del gobierno norteamericano, son “más de diez” los diplomáticos y familiares de diplomáticos estadounidenses los que recibieron tratamiento “después de meses de ataques, que comenzaron a mediados de noviembre de 2016 y se detuvieron esta primavera”. En junio pasado, cinco canadienses, que también eran diplomáticos o familiares de éstos, aseguraron experimentar síntomas parecidos a los de los estadounidenses, según los funcionarios citados por la cadena. De acuerdo con la CNN, dos diplomáticos que fueron tratados en Estados Unidos “sufrieron daños a largo plazo, incluida la pérdida de oído como resultado de los ataques, y no pudieron volver a Cuba”, mientras que otros decidieron abandonar la isla por lo sucedido. “En algunos de los ataques, una sofisticada arma sónica que operaba fuera del rango de sonidos audibles se activó dentro o fuera de las residencias de diplomáticos estadounidenses que vivían en La Habana”, y les provocó “sensaciones físicas inmediatas que incluían náuseas, dolor de cabeza y pérdida de audición”, indicó la CNN.
El Gobierno cubano aseguró este mes que, cuando Washington le informó en febrero pasado de lo ocurrido a sus diplomáticos, inició una “investigación exhaustiva, prioritaria y urgente” y reforzó las medidas de seguridad para el personal estadounidense en la isla.
CNN apunta que los cinco canadienses afectados informaron de sus síntomas en junio pasado, lo que “significaría que ha habido más ataques al mismo tiempo en que los funcionarios cubanos estaban investigando los incidentes”. Aunque Washington no culpa por ahora al Gobierno cubano de causar el incidente, sí decidió expulsar en mayo a dos diplomáticos de la Embajada de Cuba en Washington, porque considera que La Habana no cumplió adecuadamente su obligación de proteger al personal estadounidense en la isla.
En estos momentos a ciencia cierta no sabemos si nos encontramos ante una nueva voladura del acorazado Maine o por el contrario, es una tormenta en un vaso de agua como sucedió con la captura de un barco norcoreano en el canal de Panamá trasladando armas escondidas bajo azúcar en la bodega burlando resoluciones de la ONU. Lo primero es valorar si se trata de ¨una provocación del imperialismo yanqui¨. Esta teoría de la conspiración no parece sostenerse al involucrar a numeroso personal diplomático y sus familiares de USA y Canadá, sin que ninguno de los implicados haya desmentido los ataques. En cuanto a la tecnología necesaria para construir armas sónicas o armas electrónicas no letales, está al alcance de cualquiera, por ejemplo en Internet circulan instrucciones para convertir un megáfono en un arma electrónica con potencia de 30 a 50 watts con alcance de 400 metros en frecuencias no audibles. Es decir que es posible que haya ocurrido ataques acústicos a los diplomáticos y sus familiares con la tecnología existente.
Cabe entonces valorar la posible implicación de la inteligencia cubana que tiene numerosos antecedentes de operaciones encubiertas en territorio norteamericano como por ejemplo la red avispa. Estoy convencido que una operación de esta naturaleza contra sedes diplomáticas durante varios meses en La Habana es imposible realizarla sin el conocimiento y anuencia de las autoridades cubanas. En primer lugar en las propias sedes diplomáticas trabaja personal cubano ¨de confianza¨ del gobierno cubano y en segundo lugar todas las sedes y residencias diplomáticas atacadas se encuentran en zonas blindadas como el malecón y repartos exclusivos como Cubanacán y Miramar donde existe un control total de cada inmueble, de quien entra, de quien sale. Aunque jurídicamente la protección del personal diplomático recae en el Cuerpo de Protección de Sedes Diplomáticas, una agencia paramilitar del gobierno cubano, por el tratado de Viena, la responsabilidad recae íntegramente en el gobierno cubano. Para mí está oscuro y huele a queso, es decir detrás de todo esto está sin duda la mano de los Castro y probablemente algún aliado terrorista que quiso utilizar La Habana como polígono de pruebas. Falta esperar de comprobarse lo dicho, que represalias utilizará el gobierno de Trump. Lo más probable puede ser la ruptura total de relaciones y endurecimiento del embargo así como la solicitud por Estados Unidos de sanciones internacionales contra Cuba. No parece razonable el uso de medidas militares. Como quiera que sea debemos seguir con suma atención el desarrollo de los acontecimientos ya que hay tres cosas que siempre salen, el sol, la luna y la verdad.
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