Friday, October 27, 2017

Leyendas del exilio, una historia contada por sus héroes (por Manuel Vázquez Portal)



 Leyendas del exilio, una historia contada por sus héroes


por Manuel Vázquez Portal 
para el blog Gaspar, El Lugareño


Leyendas del exilio, la serie de docudramas que dirige Lilo Vilaplana, asistido por un inusual y talentoso equipo, y que ha tenido su premier el día 22 de octubre de 2017 en América TeVe, una minúscula televisora local de Miami, a no dudarlo, se convertirá en otra leyenda del largo y doloroso exilio cubano. Su valor histórico y estético lo constarán.

La serie es, a mi entender, un empeño monumental (más de 400 actores, aproximadamente una quincena de escritores, recursos financieros limitadísimos y una ingeniosidad a prueba de tropiezos) concebido desde la humildad, la laboriosidad y el genio artístico y empresarial, que, tal vez, algunas grandes cadenas lamenten en el futuro no haber emprendido.

Leyendas del exilio, quién sabe si siguiendo la línea de las series televisivas que toman la historia como temática, irrumpe en un momento en que pareciera que el cansancio, la incuria o el olvido acallarían para siempre la voz de unos personajes –personalidades- que, aún en el otoño de sus vidas, tienen vívidos recuerdos de su oposición al oprobioso régimen fosilizado en La Habana. Y este detalle la hace excepcional.

Son los propios protagonistas quienes narran sus historias. No se trata de una visión subjetiva o tendenciosa de los hechos, cotejados por un autor distante; es el pálpito ardiente, pero sosegado por el tiempo, de quienes los vivieron.

No es un narrador contando sobre Roma o sobre los Borgias, mientras por pantalla corren imágenes de colosales batallas y palacios deslumbrantes; son los hijos de una pequeña y pobre isla rememorando lo que asumieron como deber. Es la historia misma contada por sus héroes.

Para su consecución fue necesario que concurrieran ciertos azares: el obstinado amor patrio de sus protagonistas, la curiosidad joven por conocer la parte sepultada de la historia por la maquinaria oficial castrista, el vigor de un equipo de trabajo dispuesto a dar cuerpo a una obra que, sin concesiones estéticas, redimiera de tanta orfandad a la razón, la vergüenza y la verdad, y, felizmente, un líder capaz de amalgamar a todos en un todo.

Sabido es que el Siglo XX estuvo plagado de dictadores que contaban con una legión de intelectuales a su favor, y el caso cubano no fue una excepción. Eran tiempos de desmelenadas utopías. Desde voces reconocidas internacionalmente hasta cotorrones domésticos compusieron el coro que cantaba las maquilladas coplas ordenadas por el madamás. Así lograban convertir sus embustes y miserias en una suerte de cantata embaucadora para los necesitados de Mesías, que, al final, se desbarrancaban tras la flauta de un artero y despiadado Hamelín que solo los conducía a la pobreza y a la muerte.

Una vez derrengadas las utopías y puestos al sol los mugrientos y ensangrentados trapos, la propaganda castrista creyó podría mantener su entramado de mentiras. En su infinita tozudez supuso que había ganado “la batalla de idea” y que la historia voltearía la página. No contaron con el estoicismo de sus oponentes históricos ni con los sueños de los jóvenes que huían horrorizados de su cerco macabro. Craso error. Leyendas del exilio es esa confluencia: los supuestos vencidos, otra vez indomables. Generaciones de cubanos reprimidos, preteridos, olvidados recuperando su voz para elevar el coro de la verdad.


Que será controversial Leyendas del exilio. Seguro que lo es, y lo será. No se puede ser sin ser controversial. Que algunos dirán que es la manida historia de adversarios tan fosilizados como el régimen y que eso es revolver el estercolero. Lo dirán. Que la Habana tratará de descalificar con vituperios y espumarajos en la boca. Lo hará. Que los turulatos “solapaditos” del exilio drenarán su encono. Lo harán. Que los exégetas puntillosos pueden acusarlas de localista. Habría que responderles que la universalidad es describir bien el patio de nuestras casas, y que donde hay seres humanos está el universo.

Lo que nadie podrá hacer es negarle el valor documental y artístico. Leyendas del exilio es un testimonio sincero con una factura estética concebida y conseguida con rigor.

Leyendas del exilio se asienta en las técnicas y estructuras más modernas del cine y la televisión. Un personaje real que cuenta su historia en primera persona desde un set minimalista cuidadosamente decorado. Dramatizaciones paralelas en trayectoria lineal y progresiva que ilustran y apoyan gráficamente las acciones y contextos que fluyen por la historia del personaje. Diálogos ingeniosos, informativos y restallantes, sin rebuscamientos ni ampulosidades, en los cuales salta en muchas ocasiones el chispeante humor cubano. Actuaciones de consagrados actores que se complementan con la frescura de neófitos actores en un todo dramático. Un narrador/comentarista omnisciente que amplia, contrasta y contextualiza información adicional, y es, a la vez, la aguja que va enhebrando las tramas de todos los capítulos. Una cámara atenta a la intensidad dramática y una música que va del himno a la sonata, de la tensión a la nostalgia. Todo ello embridado por una postproducción a la que no escapa la más mínima fisura en las imágenes. Y si eso no es buena televisión que venga Conan O’Brien y me lo explique.

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