Notal del blog: Agradezco a Baltasar Santiago Martín y a la periodista Yolanda Ferrera Sosa que compartan con los lectores, el presente texto incluido en el número de octubre 2017 de la revista CARITATE, dedicado al 50 aniversario del Ballet de Camagüey y al cantante y compositor Lázaro Horta. La presentación será el próximo jueves 26 de octubre de 2017 a las 8:00 p.m. en el Centro Cultural Hispano de Miami (111 SW 5th Ave. Miami, Fl 33135)
No sabía la joven egresada de la Escuela Nacional de Arte, en la especialidad de Ballet, que su destino le depararía dirigir a toda una compañía danzaria, fuera de su natal Ciudad de La Habana. Hacia la región central cubana de Camagüey viajó en agosto de 1979 para comenzar –el 1ro de septiembre– su Servicio Social de Graduada, por un período de tres años, que a la postre se convirtieron en más de 28.
Regina María Balaguer Sánchez formó parte del cuerpo de baile del Ballet de Camagüey. No fue fortuita su selección posterior para el Regisserato, ni para la conducción plena de la agrupación en 1996: la decisión de las autoridades culturales tomó en cuenta su capacidad para asumir los retos de tal responsabilidad.
Regina aceptó la tarea a sabiendas de las dificultades que entrañaba la dirección de la compañía, heredera de una rectoría por 15 años aparentemente insustituible: la de Fernando Alonso Rayneri, Maestro de Maestros. El talentoso maitre Jorge Rodríguez Vede –quien tuvo la dirección por 4 años después de la partida de Fernando– le entregaba a la joven, a la vez que un conjunto valioso en cuanto a resultados y talentos, un rosario de problemas derivados de varias causas, entre ellas –la más importante–, la de estar enclavado en una provincia, lejos de la capital, con un Ballet Nacional de Cuba, liderado nada menos que por Alicia Alonso.
De hablar pausado, mirada firme e inteligencia innegable, Regina posee el preciado don de la sencillez. La transmitía en cada entrevista, donde siempre subrayaba el resultado colectivo del conjunto y no el palpable aporte de ella para proseguir una difícil obra, ya cercana a su medio siglo de existencia.
Una de aquellas conversaciones, giró en torno a las características más ostensibles de la compañía:
“El Ballet de Camagüey –me dijo– tiene una cincuentena de componentes, elenco eminentemente joven, apoyado por un reconocido prestigio dentro y fuera del país. Su trayectoria exhibe un repertorio compuesto por más de 240 obras, clásicas y contemporáneas. Constantemente tratamos de enriquecer sus contenidos. Invitamos a creadores consagrados o no”
Como expresión tácita de esta afirmación de Regina, entre los ejemplos más recientes se encuentra la invitación al consagrado coreógrafo cubano Alberto Méndez, Premio Nacional de Danza, quien realizó el montaje de seis obras para las funciones de homenaje que le ofrendó el BC, los días 29 y 30 del pasado mes de julio de 2016, en el Teatro Principal, de la ciudad de Camagüey. La directora de la compañía le propuso la idea, como parte de la jornada por el aniversario 50, a celebrarse el 1ro de diciembre.
Méndez alistó para el conjunto las puestas: Suite Generis, El vals y Fantasía, y precisó detalles de Muñecos, Paso a tres y En tus ojos, que han permanecido en el repertorio activo del Ballet de Camagüey.
En otro momento de la entrevista, la directora del BC resaltó como característica innegable también la renovación constante del elenco:
“El Ballet de Camagüey es una compañía-escuela” –aseguró. Se nutre fundamentalmente de jóvenes egresados de la enseñanza artística en el país. Es posible que, para algunos proyectos, esta característica sea un verdadero problema, ya que los recién llegados carecen por lo general de experiencia escénica. Ahí está nuestro reto: moldear, forjar, lograr que ese extraordinario material brinde sus posibilidades en el futuro, sea cual sea el destino de sus entregas. De nuestra compañía han surgido luminarias radicadas posteriormente en diferentes puntos del orbe”.
Las contrataciones de sus componentes dentro y fuera del territorio y del país han lacerado indiscutiblemente la trayectoria de este colectivo, una realidad juzgada así por Regina:
“Tenemos la satisfacción de que el nivel integral de los bailarines, nivel logrado durante su estancia en la compañía, sea reconocido tácitamente por estas contrataciones. Sí…, claro que nos afectan. Pero también es una realidad que el Ballet de Camagüey mantiene un nivel técnico y artístico que nos enorgullece”.
“Todo ello –agregó– es consecuencia de una labor que integra diferentes especialidades. Resultan objetivos fundamentales, además de la adquisición de la técnica clásica y la disciplina imprescindibles, la formación cultural de los integrantes. En ello, el apoyo de nuestra sicóloga es fundamental. Los bailarines son –a la vez que atletas de alto rendimiento por su ejercitación física– artistas plenos de sentimientos y de emociones que deben ser experimentados personalmente, para transmitirlas adecuada y eficazmente. Incentivamos el trabajo de mesa, la investigación y el hábito de la lectura, fundamentalmente de aquellas obras que ellos interpretan.
“El Ballet de Camagüey tiene amantes seguidores por toda la República Cubana, un público amoroso y exigente que sabe el valor de lo que se les brinda” –agregó. “Llega a su medio siglo de fundado, con una historia defendida a capa y espada, porque no han sido pocos los escollos que ha debido superar”.
No hacía falta la enumeración por Regina de tales escollos, Quienes apreciamos de cerca las experiencias de la compañía agramontina, sabemos de muchas lamentables decisiones por parte de la dirección del Ballet Nacional de Cuba. Por solo citar dos, está la que excluyó al conjunto, reiteradamente, de participar en los Festivales Internacionales que auspicia, quitándole a Camagüey su calidad de sub-sede y la necesidad de hacer otro montaje para el BC de la coreografía de Giselle, ante la petición de Alicia Alonso de que se le pagara el Derecho de Autor por la propia versión de la compañía nacional. La responsabilidad de la versión camagüeyana la asumió creativa y exitosamente, el coreógrafo lugareño José Antonio Chávez .
Era recurrente en cada conversación con Regina Balaguer su referencia al maestro Fernando Alonso al frente del conjunto, su agradecimiento por la valiosa entrega brindada allí durante 15 años. Fue un período dedicado íntegramente a elevar el nivel técnico del colectivo, fundado oficialmente el 1ro de diciembre de 1967 por otra grande del arte de las puntas en la localidad: Vicentina de la Torre.
Muchos obstáculos encontró Fernando en ese empeño, asumido con respeto y con amor. Supo organizar con su experiencia a la agrupación, la cual recibió con una notable trayectoria en la cual proliferaban las coreografías de corte contemporáneo. Poco a poco, su magisterio derivó en la incorporación también de obras selectas del repertorio clásico mundial.
El Ballet de Camagüey debe la sede actual que posee al Maestro. Antes de su llegada, el colectivo radicaba en los altos del teatro “José Luis Tassende”, local carente de las condiciones mínimas para su desempeño.
Sus aportes al desarrollo de la compañía suman giras internacionales y la consolidación de la fábrica de zapatillas aledaña a “Villa Feliz”, que tal es la denominación de la hermosa casona donde –por su gestión– se encuentra establecido el conjunto.
Amplió los niveles de relación con directivos y artistas de prominencia reconocida en diferentes países, entre ellos Bélgica, con su “Royal Ballet de Wallonie”, con Jorge Lefebre –ya fallecido– y Menia Martínez, en calidad de colaboradores sistemáticos.
Con su pertinaz hacer, su comprobado optimismo y su amor por la difícil disciplina artística, Fernando supo sembrar bien en el talento de experimentados y de recién egresados. Aunó objetivos. Sumó voluntades.
“Fernando sigue viviendo en cada logro de la compañía, al igual que Vicentina de la Torre. A sus magisterios consagrados se dedican las programaciones encaminadas a celebrar los 50 años del conjunto en el presente 2017. Por lo general, cuando periodísticamente se alude al conjunto, se le califica como la segunda compañía de su tipo en Cuba. No somos segundos de nadie. Dígase solo Ballet de Camagüey, poseedor de una muy propia e irrepetible historia”–finalizó Regina.
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ver en el blog
Vicentina de la Torre: voluntad con alas (por Yolanda Ferrera Sosa)
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