Su debut en el Teatro Principal ocurrió el 5 de diciembre de 1935. La Orquesta Yemayá, de Jorge González Allué, acompañó la actuación. Desde entonces sería admirada por el preciosismo y la depuración de su estilo.
En 1936 fundó la primera escuela de ballet de Camagüey, en su casa natal, en la Avenida de los Mártires No. 372. Luego traslada el centro a la calle Independencia, y por último, a San Esteban entre República y Lope Recio.
Desde su regreso a Cuba, dedicaba tres meses a la superación técnica en Nueva York, donde tomaba clases de Fokine, quien revolucionó el ballet clásico.
En la década del ´40 languideció el vigor físico de Gilda, y por eso optó por la ingeniería agronómica en La Habana, pero no pasó de dos cursos debido al resquebrajamiento de su salud.
Ella, que cada fin de curso actuaba con su elenco de aprendices, tuvo que conformarse con apreciar, aunque siguió bailando en el cuerpo de sus alumnos. Murió de cáncer, el 22 de mayo de 1951, a un mes de cumplir sus 34.
Tal como había pedido a sus familiares, Gilda emprendió el vuelo eterno con el traje de su ballet preferido, La muerte del cisne, esa obra que ilustra los últimos momentos de un cisne herido.
La semilla germinaría en sus alumnas, especialmente en una como ella, con el prodigio de fundar: Vicentina de la Torre Recio, quien ingresó en su escuela en 1948, luego se consagraría al magisterio y lograría el sueño de una compañía, el Ballet de Camagüey. (Yanetsy León González/Adelante. Leer texto completo)
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