En política real esta prórroga no tiene la menor trascendencia puesto que el subsodicho mandatario continuará aún después del 19 de abril de 2018 rigiendo los destinos del país en su condición de Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, el único legalizado en Cuba y al cual le corresponde ser la ¨fuerza dirigente superior de la sociedad y del estado¨ según el artículo 5 de la Constitución cubana. No obstante a ello deseo compartir algunos criterios sobre esta decisión política fundamentada jurídicamente en los artículo 72 y 111 de la Constitución, así como en el artículo 11 de la Ley Electoral, alegando una situación excepcional motivada por el paso del huracán Irma.
En primer lugar se refleja la condición de estado totalitario del gobierno cubano quien prorroga a su antojo el mandato de gobierno por cinco años, sin que ninguna institución u organización de la sociedad civil cubana pueda siquiera tímidamente cuestionar tal decisión. El gobierno-partido incumple sus propias promesas sin temor alguno a las críticas internacionales. En segundo lugar se aprecia el cuidado e importancia que concede el régimen de la Habana a la llamada sucesión de la generación histórica de la revolución. La necesidad del aplazamiento del proceso electoral estriba en conceder tiempo a las Comisiones de Candidaturas Provinciales y Nacional a confeccionar las largas listas de diputados provinciales, nacionales y miembros del Consejo de Estado. En una sana sociedad democrática, estas propuestas hubieran surgido de la base, es decir de los partidos políticos o de las organizaciones de la sociedad civil. En Cuba como esto no existe, las candidaturas ¨vienen de arriba¨ o sea de las Comisiones de Candidaturas oficialistas que deben realizar un complejo trabajo de fino tamizaje mediante propuestas atendiendo a por cientos de representaciones de sectores y territorios de la sociedad institucional cubana como artistas, deportistas, científicos, religiosos, etc. Así como complicados algoritmos de representatividad de jóvenes, mujeres, negros, etc. Todo eso escogiendo los diputados de ¨probada trayectoria revolucionaria¨. Al final del proceso luego de tanta selección y representatividad el régimen se representa a sí mismo y excluye a toda minoría disidente o a cualquier sector social emergente que busque su espacio político.
Sin embargo resta por ver el grado de renovación que prepara el régimen. Si se eliminan al menos nominalmente todas las inmovilistas figuras históricas o por el contrario será más de lo mismo. Siempre queda la esperanza que se inyecte en la alta dirección del país, sangre nueva reformista aunque los jóvenes con su habitual simulación juren y perjuren lealtad absoluta a los principios eternos de la revolución. Esperemos que algunos ¨troyanos¨ reformistas salten las barreras de las Comisiones de Candidaturas y desde adentro puedan, cuando llegue el momento, abogar por profundas reformas que tanto necesita Cuba para salir de la profunda crisis económico, social, moral y política en que se encuentra postrada. Feliz Navidad y próspero año nuevo.
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