Hoy día de la Virgen de la Candelaria, Patrona de Camagüey, escribo esta crónica celebrando el 504 aniversario de la fundación de la otrora villa de Santa María del Puerto del Príncipe pero inspirado en uno de los hitos históricos de esta comunidad, la misa papal del 23 de enero de 1998.
La visita de su santidad Juan Pablo II a Cuba durante 5 días, llenó de júbilo a los cubanos. La llegada del mensajero de la Verdad y la Esperanza a nuestras tierras puso fin a un ciclo de persecución religiosa iniciado en los años 60 del pasado siglo. Aunque concebida como jugada maestra de alta política por el entonces líder Fidel Castro, la llegada del Papa peregrino cumplía fines pastorales y generó gran expectativa internacional por asociarse la figura de Karol Jozef Wojtyla al fin del comunismo internacional. Al ser recibido en el aeropuerto internacional José Martí de Rancho Boyeros, La Habana, el Santo Padre pronunció estas palabras…
Con la confianza puesta en el Señor y sintiéndome muy unido a los amados hijos e hijas de Cuba, agradezco de corazón esta calurosa acogida con la que se inicia mi visita pastoral, que encomiendo a la maternal protección de la Santísima Virgen de la Caridad del Cobre. Bendigo de corazón a todos y de modo particular a los pobres, los enfermos, los marginados y a cuantos sufren en el cuerpo o en el espíritu …
La apretada agenda del Juan Pablo II incluyó la celebración de una misa dedicada a la juventud en la Plaza Ignacio Agramonte de Camagüey. Aproximadamente 2 años duraron los preparativos en la cuna del Mayor, incluyendo agotadores ensayos del gigantesco coro, visitas misioneras casa por casa y amplias catequesis para preparar la multitudinaria eucaristía. Este colosal esfuerzo material y espiritual fue liderado por Monseñor Adolfo Rodríguez Herrera, en gloria esté, secundado por todos los religiosos y laicos de la diócesis, resaltando el padre Wily Pino, por su infatigable entrega a los ensayos y organización del magno evento cuidando de todos los detalles.
Recuerdo que casi no pude dormir en la madrugada del viernes 23 de enero de 1998, para ser de los primeros en ingresar a la plaza. Efectivamente, cuando el cordón militar permitió el acceso a la explanada sobre las 6.30 am, fui de los primeros en entrar. Tuve que correr para coger un buen lugar desde donde pudiera ver mejor. Me ubiqué cerca de un pasillo acordonado por donde supuse que entraría el Papa. La multitud fue creciendo y la espera comenzó a impacientar a los presentes. Cuando pasó el avión donde venía el Papa comenzaron las exclamaciones de júbilo, creo recordar que esto pasó cerca de las 10 de la mañana. Mientras tanto se escuchaba canciones religiosas y plegarias preparando la celebración.
Pasado unos 30 minutos aproximadamente llegó el Papa a la plaza. Para hacerlo tuvo que pasar por la recién construida en aquel entonces, rotonda Amalia Simoni, que quedó en el imaginario popular como la ¨rotonda del Papa¨, aunque ahora se llame Camilo Cienfuegos por el monumento allí erigido. Juan Pablo llegó en su papamóvil acompañado del Obispo Adolfo Rodríguez Herrera, saludando ambos a la delirante multitud. Los pude ver de cerquita, como a 10 metros de distancia, apreciando los detalles de la blancura del rostro del pontífice polaco. Comenzó entonces la celebración eucarística de la cual cito algunos fragmentos de la homilía papal…
Este lugar, que lleva el nombre de Ignacio Agramonte, El Bayardo, nos recuerda a un héroe querido por todos, el cual, movido por su fe cristiana, encarnó los valores que adornan a los hombre y mujeres de bien: la honradez, la veracidad, la fidelidad, el amor a la justicia. El fue buen esposo, padre de familia y buen amigo, defensor de la dignidad humana frente a la esclavitud… ¿Qué es llevar una vida limpia? Es vivir la propia existencia según las normas morales del Evangelio propuestas por la Iglesia. Actualmente, por desgracia, para muchos es fácil caer en un relativismo moral y en una falta de identidad que sufren tanto jóvenes, víctima de esquemas culturales vacíos de sentido o de algún tipo de ideología que no ofrece normas morales altas y precisas. Ese relativismo moral genera egoísmo, división, marginación, discriminación, miedo y desconfianza hacia los otros …
Mientras la misa se celebraba, los cantos y oraciones fueron creando un momento mágico que encontró su culmen en el espontáneo estribillo ¨El Papa se queda en Camagüey, en Camagüey, en Camagüey¨. Pronto todos los asistentes coreamos insistentemente la pegajosa copla cuyo ritmo proviene de las barras futbolísticas ¨oeeee, oeeee, oeeee¨. A lo que el Papa respondió
…La celebración de hoy ha sido muy festiva y alegre. Los jóvenes han traído su alegría, su dinamismo, acercándose al altar del Señor, a Dios que alegra la juventud. Al marcharme para ir a encontrar a otros hermanos, agradecido con la invitación a quedarme en Camagüey, les quiero repetir que Cristo los mira, a cada uno, los mira y ama. Por eso no tengan miedo de abrirle las puertas de su corazón. ¡Qué este sea el programa de la juventud cubana¡…
Sobre el origen del pegajoso estribillo, aunque en el Internet circulan versiones que fue inspiración ¨de una mujer del pueblo¨ me atrevo a afirmar por los testimonios recogidos que fue autoría de un entusiasta joven llamado Karel Morell Avilés, quien pronto fue secundado por el coro y de allí se propagó por toda la plaza y pasó a la memoria histórica del Camagüey como símbolo del espontáneo amor del pueblo camagüeyano por el Papa bueno.
Terminada la misa los jóvenes recorrieron largo rato las calles de la ciudad entonando canciones festivas y religiosas. Recuerdo haber conversado con uno de los manifestantes, quien me gritó exaltado ¨Ahora si se acabó el comunismo de p…¨ Con esto ejemplifico la emoción que se vivió en aquellos momentos inolvidables.
Veinte años después vemos que los protagonistas principales no están en Camagüey. Karol Jozef Wojtyla está en la gloria de los altares a la diestra del Señor. Monseñor Adolfo también partió hacia la eterna Jerusalén y está en trámites su proceso de beatificación. El entonces Obispo Auxiliar de Camagüey, Juan de la Caridad García Rodríguez, es el actual Obispo de La Habana. El Padre Wilfredo Pino, es hoy Obispo de Camagüey. Los restos del mandatario Fidel Castro Ruz yacen en una piedra en Santa Ifigenia. Muchos de los jóvenes participantes en la misa, han abandonado Cuba o Camagüey. Pero el espíritu del 23 de enero persiste aún en la ciudad. Los sobrevivientes esperamos algún día refundar la legendaria Camagüey sobre nuevas bases morales y materiales haciendo realidad el profético mensaje de Juan Pablo II de que el mundo se abra a Cuba y Cuba se abra al mundo. En esa misa estaba el joven Castor Álvarez Devesa, quien es uno de los tres sacerdotes firmantes de una carta abierta al General-Presidente Raúl Castro Ruz pidiendo libertades ciudadanas. Es un claro ejemplo de inspiración en el espíritu del 23 de enero. La generación del Papa bueno, trabaja en las sombras y espera su oportunidad. El tiempo está a nuestro favor.
Camagüey. 2 de febrero de 2018.
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