Wednesday, November 6, 2024

Hemingway reportero de guerra en Constantinopla (por Carlos A. Peon-Casas)


La labor periodística de Hemingway en los tiempos de Paris como reportero del Toronto Star, incluyó en 1922, un periplo de tres semanas al Oriente Medio, específicamente a la ciudad turca de Constantinopla donde había estallado una conflagración entre la primera nación y Grecia, por causa de unos territorios (Anatolia) en los avatares de la Guerra Greco Turca. Los hechos habían terminado con la recuperación turca de la región de Anatolia, y el incendio del puerto de Esmirna.

Hemingway debía cubrir los hechos estrictamente para su periódico (Toronto Star), pero secretamente, según lo relata Baker, había pactado reportar igualmente para la Hearst's International News Service(1). El hecho no dejaba de preocuparlo dado su condición de reportero exclusivo de el Toronto Star, lo que no dejaría de traerle el reproche de su periódico, por la duplicidad de información.

Su primer despacho, no mas alcanzada la ciudad el 29 de septiembre, era lacónico pero explicito: “Constantinopla es ruidosa, calurosa, montañosa, sucia y hermosa…atestada de uniformes y rumores”(2).

Su estancia en la ciudad, por entonces ocupada por tropas inglesas en evitación de una supuesta invasión turca, estaba marcada por el miedo de los habitantes de las atrocidades de los turcos cometidas en Esmirna. Para su mala suerte, contrajo malaria debido a la picadura de insectos en el Hotel de Londres, regentado por griegos cristianos.

Sus funciones reporteriles se vieron afectadas por su lamentable condición de salud, que le impidió sumarse al resto de los corresponsales a un viaje hasta Mitilene a bordo de un destroyer británico. Igual se vio confrontado por:
la estupidez de los censores y la negativa de los militares de permitir la presencia de periodistas en la Conferencia de Mudania, que le cedía Tracia a los turcos y obligaba a las tropas griegas a evacuarla en tres días(3)
Febril y débil Hemingway empacó su Corona y tomó un tren hasta Adrianapolis. La ciudad estaba colapsada, y las imágenes que Hemingway retendría de aquellos días de octubre jamás se borrarían de su retina. Baker deja evidencia cuando nos cuenta:
Casi la totalidad de la población cristiana de Tracia se apiñaba a lo largo del camino empedrado que les llevaba al oeste. Era una larga fila de veinte millas de carros repletos de refugiados. Miles de cansados hombres, mujeres y niños caminaban enceguecidos en medio de la lluvia, con sabanas sobre sus cabezas. Nadie hablaba. Solo podían seguir moviéndose. En una de las carretas iba una mujer en trabajo de parto, el único sonido eran sus quejidos, su esposo había cubierto el carromato con una sabana para protegerla de la lluvia. La pequeña hija miraba con horror y empezó a gritar. La lenta procesión seguía su marcha(4)
El propio Hemingway inmortalizaría el suceso del puente sobe el río Maritza años después, en una miniatura de las incluidas entre sus relatos de The First 49 Stories en 1938. El texto intitulado Minaretes, es altamente revelador del sentimiento mas compasivo arraigado en su memoria muchos años después:
Los minaretes resaltaban a lo lejos en Adrianapolis, entre la lluvia, desde la lodosa planicie. Las carretas iban en marcha compacta por muchas millas a lo largo del camino de Karangatch. Los búfalos de agua y el ganado las arrastraban a través del fango. Los viejos las mujeres, empapados, marchaban y hacían marchar el ganado. (…) Había una mujer de parto y una pequeña niña sostenía una sabana sobre ella y gritaba. (…)(5)
La trepidante experiencia vería su fin el 21 de octubre con la llegada de un maltrecho Hemingway a la estación de Gare de Lyon. De aquella incursión reporteril, quedaría en manos de su esposa Hadley un valioso presente como recuerdo: un bello brazalete de ambar(6), que Hemingway habría comprado a un antiguo miembro de la nobleza rusa que trabajaba como mesero en Constantinopla.



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  1. Véase también la carta de Hemingway a John Bone, Octubre, 27 de 1922, donde detalla a su jefe del Toronto Star, la relación de gastos incurridos durante el viaje. En Ernest Hemingway. A Life Story. Carlos Baker. Scribners and Sons. NY. 1969 p.97.  Letters of Ernest Hemingway 1907-1922. Edited by Sandra Spanier and Robert Trogdon. Cambridge University Press. NY. 2001. pp 355-363.
  2. Ibid.
  3. Ibid. p.98
  4. Ibid. p.99
  5. The Complete Short Stories of Ernest Hemingway. The Finca Vigia Edition. Scribner Paperback Fiction. NY. 1987. Chapter II. p.71.(Traducción personal)
  6. A Life Story..op cit. p.99

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