De aquellos tiempos nos vienen las aun activas organizaciones Movimiento de Recuperación Revolucionaria, Movimiento 30 de Noviembre y Apha 66, y sus acciones contra el régimen castrista han atravesados los últimos 59 años de la historia con gallardía y perseverancia. Le demostraron a Batista que eran mejores y más valientes que él. Le demostraron a Fidel Castro que no le temían. Y ahora mismo se han alineado al plan “Todos por Cuba Libre” para, con su prestigio y experiencia, dar un paso más hacia la luz.
I
Con el pie equivocado se levantó la historia de Cuba aquel 10 de marzo de 1952. Tropezó con las sombras y se desplomó hacia el precipicio. El general Fulgencio Batista no sabía en cuánto peligro había puesto a la nación al desalojar de Palacio, a punta de fusil, al presidente Carlos Prío Socarrás. Por soberbia o por egoísmo había quebrado el aun endeble hilo constitucional de la república y abierto la brecha para las peores consecuencias. Puso a Cuba a pagar con sangre su torpeza de militar testarudo.
Un monstruo disfrazado de Mesías llamado Fidel Castro, con un agudo olfato para el oportunismo histórico, comprendió de inmediato que el desacierto de Batista le había franqueado las puertas para su innata violencia y se aprestó para la guerra. Con la sobredimensionada escaramuza del asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba se agenció un lugar protagónico que nunca había tenido en el escenario político y comenzó a empollar la más larga dictadura del Hemisferio Occidental.
La ingenuidad nacional se embriagó de gestos heroicos, panfletos rimbombantes y promesas pomposas. La isla -proclive a las sublevaciones desde el nacimiento de la república- volvió a estremecerse de insurrectos y cañonazos. Galopó la muerte por sabanas y lomeríos. Las ciudades fulguraron en sus noches de bombazos y petardos.
Un Batista amilanado y ya sin el apoyo estadounidense optó por huir. El monstruo entró a La Habana e impuso su terror a fuego muerte. Fue entonces que le nacieron a la patria los más preclaros hijos. Casi seis décadas después sus visiones se hacen más transparentes, sus ideas más precisas y su rebelión más justificada.
No le bastaron a Castro los muertos de la guerra. Su estreno en el poder se convirtió en una atroz masacre. Juicios sumarios y fusilamientos desbordaron el panorama nacional. Cerca de 5 mil 800 ejecutados solo en los primeros meses.
No estaba haciendo justicia el aprendiz de tirano: aleccionaba a los del bando contrario, y a los de su propio bando, con crueldad desmedida para que nadie se atreviera contra él. A partir de entonces Cuba sería su serrallo. Pero los que no se conformaron tornaron a la guerra como eternos enamorados de la patria. Los que sobrevivieron a la metralla y a las cárceles son hoy unos muchachones que frisan los 80 años y aún no han renunciado a la batalla.
De aquellos tiempos nos vienen las aun activas organizaciones Movimiento de Recuperación Revolucionaria, Movimiento 30 de Noviembre y Apha 66, y sus acciones contra el régimen castrista han atravesados los últimos 59 años de la historia con gallardía y perseverancia. Le demostraron a Batista que eran mejores y más valientes que él. Le demostraron a Fidel Castro que no le temían. Y ahora mismo se han alineado al plan “Todos por Cuba Libre” para, con su prestigio y experiencia, dar un paso más hacia la luz.
II
Hay montes, y hay que subir
Ernesto Díaz Rodríguez es de un coraje indoblegable y una ternura sin linderos. Fraterno con sus amigos, cabal con su compañeros de lucha. Con la misma humildad conque empuña una ametralladora escribe un poema para niños. Su autenticidad está hecha de una sola pieza. Nació en Cojímar en 1939. Luchó contra Batista y contra Fidel Castro. No admitió ninguna dictadura. Fue uno de los fundadores de Alpha 66. En diciembre de 1968, luego de varios días de combate fue capturado por las fuerzas de Castro y condenado a una larga pena. El 23 de marzo de 1991, después de 22 años y 3 meses de encarcelamiento, fue puesto en libertad. Treinta y siete días más tarde regresó a los Estados Unidos para continuar la lucha, que se ha extendido hasta hoy.
“El plan Todos por Cuba Libre, es una nueva vía que ha de andarse, un nuevo monte que habrá de subirse. Todos unidos, como ha debido ser siempre. De nosotros dependerá su eficacia. Tenemos un pueblo cuyo jóvenes solo sueñan con marcharse. Una tierra donde el Marabú le ha ganado la bronca a la producción de alimentos. Una nación cuya cúpula militar acapara casi toda la economía. Unos ciudadanos que no tienen espacio para protestar ni verdaderas urnas para votar. Una dictadura que se alía con los peores gobiernos del mundo. Es un momento ideal. Y, a mi modo de ver, la primera virtud de Todos por Cuba libre es que convoca a la unidad, me parece el resurgir de aquella mística fraternal que nos juntó desde el primer día contra Castro”, me dice Ernesto al otro lado del teléfono y yo vuelvo a espolearlo con más preguntas.
“Alpha 66 apoya y se integra a Todos por Cuba libre porque sus propósitos confluyen con los de nuestra organización, porque está diseñado desde el valor y la inteligencia, desde la integridad y la decencia. Así como Alpha 66 no admite conciliaciones dialogueras con la dictadura, Todos por Cuba libre se propone la expulsión definitiva de los Castro del poder, y ahí coincidimos plenamente”.
Lo incito, lo provoco, y él responde con modestia. “Alpha 66 aportará al plan Todos por Cuba libre, su amor al terruño natal, su solidaridad incondicional, la lealtad a los jóvenes líderes que lo impulsan, y como han pedido escucharnos, aportaremos también la experiencia de llevar casi seis década batallando por la libertad de Cuba.
III
Subir montes hermana hombres
Osiel González Rodríguez anda de rostro enjuto y cuerpo canijo a sus 83 años. Pareciera que el alma es su combustible y su espíritu de lucha tiene la robustez y el vigor de cuando aún disparaba contra la soldadesca de Batista en la Sierra del Escambray.
Nació en Cárdenas, Matanzas, el 14 de octubre de 1935. Hijo y nieto de colonos aprendió de sus mayores el amor a la tierra y las cosechas. Supo que el mango del patio familiar tiene el sabor de la patria toda, y que no hay niño más feliz que aquel que lleva el rostro untado para siempre de ese néctar.
Actualmente es vicesecretario de Alpha 66 y me cuenta que sus primeras sospechas contra el castrismo se remontan a la llegada del Che Guevara al Segundo Frente de Las Villas.
Aquel aire de mandón engreído y cierto tufo a matarife inescrupuloso que traía el guerrillero asmático dispararon unas alarmas, que siguieron sonando con el fusilamiento del Comandante William Morgan y el encarcelamiento del Comandante Huber Matos y que lo indujeron a que en abril de 1961 abandonara la isla, ya perseguido por las jaurías de Fidel Castro.
De quienes lucharon junto a él habla con algo de veneración y nostalgia. Armando Fleites y Lázaro Asencio no han dejado aún de ser sus valerosos jefes. Recuerda los avatares de la guerrilla y evoca como héroe, a pesar de sus veleidades, a Eloy Gutiérrez Menoyo. De Andrés Nazario Sargent rememora su arrojo. Hay como un amor fraternal por ellos, y es que como Martí, Osiel cree que “subir montes hermana hombre”.
Desde unos ojos que no se han cansado de atisbar a Cuba en lontananza, me dice que el plan “Todos por Cuba Libre” tiene el encanto de buscar lo unitario, aquellos puntos de coincidencia de todas la buenas voluntades y que ha hecho reflotar ese místico anhelo martiano de “con todos y para el bien de todos”.
Con el entusiasmo reposado y sabio del hombre transcurrido que es, me habla de la acogida que el plan ha tenido entre las organizaciones del exilio, y no exagera al decir que dentro de la isla se ha diseminado con más rapidez de lo esperado.
Osiel confía en el plan. No niega que tiene una gran esperanza de que, ante la crisis económica, política y social que atraviesa la cúpula castrista, Todos por Cuba libre, surta un efecto más allá de lo concebido.
IV
En los montes, monte soy
Ismael Hernández dejó su primera juventud entre las rejas. Estuvo 18 años preso. En la Cabaña, Isla de Pinos y Guanajay se le quedaron no pocos sueños. Había nacido en Sagua la Grande el 22 de Mayo de 1940, y cayó preso el 13 de octubre de 1961. Veintiún años tenía apenas, y no fue hasta marzo de 1979 que pudo respirar sin un guardián a sus espaldas.
Había ingresado al Movimiento 30 de Noviembre en los primeros meses de 1960. Era el jefe nacional de acción y sabotaje cuando el G-2 cubano le fue arriba. Hoy tiene 78 años, forma parte de la dirección del Movimiento en el exilio y su anhelo de ver a Cuba libre late con las mismas fuerzas de aquellos días en que el enfrentamiento era a tiro limpio.
“Con el encarcelamiento de Huber Matos quedó demostrado que con Fidel Castro no había nada de qué hablar como no fuera doblegarse frente a él. Nos obligó a la violencia, a coger el monte de nuevo. Y como nadie es más hombre que nadie, pues, fuimos monte en el monte, rifle contra rifle. El monte de la libertad se alcanza cuando cada árbol del monte es libre. Hay que ser libre individualmente para luchar por la libertad de todos. Eso hicimos, no otra cosa”, me afirma Ismael Hernández y yo vuelvo a la andanada de preguntas.
“Mira, siempre he creído que a Fidel Castro había que tumbarlo a tiros, él no dejaba otra opción. Pero los tiempos han cambiado. Combatí desde la violencia y hoy combato desde la lucha pacífica. Pero combato. Solo la muerte -que nunca pienso en ella- me detendrá. Esta bronca la empezó él pero nosotros la vamos a terminar. Han surgido nuevos líderes, con nuevas ideas. Y nosotros, que hemos sido convocados al plan Todos por Cuba libre, los apoyamos con lo que nos va quedando: veteranía, ejemplo, perseverancia”. Solo cuando vea a Cuba libre, diré como Martí en su diario de campaña: “al pie de un árbol grande iré luego a dormir”.
V
Del Cerro a los montes altos
José Lamas se tiró del automóvil en marcha y los disparos comenzaron a repiquetear en las paredes. Escapaba del G-2 cubano. No era la primera vez. Conocía La Habana como la palma de su mano. Durante casi tres años puso en jaque a las fuerzas represivas buscando a un “Bonifacio” que sabía escabullirse y no era fácil dar con él cuando si se lo proponía. Era un verdadero clandestino. No podía dejarse atrapar. Todavía había mucho que hacer contra Fidel Castro.
Nacido en la barriada de El Cerro el 19 de junio de 1940, tenía apenas 19 años cuando comenzó a conspirar, y después de darle mucha guerra a milicianos y agentes del G-2 se vio obligado a asilarse en la embajada de Brasil. En 1963 llegó a Puerto Rico y de ahí viajó a Chicago para reunirse con su hermano mayor. Y en Chicago, todavía hoy, forma parte de la dirección nacional del Movimiento 30 de noviembre y apoya con entusiasmo el plan Todos por Cuba libre.
“El plan Todos por Cuba libre es una nueva oportunidad de luchar coordinadamente por la libertad de Cuba. Lo haremos grande en la medida que trabajemos. Está diseñado con acciones a corto plazo y una estrategia a largo plazo de modo que, después de conseguida la libertad de Cuba, podamos reconstruirla. En él no solo se convoca a las viejas y nuevas organizaciones de la resistencia sino a cada cubano que sueñe con una patria nueva y próspera”.
“Cuando el Movimiento 30 de noviembre se incorpora al plan Todos por Cuba libre, lo hace pensando en que podemos aportar nuestra experiencia de lucha a esta nueva iniciativa. Podemos, quizás, servir de ejemplo a los nuevos luchadores y es, además, para nosotros un motivo de orgullo participar en esta nueva gesta. Pienso que entre todos podemos. Cuba espera por nosotros.
VI
… y al fondo dos montes bellísimos
“Yo no estaba para morir”, me cuenta sonriente. La pequeña guerrilla rodeada por unos 1 500 efectivos del ejército de Fidel Castro combatió con furor. La ráfaga que lo alcanzó mató a varios de sus compañeros y lo dejó a él con una bala que atravesó su omóplato derecho, le perforó un pulmón y le salió por el pecho. Vuelve a sonreír e ironiza: “Vaya suerte la mía”. El soldado que lo apresó, después de insultarlo con palabrotas de más calibre que el fusil, lo encañonó directo a la cabeza para rematarlo pero el rifle se le encasquilló. Luego, dando tumbos en la cama de un destartalado camión, llegó a un hospital de mala muerte en Manguito. Era el 19 de marzo de 1961, solo a 5 días de haber cumplido sus 25 años.
“Sé que al final, en Cuba crecerán la libertad y la democracia, dos montes lindos que escalaremos, porque es un sueño de mucha gente y no se puede quedar trunco. Hemos luchado contra dos dictaduras en los últimos sesenta años. No hay otra alternativa que el Estado de Derecho y la prosperidad”, me dice Jorge Gutiérrez Izaguirre. “Yo quizás no alcance a verlo, acabo de cumplir 82 años, pero lo veré por los ojos de mis hijos y de mis nietos”.
Jorge Gutiérrez Izaguirre es de los fundadores, junto a Manuel Artime, del Movimiento de Recuperación Revolucionaria y todavía sueña con una Cuba libre y mejor. Nació La Habana el 14 de Marzo de 1936 y es un ferviente católico. “Si luché a muerte fue porque me estaban matando la patria”-afirma.
Tras un recio entrenamiento como soldado y radiotelegrafista en Estados Unidos volvió a la isla como parte de un grupo de infiltración de la Brigada de Asalto 2506 que se uniría a las guerrillas asentadas en el Sur de Matanzas. El desembarco fue en febrero de 1961. “Cuando pisé Cuba de nuevo pensé que estaba haciendo lo que debía”, dice.
El 23 de abril de 1961, mientras yacía en una cama del hospital militar de Colón, le dieron la noticia de que el fiscal de su caso, el Teniente Everildo Domínguez, lo había condenado a muerte. Tampoco lo mataron. Fidel Castro decretó una moratoria temporal de la pena de muerte y unos meses después le conmutaron la pena por 30 años de cárcel. Fue indultado por gestiones de la Administración de Jimmy Carter tras cumplir 18 años de encierro.
“Todo lo que sea contra la dictadura es de mi agrado y tiene mi apoyo. El plan Todos por Cuba libre puede funcionar como el ariete que abra la puerta de la libertad. Es un deber apoyarlo”. Afirma finalmente Jorge Gutiérrez Izaguirre y me deja esa sensación de que, de un modo u otro, a los Castro les ha llegado la hora de largarse.
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