Talud será presentado el próximo viernes 9 de marzo en la librería Pèrgam (Passatge Sant Benet, 7, 08003 Barcelona), a las 7 00 p.m.
El evento literario será presentación doble, el poemario de Aleisa Ribalta y lectura de textos de la poeta y divulgadora cultural Montse Ordóñez, que forman parte de su libro inédito La orilla de los nadie.
----------------
Talud es un salto al vacío, una muerte súbita en la poesía, ese paseo por el borde de un acantilado que provoca náuseas y revelaciones. Aquí la página en blanco hace las veces de espejo, álbum de familia, prueba de ADN, genealogía intersticial sedimentada como un fósil furioso. La herencia fluye inquieta por las venas, esa suerte de ríos subterráneos, como el magnífico “pez del hilo dorado/ invención casi mía de la lejana provincia de/ Sichuan”. Y la trashumancia, exvoto y holocausto, es entendida como regreso. Cuba reverbera y Suecia brilla por su ausencia. No es un libro del tránsito sino del descenso a los ínferos, al origen del cordón umbilical y el grillete ancilar. Resuenan muchas voces, mientras la poeta busca un registro propio que sospecho ya ha conseguido en algunos de los poemas más singulares de este libro. Poemas donde Aleisa Ribalta se conjura “sentada sobre piedras blancas que no lo son”, nombres que regresan al flujo de energía universal, como bautizo, lápida y tributo. Como toda caída libre, la suya es un despegue. (por Joaquín Badajoz. Hell’s Kitchen, Manhattan, mayo de 2017)
Arigato
A José Adrián Vitier, nieto de poetas.
A cree que lo sabe todo.
Y he ahí el encanto de A.
A, que también podría
llamarse X, vuelve de su TAO,
surco y espiral, karma:
nos reencontramos.
A, que está roto por dentro,
al vuelo, se compone.
Llega con una jaula
hecha de güines,
pone a cantar un tomeguín.
Vamos pa'l monte
(me dice con lascivia)
A tiene una cámara
desde donde empuña
catalejo, merjet.
Hueco para mirar
el mundo juntos.
Tiene dentro la luna.
Acullá fieros rondan:
los duendes,
los demonios,
lo obscuro...
como a todos.
Ni héroe
ni antihéroe.
Ni víctima
ni verdugo.
Un buen tipo
¡además!
Rama
hoja
corteza
(necesaria).
Un musgo
fino
cubriendo
el árbol
que intacto
observa
su ilusión
de loto
sentado
en su bondad.
Pero me alcanza...
Dispara
fulmina
(revelando)
en el mismísimo
centro
de mi
soledad.
A, que también podría
llamarse X, vuelve de su TAO,
surco y espiral, karma:
nos reencontramos.
A, que está roto por dentro,
al vuelo, se compone.
Llega con una jaula
hecha de güines,
pone a cantar un tomeguín.
Vamos pa'l monte
(me dice con lascivia)
A tiene una cámara
desde donde empuña
catalejo, merjet.
Hueco para mirar
el mundo juntos.
Tiene dentro la luna.
Acullá fieros rondan:
los duendes,
los demonios,
lo obscuro...
como a todos.
Ni héroe
ni antihéroe.
Ni víctima
ni verdugo.
Un buen tipo
¡además!
Rama
hoja
corteza
(necesaria).
Un musgo
fino
cubriendo
el árbol
que intacto
observa
su ilusión
de loto
sentado
en su bondad.
Pero me alcanza...
Dispara
fulmina
(revelando)
en el mismísimo
centro
de mi
soledad.
Annona squamosa
A mi abuelo José de la Caridad Guzmán y Llanes
Cuando el abuelo sembró
jaspeada y larga
la semilla
no sabía que plantaba
el Yggdrasil
Era el árbol más nuestro
allí nacimos todos
de él nos colgábamos
para parecer
monos en las fotos
La vida gustaba
de tarde en tarde
de colgarse
como nosotros
al anón del patio
Allí sucedía
en todo su esplendor
germinaba
nos la podíamos
comer feliz
El viejo juez sacaba
día tras día el taburete
lo recostaba al tronco
bajo la misma sombra
A los cinco años de plantado
A los cinco años de plantado
ya daba buenos frutos
casi cincuenta
todos igual de dulces
porciones del paraíso
Compartía el abuelo
Compartía el abuelo
sus anones
cómo esconder
aquel olor dulzón
en el patio interior
de un suburbio
lleno de niños
Si entrábamos por el callejón
Si entrábamos por el callejón
(allí frente a la casa
de Andrés el borracho)
era parada obligatoria
aquel árbol pequeño
que paría demasiado
Desde el portal sabía la abuela
Desde el portal sabía la abuela
que cosechábamos
los frutos con que el viejo
saboteaba sus almuerzos
Quítense el uniforme
que el anón mancha
dejen eso para el postre
Pero nosotros
Pero nosotros
embadurnados hasta la vida
no entrábamos a la casa
porque para qué comerse
la harina de la abuela
si el anón era la ambrosía
suerte de puño rugoso
llenaba panza
y nos ponía líricos
Una vez el abuelo me contó
Una vez el abuelo me contó
lo del diamante
¿Qué? ¿Es una piedra?
Sí claro
hay que pulirlo
¿Y eso cómo se hace?
Mucho trabajo
decía el abuelo
pero vale la pena.
-------------------------------------
------------------------------------
Aleisa Ribalta (La Habana, 1971). Reside en Suecia desde 1998. Es
ingeniera de profesión y actualmente se desempeña como docente de
asignaturas no directamente relacionadas a la literatura como: Diseño de
Interfaces Gráficas, Diseño Web y Programación de Aplicaciones. Escribe
desde muy joven mayormente poesía. Alega que los lenguajes de
programación son también un modo de entender la comunicación y hasta de
saborearla. Para la autora, en esos símbolos para algunos
incomprensibles está también la literatura como forma vital de
expresión. Talud es su primer poemario. Aquí conmina sus miedos, convoca
también a sus demonios y más que nada, rumia sus lecturas en un
ejercicio de humildad. Este poemario propone, lúdico, un pacto entre el
lector y esa voz desde el otro lado que le dice, no sin cierta lascivia:
"¡Salta!"
No comments:
Post a Comment