El fallecimiento de Pedro Pablo Peña ayer sábado 24 de Marzo, no nos ha tomado por sorpresa, sabiendo su delicado estado de salud, contra el cuál batallaba desde mucho tiempo atrás, sin dejar que éste se dejara notar y tratando de ignorarlo a través de su total entrega a lo que más amó en su vida: la danza.
Quisiera recordarlo siempre con su gesto serio, de preocupación ante la próxima tarea a enfrentar y buscando todas las opciones para que ese proyecto, ese sueño se convirtiera en realidad.
De esa manera, con ese gesto suyo nació el Creation Center, el Hispanic Ballet of Miami, el Festival Internacional de Ballet de Miami (su más grande y satisfactoria "locura") y el Miami Hispanic Cultural Arts Center.
Pedro Pablo emigró de Cuba en busca de libertad y esa misma libertad le dió fuerzas para volar cada vez más alto, y lo logró. Vivió una vida de exiliado entregado a hacer de la cultura en general y del ballet en particular, su arma para mantener viva la cubanía de la nación que abandonaba su tierra, por ello podemos considerarlo como un mártir más en la lucha por la libertad de Cuba.
Cuando se dice el nombre de Pedro Pablo Peña, se asocia rápido al ballet, pero cuidado, tenemos que pensar además en literatura, danza moderna, artes plásticas, música, cine, teatro, porque de todas ellas fue promotor, a todos los artistas les abrió las puertas de sus diversos espacios. Muchos en esta ciudad le deben la posibilidad de haber podido presentar una obra de teatro, su primer libro o su primera exposición. Es por eso que la pérdida de este ser humano entregado, es una pérdida de todos.
Mi último encuentro con este gran pero sencillo hombre ocurrió en Diciembre, durante la hermosa presentación de una suite del ballet Cascanueces, que organizó a modo de actividad comunitaria en su conocida "Casona", para niños hijos de inmigrantes, donde además se les regaló juguetes, en la cual trabajé a su lado, como la mano ejecutura de un cuerpo ya cansado, para la realización de la misma. Después, algunas llamadas, donde hablábamos de su salud, de los próximos proyectos, donde recibía un cordial "regaño" por mi parte sobre como debía cuidarse más y no dedicarle tantas horas al trabajo... pero sabía que ese tema sería inútil y que de volver a incorporarse a sus labores, tendríamos que seguirlo hasta las tantas de la noche sin probar bocado, pero venciendo obstáculos.
Y sin querer, sin pensar seriamente en él, llegó el momento en que ya no estás, en que no te veremos más al teléfono tratando de coordinarlo todo, de lograrlo todo... llegó el vacío, el silencio, la incertidumbre, el miedo.
¿Perderemos tu grandiosa obra como ahora te estamos perdiendo a ti?
Esta tremenda pregunta nos está atormentando aun más. Esperemos que se logre el conjuro de los dioses, de todos los dioses, de ese Dios que tanto tu amabas, para que eso no ocurra, y en la continuidad de tu obra, esté la continuidad de tu presencia, y que esa danza por la cual viviste y moriste, siga aquí junto a nosotros.
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