Wednesday, April 4, 2018

Una sentencia famosa del Juez Correccional Antonio Pola (por Carlos A. Peón-Casas)


 Foto/Archivo Blog Gaspar, El Lugareño (by Nicolás Peón)
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Del celebrado juez camagüeyano, ya habíamos discurrido antes en una de estas añejas crónicas del Camagüey de ayer, en relación a un suceso simpático que lo involucraba entre la clientela siempre fija del bar El Chorrito, frente por frente a la Audiencia, donde el magistrado se daba sus “cañangazos” de ron, disfrazados en una taza de café con leche.

Hoy lo retomamos por un asunto mas serio y que lo involucra en su respetada función de impartir justicia como Juez Correccional de la ciudad de los tinajones.

El hecho que narramos lo recoge la prensa de entonces, específicamente el respetado diario El Camagüeyano en su edición del jueves 30 de Agosto de 1951. Se trataba de un veredicto que hoy nos parecería nimio, o tempora, o mores, emitido contra un infeliz que intentaba sacar unos quilos a su favor, exhibiendo en una carroza improvisada una bendita imagen de la Virgen de la Caridad.

Pero primero pongamos en contacto el hecho. Discurría el día de la llegada a la ciudad de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, que recorría la Isla en una sentida peregrinación. Y el ambiente era de expectación y recogimiento a la vez, ante un hecho que movía a la piedad de los lugareños, y en especial a la inamovible e infinita devoción a la Madre de los Cubanos.

El motivo del juicio de marras, que acaecía en una instancia para delitos y faltas menores, lo narra el sumario de la acusación que se recogía en el diario del día, y que transcribimos para el curioso lector:
El juez Antonio Pola multó en 180 pesos, al ciudadano Aurelio Cabeza Guardado acusado de peligrosidad, mendicidad y estafa, quien exhibía en una carroza la Imagen de la Virgen de la Caridad. También interesaba limosnas cuyo producto dedicaba a asuntos personales(1)
El susodicho Cabeza Guardado, con la habilidad característica que es notoria en los buscavidas de todos los tiempos y lugares, aplicaba la ley de la ventaja, y exhibía in advance, y para su peculio, a la supuesta Imagen peregrina, que estaba por llegar aquella misma noche a la ciudad; por su parte, el muy honorable y por demás católico y con fama de incorruptible e imparcial, el juez Pola, no dejaba impune la transgresión del buscón que de seguro lamentaría por mucho tiempo su audaz movida, aquel jueves de canícula insoportable, cuando la Virgen del Cobre, se robaba los corazones de todos los camagüeyanos.


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1. El Camagüeyano. Camagüey, Cuba, Jueves 30 de Agosto de 1951. Numero 209. Segunda Sección.



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