Thursday, May 3, 2018

Alicia Alonso y Martha Graham, una hermosa historia de admiración y respeto mutuos (por Baltasar Santiago Martín)

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Alicia Alonso y Martha Graham,
 una hermosa historia de admiración y respeto mutuos.
(Tercera Parte y Final)

por Baltasar Santiago Martín

En 1958, Alicia Alonso recibió otro gran tributo: “Dance Magazine, con la autoridad que le dan sus años de especialización y la justicia de sus dictámenes, acaba de proclamarla como ‘la mejor bailarina del año 1958’. Con ese motivo le fue entregada, en el Club Atlético de New York, tal distinción, y otras iguales a Igor Youskévich, como ‘noble danseur’, y a Gene Kelly, por su documental para televisión sobre ‘la masculinidad en la danza’, de alto valor educativo. Un galardón post mortem se le concedió a Doris Humphrey por su valiosa cooperación a la danza moderna”, según apareció en dicha publicación especializada. 

Dance Magazine Award (1958).
Gene Kelly, Alicia Alonso e Ígor Youskévich
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Martha Graham, lejos de sentirse celosa de Alicia, se alegró muchísimo de ese gran reconocimiento a su admirada y respetada amiga, pues en 1956 ella había recibido también el Dance Magazine Award.

Tres años más tarde, en 1959, Martha logró realizar un viejo sueño: trabajar con Balanchine, como lo había hecho Alicia desde sus inicios en Nueva York. Creó junto al gran coreógrafo el ballet Episodes, que fue bailado por su compañía y por el New York City Ballet, creado y dirigido por Balanchine desde 1948, el mismo año en que Alicia, Fernando y Alberto fundaran el hoy Ballet Nacional de Cuba en La Habana, aunque Alicia continuó regresando a bailar con el colectivo neoyorquino –nombrado a partir de 1955 como American Ballet Theatre– hasta 1961, en que por razones políticas el Departamento de Estado le negó la visa para entrar a los Estados Unidos, debido al apoyo de Alicia a la Revolución Cubana, que marcaría la vida nacional desde todos los ángulos posibles a partir del primero de enero de 1959; veintiún años de fructífera colaboración en total, que enriquecieron la historia personal de la prima ballerina assoluta cubana tanto como el nivel y el acervo de la compañía norteamericana.

En 1960, Alicia había sido invitada a participar en el programa de la televisión norteamericana The Bell Telephone Hour, en el papel de Maria Taglioni del Grand Pas de Quatre, junto a Nora Kaye, Mia Slavenska y Melissa Hayden, acontecimiento que marcó el reencuentro de Alicia con Nora, con el beneplácito de Martha, amiga y admiradora de ambas. Esta fue una de las últimas ocasiones en que la Alonso actuó en los Estados Unidos, debido a la ya mencionada negativa de la visa de entrada al país por su compromiso con Fidel Castro y la Revolución Cubana (la grabación de este programa se conserva en el Museo de Radio y Televisión, en New York).

No sería hasta 1975 que Alicia regresaría a los Estados Unidos.

En esos quince años de ausencia de Alicia de los escenarios norteamericanos, el Ballet Nacional de Cuba –en 1961 la compañía fue rebautizada así, como “Ballet Nacional de Cuba”, como siempre había sido el sueño de Alicia– llegó a ser considerado como una de las cinco compañías de ballet más importantes del mundo, y la “Escuela Cubana de Ballet” aclamada por los más prestigiosos críticos de ballet del mundo, como Arnold Haskell.

En 1970, Alicia Alonso y el Ballet Nacional de Cuba obtuvieron el Grand Prix de la Ville de París; y las bailarinas Loipa Araújo, Marta García, Mirta Plá y Josefina Méndez, el Premio Estrella de Oro, en el VIII Festival Internacional de la Danza celebrado en la capital francesa.

El reencuentro de Alicia con el público norteamericano, acompañada por Jorge Esquivel, tuvo lugar el 28 de julio de 1975, durante una función de gala en el New York State Theater, del Lincoln Center, con motivo del trigésimo quinto aniversario del American Ballet Theatre, en la que participaron, además, Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, Eric Bruhn y Mijaíl Baryshnikov, entre otras estrellas dela danza mundial.

Esta visita de Alicia a Nueva York después de 15 años permitió otro reencuentro de la Alonso con Nora Kaye (Enero 17, 1920 – Febrero 28, 1987), amigas desde los inicios de Alicia en Nueva York –Alicia incluso asistiría a su sepelio, en 1987–, y que los lazos con Martha Graham se estrecharan aún más, pues previamente a la Gala del 28 de julio de 1975, Alicia participó en junio en una gran función a beneficio de Martha y de su compañía –“el más publicitado evento del año en Nueva York”, lo tituló la prensa–, en la que también participaron Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, Eric Bruhn y Mijaíl Baryshnikov.
A partir de ese año 1975, Alicia realizó memorables presentaciones en Estados Unidos y volvió a ser centro de atención para destacados fotógrafos como Martha Swope, fotógrafa norteamericana nacida en 1933, que trabajó con Martha Graham Dance Company, el New York City Ballet y el Dance Theatre of Harlem. Gran parte de su quehacer quedó atesorado en revistas como After Dark y Danze Magazine, así como en numerosas colecciones privadas.

A su vez, en esos quince años transcurridos sin contacto entre ambas luminarias, Martha Graham se había retirado como bailarina en 1970, tras algunos años de depresión y problemas de salud que la forzaron a ello. Su última actuación fue en Cortege of Eagles, cuando tenía ya 76 años.

Fue muy penoso para ella dejar de bailar, sobre lo cual expresó: “Sin bailar, yo quise morir”. Sin embargo, continuó creando nuevas coreografías, como Lucifer y The Scarlet Letter, ambos trabajos para Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn, y en 1984 coreografió La consagración de la primavera, de Ígor Stravinski.
Ese mismo año 1984, Rudolf Nureyev invitó a su compañía a presentarse en la Ópera de París, donde Martha fue homenajeada con la Legión de Honor por el gobierno francés.

Martha completó su trabajo coreográfico número 191, Maple Leaf Rag, en 1990, y terminó la redacción de su autobiografía pocos días antes de morir, titulada Blood Memory. Estaba coreografiando un nuevo ballet llamado The Eye of the Goddess para las Olimpiadas de Barcelona cuando murió, el 1 de abril de 1991, a la edad de 96 años, en Nueva York.

Como Alicia, había dedicado toda su vida al arte de la danza. Sus ideas innovadoras revolucionaron la tradición imperante y rompieron por completo los moldes de la ortodoxia hasta el punto de que se la compara con Picasso, Joyce y Stravinsky. Su capacidad para dar a la danza una nueva dimensión basada en la estructura natural del cuerpo humano y en la libertad de los gestos, la convirtió en punto de referencia obligado para las nuevas generaciones de coreógrafos y bailarines.

Martha Graham no dejó nunca de luchar por un arte nuevo, liberado de complejos, prejuicios y límites. Fue la primera en integrar en su compañía a bailarines de razas distintas. Sus memorias, testamento de una gran dama, se alimentan de sus opiniones, del relato de encuentros con gente del espectáculo y de su obsesión por dejar escrito el fundamento de lo que, en la práctica, enseñó a sus privilegiados alumnos. Tierna, sutil, a veces exigente, Martha Graham se muestra en estas páginas tal como era.

Según Pedro Simón, director del Museo Nacional de la Danza de Cuba y esposo de Alicia Alonso, consultado sobre la relación de admiración y respeto entre ambas luminarias, “sé que eran amigas, que la Graham la admiraba muchísimo, e iba a verla bailar siempre que le era posible, Iba a venir una vez como personalidad invitada por Alicia al Festival Internacional de Ballet de La Habana, pero finalmente no le fue posible viajar. Alguien nos dijo que le había dejado como “herencia” a Alicia una prenda de vestir de un personaje suyo en escena, pero nunca nos llegó ni tuvimos más noticias sobre el tema”.

Citas célebres de Martha Graham:

“La danza es el lenguaje oculto del alma”.
“Los grandes bailarines no son geniales por su técnica. Son geniales por su pasión”.
“El cuerpo dice lo que las palabras no pueden decir”. “La danza es una canción del alma, de alegría o de dolor”.
“No bailamos con los pies, bailamos con los ovarios, con el útero y con todo el cuerpo y el alma”.
"Creo que se aprende practicando, tanto si se trata de aprender bailar bailando, como aprender a vivir viviendo".
Algo que de seguro hubiera llenado de júbilo a Martha, fue la presentación de la compañía fundada por ella en el XXV Festival Internacional de Ballet de La Habana, celebrado a partir de finales de octubre de 2014, bajo el merecido nombre de su admirada amiga Alicia Alonso, su fundadora desde 1960 y alma inspiradora en todos estos años transcurridos; uno de los festivales más aclamados entre los que se celebran actualmente a nivel mundial.

La prensa cubana lo reflejó así:
La cálida sala del Teatro Mella, sirvió de escenario para la presentación de la Compañía estadounidense de danza moderna, Martha Graham Dance, invitada a la 25 edición del Festival Internacional de Ballet de La Habana. http://marthagraham.org/

La ocasión propició el estreno en Cuba de las obras Dark Meadow Suite (considerada la obra maestra de la fundadora de la compañía) y Errand into the Maze, coreografías de Martha Graham (1894–1991), estrenadas en Nueva York en los años 1946 y 1947 respectivamente, mientras las piezas Woodland y Lamentation variations, fueron ideadas por autores contemporáneos.

Para el cierre de la función se presentó Diversion of Angels, coreografía que cobró vida en el Auditorio Palmer en New London, en el año 1948. La dirección artística para la puesta en escena estuvo a cargo de Janet Eilder, mientras LaRue Allen fue el director ejecutivo.

Martha Graham Dance Company está integrada por 16 bailarines, fundada en 1929 por la coreógrafa y bailarina Martha Graham, cuenta en su repertorio con 181 obras, actúa en Cuba por segunda vez, en diciembre de 1941 el escenario del entonces Teatro Auditorium, hoy Teatro Amadeo Roldán, acogió a la célebre compañía”.
 

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Ver en el blog
Alicia Alonso y Martha Graham, una hermosa historia de admiración y respeto mutuo. Primera Parte. (por Baltasar Santiago Martín)
Alicia Alonso y Martha Graham, una hermosa historia de admiración y respeto mutuos. Segunda parte (por Baltasar Santiago Martín)

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